CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 19 marzo 2008 (ZENIT.org).- La resurrección de Cristo es la prueba de que el amor ha triunfado sobre el odio, constató Benedicto XVI este miércoles, víspera del Triduo Santo.
Al recibir a miles de peregrinos congregados en el Aula Pablo VI del Vaticano, con motivo de la audiencia general, el Papa explicó el sentido de estos tres próximos días, «llamados comúnmente «santos», porque nos hacen revivir el acontecimiento central de nuestra Redención; nos reorientan hacia el núcleo esencial de la fe cristiana: la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo».
«Estos días vuelven a alentar en nosotros la gran esperanza –aseguró en la conclusión–: Cristo crucificado ha resucitado y ha vencido al mundo».
«El amor es más fuerte que el odio, ha vencido y tenemos que asociarnos a esta victoria del amor», añadió.
Por tanto, invitó a los creyentes a «volver a comenzar a partir de Cristo y a trabajar en comunión con él por un mundo basado en la paz, en la justicia y en el amor».
De hecho, según el Santo Padre, «hacer memoria de los misterios de Cristo significa también vivir en adhesión profunda y solidaria con el hoy de la historia, convencidos de que lo que celebramos es realidad viva y actual».
«Llevamos, por tanto, en nuestra oración el carácter dramático de los hechos y de las situaciones que en estos días afligen a muchos hermanos y hermanas nuestros de todas las partes del mundo», reconoció.
«Nosotros sabemos que el odio, las divisiones, la violencia, no tienen nunca la última palabra en los acontecimientos de la historia», afirmó.
Concluido el camino de la Cuaresma, el pontífice invitó a cada creyente a «a entrar en el clima mismo que Jesús vivió entonces en Jerusalén».
«Queremos despertar en nosotros la memoria viva de los sufrimientos que el Señor padeció por nosotros y prepararnos para celebrar con alegría, el próximo domingo, la verdadera Pascua, que la sangre de Cristo ha recubierto de gloria, la Pascua en la que la Iglesia celebra la fiesta que constituye el origen de todas las fiestas».
«Los sugerentes ritos del Jueves Santo, del Viernes Santo, el silencio henchido de oración del Sábado Santo y la solemne Vigilia Pascual, nos ofrecen la oportunidad de profundizar en el sentido y en el valor de nuestra vocación cristiana, que surge del Misterio Pascual, y concretizarla en el fiel seguimiento de Cristo en toda circunstancia, como hizo Él, hasta la entrega generosa de nuestra existencia», añadió.
Este miércoles era fiesta en el Vaticano, pues se celebraba el onomástico de Benedicto XVI, san José (su nombre de pila es Joseph).
El Papa presidirá en este Triduo Santo las principales celebraciones litúrgicas, incluyendo la misa en la Cena del Señor del Jueves Santo, que tendrá lugar en la catedral del obispo de Roma, la Basílica de San Juan de Letrán en la Ciudad Eterna.
El Viernes Santo, el Santo Padre participará en la adoración de la Santa Cruz, en la Basílica de San Pedro y, por la noche, presidirá el tradicional Vía Crucis en el Coliseo romano que será transmitido por canales de televisión de todo el mundo.
Las reflexiones para este ejercicio de piedad han sido redactadas por el cardenal Zen Ze Kiun, obispo de Hong Kong.
En la noche del Sábado Santo el Papa presidirá en la Basílica de San Pedro del Vaticano la vigilia pascual que se prolongará hasta la medianoche. Al día siguiente celebrará la misa de Resurrección en la plaza de San Pedro, y pronunciará su bendición urbi et orbi (a la ciudad y al mundo). Felicitará al mundo en unos sesenta idiomas.