CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 21 noviembre 2007 (ZENIT.org).- La oración, para el cristiano, es llevar a Jesús en el corazón, considera Benedicto XVI.
Es la conclusión a la que llegó este miércoles durante la audiencia general en la que presentó las enseñanzas del obispo Afraates el Sabio», quien vivió en el actual Irak, al que definió como «uno de los personajes más importantes y, al mismo tiempo, más enigmáticos del cristianismo siríaco del siglo IV».
«Según este antiguo “Sabio”, la oración se realiza cuando Cristo habita en el corazón del cristiano, y lo invita a un compromiso coherente de caridad con el prójimo», explicó el Santo Padre a los más de 15 mil peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.
Citando al obispo iraquí, el Papa explicó que la oración «es aceptada cuando consuela al prójimo. La oración es escuchada cuando en ella se encuentra también el perdón de las ofensas. La oración es fuerte cuando rebosa de la fuerza de Dios».
«Con estas palabras, Afraates nos invita a una oración que se convierte en vida cristiana, en vida realizada, en vida impregnada de fe, de apertura a Dios y, así, de amor al prójimo», explicó el Santo Padre.
Fiel a la tradición siríaca, el sabio obispo presentó la salvación realizada por Cristo «como una curación y, por consiguiente, a Cristo mismo como médico».
«En cambio, considera el pecado como una herida, que sólo la penitencia puede sanar».
«Un hombre que ha sido herido en batalla –decía Afraates–, no se avergüenza de ponerse en las manos de un médico sabio». Y añadía: «del mismo modo, quien ha sido herido por Satanás no debe avergonzarse de reconocer su culpa y alejarse de ella, pidiendo el remedio de la penitencia».
Para el Papa al igual que para Afraates, Cristo es el «maestro de oración».
Con su intervención, el Santo Padre continuó con la serie de intervenciones sobre los grandes personajes de los orígenes de la Iglesia.