SYDNEY, viernes, 15 febrero 2008 (ZENIT.org).- Cuando dos jóvenes católicos de la diócesis de Parramatta (Australia) se disponían a peregrinar a la Jornada Mundial de la Juventud de Toronto, Canadá, el único amor que esperaban experimentar era el de Dios. Pero Dios parecía tener algún plan más para ellos.
Aunque crecieron en la misma diócesis, Anthony y Sonia Holmes nunca se habían encontrado. Tras establecer relaciones en la Jornada Mundial de la Juventud de 2002, se casaron en 2004 y ahora tienen dos espléndidas hijas, Jessica de dos años y Catherine de cinco meses.
¿Romántico? Sí. ¿Inusual? No realmente desde que se celebran las Jornadas de la Juventud internacionales
Los Holmes lo atribuyen a la naturaleza abierta, segura y espiritual de tales eventos.
Anthony, originario de Plumpton, explica a Zenit: «Cuando te encuentras con alguien en un ambiente normal, secular, te lleva un tiempo comprender sus valores y creencias».
Su mujer, Sonia, de Greystanes, añade que la peregrinación de la Jornada Mundial de la Juventud «lo hizo más fácil, dado que éramos capaces de una mayor apertura con la conciencia de que compartíamos las creencias comunes de nuestra familia y que regularmente practicábamos nuestra fe. Esto también ayudó en nuestro futuro porque no existían problemas sobre cómo íbamos a hacer crecer nuestra familia».
La historia de amor de los Holmes explica el sentido de la iniciativa de los organizadores de la Jornada Mundial de la Juventud para incluir la vocación al matrimonio en la Exposición Vocacional que tendrá lugar los días 15 a 20 de julio en el Centro de Exposiciones de Sydney.
«En la sociedad actual mucha gente ha perdido la comprensión del matrimonio dentro de la fe católica –observa Sonia–. Por ello es importante que el matrimonio sea destacado como una vocación que es un compromiso de por vida, como está expresado bien en la doctrina católica, y no un acuerdo a breve término».
Su marido está de acuerdo. «Pienso que es una iniciativa muy significativa –afirma Anthony–. Mucha gente ve la ‘vocación’ como vocación a la vida religiosa, que es también una excelente expresión de fe y respuesta a la llamada de Dios, pero es importante no olvidar las vocaciones laicales que construyen otros fundamentos cristianos de la sociedad, tales como el matrimonio sacramental».
Señala que el aspecto religioso del matrimonio no se debe quedar en ir a la Iglesia sino que tiene más que ver con cómo se vive la vida diaria juntos y el hecho de que tener una buena base de fe y apoyo de la comunidad parroquial y local no puede ser minusvalorado.
Por esta razón, ante la Jornada Mundial de la Juventud, él y su mujer desean comunicar el mensaje a los jóvenes que están discerniendo su vocación como católicos, y que a menudo se sienten aislados en sus propias comunidades, de que la Jornada Mundial de la Juventud puede ayudar a romper estas barreras.
«Amplía la idea de quién es tu comunidad», dice Anthony.
«Y te da la oportunidad de hablar de hablar con tus iguales que tienen diferentes orientaciones –dice Sonia–. Todos los encuentros te ayudan a poner tu fe en las manos de Dios y dejar a Dios guiarte a donde intentas ir».
Por Catherine Smibert, traducido del inglés por Nieves San Martín