La paz exige promover el desarrollo de países pobres, dice el Papa a Washington

En su discurso a la nueva embajadora de Estados Unidos ante la Santa Sede

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 27 febrero 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI explicó este viernes que la paz exige promover el desarrollo de los países pobres en el discurso que entregó a la nueva embajadora de los Estados Unidos ante la Santa Sede, Mary Ann Glendon.

«La edificación de un futuro más seguro para la familia humana significa ante todo y sobre todo trabajar por el desarrollo integral de los pueblos», aseguró el Papa.

Este objetivo, añadió, debe lograrse «especialmente a través de adecuadas medidas de asistencia sanitaria, de la eliminación de pandemias como el sida, de oportunidades educativas más amplias para los jóvenes, de la promoción de la mujer, poniendo freno a la corrupción y a la militarización que desvían recursos de muchos de nuestros hermanos y hermanas en los países más pobres».

De hecho, aclaró el Santo Padre, «el progreso de la familia humana es amenazado no sólo por la plaga del terrorismo internacional, sino también por atentados a la paz como la aceleración de la carrera de armamentos o las continuas tensiones en Oriente Medio».

El Papa manifestó su esperanza «de que las negociaciones pacientes y transparentes lleven a la reducción y la eliminación de armas nucleares y de que la reciente conferencia de Annapolis sea el primero de una serie de pasos hacia la paz duradera en la región».

La resolución de estos y otros problemas, según el obispo de Roma, «exige confianza y compromiso, el trabajo de organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas, que por su naturaleza  es capaz de promover el diálogo sincero y el entendimiento y de reconciliar opiniones divergentes, así como de aplicar políticas multilaterales y estrategias capaces de responder a los numerosos retos de este mundo complejo y en rápido cambio».

En la promoción de la paz, Benedicto XVI reconoció con gratitud «la importancia que los Estados Unidos han prestado al diálogo interreligioso e intercultural como una fuerza positiva para la pacificación».

«La Santa Sede está convencida del gran potencial espiritual de ese diálogo, en particular para la promoción de la no violencia y el rechazo de las ideologías que manipulan y desfiguran la religión para objetivos políticos, y justifican la violencia en nombre de Dios», aseguró.

Del mismo modo, destacó «el aprecio histórico del pueblo estadounidense por el papel de la religión en la vida pública y para iluminar las dimensiones morales implicadas en las cuestiones sociales –un papel contestado a veces en nombre de una comprensión limitada de la vida pública y del debate político–».

Este papel, aclaró, «se refleja en los esfuerzos de muchos de sus compatriotas y líderes gubernamentales para asegurar protección legal al don divino de la vida desde su concepción hasta su muerte natural, para salvaguardar el matrimonio, reconocido como unión estable entre un hombre y una mujer, así como la familia».

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ZENIT Staff

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