ROMA, viernes, 8 febrero 2008 (ZENIT.org).- Con motivo del aniversario de la muerte de su cofundadora, sor Tecla Teresa Merlo, las Hijas de San Pablo han hecho una nueva fundación en Juba, Sudán.
Después de 25 años de guerra civil, la zona meridional del país africano está por fin viviendo un periodo de tranquilidad. Tras la firma de la paz, el obispo de Torit, monseñor Paride Taban, ha dirigido una invitación a todas las congregaciones religiosas a establecerse en el país para ayudar a la reconstrucción moral y espiritual de la población que ahora esta regresando a su patria.
Las Hijas de San Pablo, explica un comunicado recibido por Zenit, han aceptado esta invitación y el 25 de enero dos religiosas se trasladaron a Juba «dispuestas a colaborar con la Iglesia local en la evangelización y promoción humana a través de los medios de comunicación social».
Juba, describen, «es como una gran aldea. Viviendas destruidas, calles de tierra, pocas construcciones y mucha gente que, al volver, debe adaptarse a vivir en chozas, incluso en la ciudad. Por todas partes se ven obras de construcción. Esto da una sensación de ‘futuro', a pesar de que la gente debe afrontar una vida muy dura».
Sudán tiene 44 millones de habitantes, de los que el 69% son musulmanes. Los cristianos son el 6,3% de la población y los católicos el 4,5%; los seguidores de las religiones tradicionales suman el 25%.
El arzobispo de Juba, monseñor Paulino Lukudu, ofreció a las Hijas de San Pablo una sala cercana a la catedral que servía también como librería. Otras siete diócesis del sur de Sudán esperan a las dos misioneras que «se están organizando para organizar la librería y la casa y para poder llevar la Palabra de Dios a todos».
Desde su independencia, el 1 de enero de 1956, el país ha vivido 39 años de guerras civiles: la primera tuvo lugar de 1955 a 1972 y la segunda, de 1983 a 2005. Como se sabe, prosiguen todavía hoy los enfrentamientos en la martirizada región de Darfur.
El arzobispo de Juba dijo que el pueblo sudanés necesita ser «curado-revitalizado» porque durante los años de guerra ha experimentado un sentido de inutilidad y de falta de dignidad.
«La presencia de las Hijas de San Pablo y su apostolado --observa el comunicado-- puede ayudar a redescubrir la realidad positiva del pueblo sudanés, que puede ser para la Iglesia y para la sociedad riqueza de cultura, de dones, de religiosidad y de fe».
La Iglesia católica en Sudán está organizada en nueve diócesis: dos en el norte --Jartum y El Obeid-- y siete en el sur --Wau, Malakal, Rumbek, Tombura, Yei, Juba y Torit--.
Los obispos de Sudán del Sur han planificado la instalación de la radio en todas las diócesis. La noche de Navidad de 2006, Radio Bakhita --gestionada por religiosos misioneros combonianos junto a algunos laicos-- empezó a emitir programas en árabe e inglés. Actualmente transmite 15 horas al día.
Esta radio, situada en Juba, informa el comunicado, «Será la ‘radio madre' de todas las otras estaciones, y así podrá llegar a todo el territorio de Sudán del Sur la voz de la Iglesia católica».
El aniversario de la muerte de sor Tecla Teresa Merlo, cofundadora de las Hijas de San Pablo, fue también la ocasión para la salida de un nuevo libro sobre ella, escrito por Maria Luisa Di Blasi.
Sor Tecla, explica el comunicado, ha sido «una mujer de gran personalidad: humilde, valiente y tenaz en perseguir con espíritu profético las metas señaladas por el fundador, el beato Giacomo Alberione».
«A menudo sólo una fe que mueve las montañas la empujaba hacia objetivos cada vez más de avanzada, hacia nuevas fronteras para difundir la Palabra de Dios y multiplicar flores y frutos de luz y de salvación para todos».
Sor Tecla «condujo a la joven congregación con mano firme, sentido materno, fuertes capacidades intuitivas y amplia visión de futuro; y sobre todo con una fe inquebrantable en el plan de Dios, que paso a paso se iba delineando».
La que emerge del libro es por tanto «la figura de una mujer ‘nueva' que se dejó plasmar por el Espíritu y en este modo se convierte en un modelo para las religiosas y también para las otras mujeres».
Y el comunicado concluye expresando el deseo de que «pueda ayudar a muchos a reconocer mejor la valiosa herencia que nos ha dejado impulsándonos a entrar con alegría y entusiasmo en sus dinámicas espirituales y apostólicas para llegar a ser o seguir siendo "sal de la tierra y luz del mundo"».
Traducido del italiano por Nieves san Martín