CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 3 marzo 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI invitó este sábado a 40 mil universitarios, congregados en el Vaticano y a través de satélite con diez ciudades de Europa y de las Américas a renovar con el Evangelio la cultura occidental.
Unos treinta mil jóvenes participaron desde Toledo (España), Aparecida (Brasil), Loja (Ecuador), Nápoles (Italia), La Habana (Cuba), Ciudad de México (México), Aviñón (Francia), Washington (Estados Unidos); Bucarest (Rumanía) y Minsk (Bielorrusia).
El acto se organizó con motivo de la VI Jornada Europea de los Universitarios, promovida por el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa y de la Oficina para la Pastoral Universitaria de la diócesis de Roma sobre el tema «Europa y las Américas unidas para construir la civilización del amor».
El Papa, que habló desde un Aula Pablo VI llena por diez mil estudiantes, reconoció que el cristianismo ha desempeñado un lazo importantísimo tanto en Europa como en los países del continente americano y añadió: «Por desgracia, sin embargo, la así llamada «civilización occidental» ha perdido en parte su inspiración evangélica».
«Dios os llama hoy, jóvenes europeos y estadounidenses, a cooperar, junto con vuestros coetáneos de todo el mundo, para que la savia del Evangelio renueve la civilización de estos dos continentes y de toda la humanidad», exhortó.
«Las grandes ciudades europeas y americanas son cada vez más cosmopolitas –reconoció–, pero con frecuencia les falta esta savia capaz de hacer que las diferencias no sean motivo de división o de conflicto, sino más bien de enriquecimiento recíproco».
«La civilización del amor es «convivialidad» –aclaró–, es decir, convivencia respetuosa, pacífica y gozosa de las diferencias en nombre de un proyecto común, que el beato Papa Juan XXIII fundamentaba sobre los cuatro pilares del amor, de la verdad, de la libertad y de la justicia».
Y para inspirar esta renovación, a los chicos y chicas de Roma les entregó el texto de su última encíclica, Spe salvi, en un CD en cinco idiomas.
«Esta es la consigna que hoy os encomiendo, queridos amigos: sed discípulos y testigos del Evangelio, pues el Evangelio es la buena semilla del Reino de Dios, es decir, de la civilización del amor», concluyó. «¡Sed constructores de paz y de unidad!».