CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 8 junio 2008 (ZENIT.org).- Acabar con el hambre no es imposible, puede lograrse con ¡n desarrollo centrado en la dignidad de la persona, explica el portavoz vaticano.
Padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ha analizado la propuesta dejada por Benedicto XVI en su Mensaje a la Conferencia mundial sobre la seguridad alimentaria, organizada por la FAO (2 de junio de 200) en el editorial del último número de «Octava Dies», semanario transmitido por el Centro Televisivo Vaticano.
El análisis comienza con una cita del mensaje papal: «Da de comer a aquellos que están muriendo de hambre, porque, si no les das de comer, les habrás matado».
Según el padre Lombardi, «nadie puede ocultar la dificultad de articular un plan operativo eficaz a medio y a largo plazo para erradicar el hambre en el mundo o solamente hacer frente en breve tiempo a la emergencia creada por el rápido aumento de los precios de los alimentos».
«En un mundo complejo como el nuestro las causas de los problemas son siempre múltiples, y por lo tanto también las respuestas; y no está dicho que estas sean coherentes y convergentes, porque también muchas veces están condicionadas por intereses diversos».
En este contexto, asegura el portavoz, la posición de la Iglesia insiste sobre todo sobre los principios fundamentales: «el derecho a la vida y por lo tanto a la alimentación como principio primario y para toda persona; el deber de la solidaridad hacia las personas y los pueblos».
El mensaje papal afirma que «si el respeto de la dignidad humana se hiciera valer sobre la mesa de las negociaciones, de las decisiones y de su puesta en práctica, se podrían superar obstáculos que de otra forma son insuperables, y se eliminaría el desinterés por el bien de los demás».
Resumiendo, concluye el padre Lombardi, «ante el hambre de los pobres no podemos considerarnos justificados por el hecho que superarlo es difícil. Es necesario encontrar las prioridades y los puntos de partida correctos. Las primeras personas a las que hay que ayudar son los pequeños agricultores de los países pobres con sus familias».
«Un desarrollo, por lo tanto, centrado en la dignidad de la persona».