HUESCA, sábado, 1 marzo 2008 (ZENIT.org).- Publicamos la carta que ha escrito monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca, con el título «La limosna sin luz ni taquígrafos».
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Queridos Hermanos y amigos: paz y bien.
Una de las oraciones más bellas de la Biblia es la que el rey David hará conmovido ante la respuesta de su pueblo cuando fue trayendo presentes para construir el Templo al Señor. «Señor, de tu mano tomamos lo que venimos a ofrecerte. Conserva siempre esto en el corazón de tu pueblo y dirige tú su corazón hacia ti» (1 Cro 29, 14.18). Todo lo que ese pueblo creyente le ofrecía al Señor no era algo que le faltase a Dios, sino que tomándolo de su mano divina aquellos hombres se lo ofrecían en un gesto de «devolución», para evitar lo que San Francisco de Asís luego denunciaría: apropiarse de lo que el Señor hace y dice en nosotros, apropiarse de lo que Él hace y dice en los demás. Es un tema netamente cuaresmal: no apropiarse de lo que es un don recibido. Y la mejor manera de no apropiarnos es compartirlo, ofrecerlo al Señor poniéndolo a disposición de los demás como limosna.
En estos días he tenido la ocasión de hablar en retiros a sacerdotes, religiosos y religiosas, invitándoles a la limosna. Una limosna que se traduce en gesto solidario de la caridad cristiana. Echemos un vistazo a nuestras cartillas bancarias y preguntémonos si podemos y debemos compartir lo que allí tenemos. Todavía está reciente la colecta que cada año hace Manos Unidas por estas fechas, y sería una forma concreta y eficaz de limosnear nuestros bienes haciendo un donativo a esa organización católica directamente a su sede en el obispado, o a través de la parroquia.
De la mano de Dios tomamos lo que tenemos, aunque haya sido fruto del sudor honesto de nuestra frente y nuestro trabajo. Compartir con los hermanos este gesto cuaresmal de la limosna, que junto a la oración y al ayuno nos educan nuevamente en este camino de conversión mientras nos dirigimos hacia la Pascua.
El Santo Padre ha querido dedicar precisamente su mensaje de la cuaresma de este año a profundizar en la limosna. Benedicto XVI, con sencillez profunda y bella, nos explica brevemente el significado de la limosna cristiana. Vale la pena leer su mensaje que ya fue publicado en estas páginas el primer domingo de cuaresma. En él se subraya una nota importante: «El Evangelio indica una característica típica de la limosna cristiana: tiene que hacerse en secreto. «Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha», dice Jesús, «así tu limosna quedará en secreto» (Mt 6,3-4). Y poco antes había afirmado que no hay que alardear de las propias buenas acciones, para no correr el riesgo de quedarse sin la recompensa en los cielos (cf. Mt 6,1-2). La preocupación del discípulo es que todo sea para mayor gloria de Dios. Jesús nos enseña: «Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestra buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5,16). Por tanto, hay que hacerlo todo para la gloria de Dios y no para la nuestra (…) En la sociedad moderna de la imagen hay que estar muy atentos, ya que esta tentación se plantea continuamente. La limosna evangélica no es simple filantropía: es más bien una expresión concreta de la caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y de los hermanos, a imitación de Jesucristo, que muriendo en la cruz se entregó a sí mismo por nosotros. ¿Cómo no dar gracias a Dios por tantas personas que en el silencio, lejos de los reflectores de la sociedad mediática, llevan a cabo con este espíritu acciones generosas de ayuda al prójimo necesitado?».
Dar limosna de lo que tenemos y de lo que somos. Sin otra mirada atenta que la de Dios, de cuya mano tomamos lo que compartimos con los hermanos.
Recibid mi afecto y mi bendición.
Mons. Jesús Sanz Montes, ofm
Obispo de Huesca y de Jaca
