ROMA, jueves, 20 marzo 2008 (ZENIT.org).- Chiara Lubich ha tocado la vida de muchas personas, desde cardenales hasta obispos de otras confesiones cristianas, sacerdotes y laicos…, según ellos mismos han comentado con motivo del fallecimiento de la fundadora del Movimiento de los Focolares.
Después del funeral, que tuvo lugar el martes 18 de marzo en la Basílica de San Pablo Extramuros, el cardenal Miloslav Vlk, arzobispo de Praga, ha definido el legado de la unidad de esta fundadora: «una espiritualidad abierta al diálogo con otras Iglesias, con otras religiones del mundo: un cristianismo para nuestro tiempo».
El arzobispo de Praga, miembro de los obispos amigos de los Focolares, confiesa: «conocí a Chiara Lubich y su carisma en 1964 y pienso, sin exagerar, que este encuentro con su espiritualidad es el regalo más grande de Dios y del Espíritu Santo para mí y para mi vida».
Monseñor Aldo Giordano, secretario general del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas, explicitó a Zenit que «Chiara ha llevado a la humanidad un carisma de Dios basado en la unidad, y el secreto de esta unidad es la relación personal con Jesús en la cruz, concretamente el momento en el que Jesús grita el abandono del Padre y por tanto hace suyos todos los abandonos de la humanidad, todas las heridas de la humanidad y sus lágrimas».
Carla Cotignoli, responsable de comunicación de los Focolares, explica que «lo que ella llevaba siempre en el corazón es que existe un sistema de vida que renueva la política, que renueva la economía, que renueva la cultura, que renueva el arte, la comunicación, todo… porque este amor recíproco no es simplemente decir «querámonos mucho», sino que es el modelo de vida de la Trinidad».
Esta focolar italiana cuenta que «para nosotros este período ha sido como hacer un examen de conciencia siempre sobre esto, porque ella sabía que algo grande está en juego, porque del amor recíproco es posible esta presencia de Jesús allí donde estén dos o más y es una presencia que convierte lo divino en tangible».
«Chiara Lubich en toda su vida ha hablado de unidad, ha edificado la comunión, ha vivido, ha luchado con todas sus fuerzas para que la Iglesia sea más y más esa casa de comunión que Juan Pablo II con tanto coraje en sus documentos también propugnaba», añade Cinto Busquet, sacerdote focolar especialista en diálogo entre cristianismo y budismo japonés.
Este focolar recuerda: «Hace pocos años en la asamblea del Movimiento de los Focolares, Chiara nos dijo: como herencia, «Jesús en medio», y esa frase de Jesús en el Evangelio de Mateo «donde dos o mas están unidos en mi nombre yo estoy en medio de ellos»»
«Su herencia no sólo para la familia focolarina sino para toda la Iglesia creo que es ésa: tenemos siempre que hacer todo con la presencia del Señor entre nosotros y eso seré posible si vivimos entre nosotros con una relación de amor, concreto, vivido, en la comunión», concluye.
El obispo anglicano Robin Smith, representante del arzobispo de Canterbury en el funeral, afirma: «Pienso que Chiara es una de las figuras cristianas más excepcionales del siglo XX y XXI. Se hizo portadora de la unidad de todo el pueblo cristiano entre personas distintas, en todo el mundo, hasta el final, y creo que representa algo único, no sólo en la Iglesia católica, sino también en la Iglesia universal».
Imágenes del funeral de Chiara Lubich y algunas de estas entrevistas pueden verse en http://www.h2onews.org
Por Miriam Díez i Bosch