CIUDA DEL VATICANO, martes, 5 febrero 2008 (ZENIT.org).- La limosna es fuente de alegría, asegura el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede.
El sacerdote hace un análisis del mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma de este año, dedicado a la limosna, en el editorial del último número de «Octava Dies», semanal informativo del Centro Televisivo Vaticano, del que también es director.
«La penitencia cristiana no hay que vivirla encerrándose en sí mismos; no puede faltar la dimensión social de la apertura activa hacia los demás, comenzando por el necesitado, superando el egoísmo y el apego a la posesión de los propios bienes», explica el portavoz vaticano.
«De hecho, se trata de dimensiones tan verdaderas y profundas de la realidad humana que es fácil reconocer su presencia en las demás grandes experiencias religiosas».
«El Papa recuerda la enseñanza perenne de la Iglesia, según la cual los bienes de la tierra están destinados a todos, y nosotros somos más administradores que propietarios. Recuerda que la Iglesia no puede crecer como comunidad sin solidaridad efectiva en su interior».
«Las colectas que se hacen en muchísimas partes del mundo manifiestan con frecuencia una gran generosidad, y testimonian que el pueblo cristiano es sumamente consciente de este deber suyo».
«Pero Benedicto XVI subraya también un aspecto particularmente profundo y significativo de la limosna: la alegría».
«Recuerda las palabras de la Escritura: "Hay más alegría en dar que en recibir" y evoca la experiencia de alegría que se experimenta en el don gratuito, hecho por amor, también en lo pequeño. Dios Padre recompensa fielmente la generosidad hacia el necesitado con una bendición de paz, de satisfacción interior y de alegría».
«Esta es una de las pruebas concretas, por decir así "experimentales", de la presencia y de la obra del Espíritu, que se ofrece a todos, de manera fácil y amplia, cuando damos un paso para salir del egoísmo y entrar en el mundo de la gratuidad y del amor. Esperamos hacerlo con frecuencia en esta Cuaresma, para que también las personas que están a nuestro alrededor se den cuenta de que el camino de la paz y de la alegría no algo alejado e imposible, sino cercano y a nuestro alcance. Cada día», concluye.