BELO HORIZONTE, lunes, 2 junio 2008 (ZENIT.org).- Para el arzobispo de Belo Horizonte, Brasil, es fundamental para la sociedad formar líderes que ejerzan los cargos con autoridad política anclada en una limpia autoridad moral.
Monseñor Walmor Oliveira de Azevedo escribe en un artículo remitido a Zenit este viernes que «quien ejerce cargos necesita tener, es imprescindible, autoridad política».
«Tener autoridad política no es lo mismo que tener competencia técnica», afirma. «En este ejercicio está el sentido más noble del servicio al bien y a la verdad, el compromiso de edificar el bien común, y la libertad de hacer valer, por encima de todo, el bien, sin comprometer la vida desde la concepción hasta el declive natural».
«Quienes tienen responsabilidades políticas no pueden olvidar o subestimar la dimensión moral de su representación», añade.
Esta dimensión moral –según monseñor Oliveira- «es constitutiva de representación y garantía de su eficacia, en cuanto medida en la atención justa de todo lo que se propone y es pertinente a la responsabilidad asumida y al cargo desempeñado».
«Tiene, pues, autoridad política, en cualquier ámbito, quien comparte la suerte del pueblo, ejerciendo la responsabilidad como búsqueda permanente de solución a los problemas sociales, y quien no negocia principios éticos, por mezquindad, presiones o falta de base filosófica».
«Una comprensión contemporánea de la gestión puede estar llevando al error de dimitir del contacto directo con la vida del pueblo, sustituido por la mesa de trabajo, por aquello que circula en el escritorio o por las estrategias para el alcance de metas», afirma.
Al presentar las características de la autoridad moral, el arzobispo explica que esta se conquista «mediante el recurso a las virtudes que favorecen el ejercicio del poder con espíritu de servicio, subraya la Doctrina Social de la Iglesia católica, tales como paciencia, caridad, modestia, moderación, esfuerzo de compartir».
«Es decir, ‘una autoridad ejercida por personas capaces de asumir auténticamente, como finalidad de la propia actuación, el bien común y no el prestigio y la adquisición de ventajas personales'».
Esto supone, según el arzobispo, en el momento actual, «una recuperación de un altruismo perdido y poco ejercido, así como pureza en el respeto de los principios éticos».
«Sin este altruismo y sin pureza de principios y valores, será cada vez más difícil superar la corrupción política que corroe el sistema democrático, al traicionar los principios de la moral y las normas de la justicia social».
Tener autoridad política, afirma monseñor Oliveira, «anclada en una limpia autoridad moral, es condición para colaborar, decisivamente, en la recuperación que la sociedad contemporánea debe hacer».
«Es hora de liderazgos nuevos, con autoridad moral, para evitar que la vida siga siendo golpeada por la traición vergonzosa de los principios y por la elección de legislaciones y prácticas que pasan por encima de la ética de la vida», afirma el arzobispo.
Por Alexandre Ribeiro, traducido del portugués por Nieves San Martín