ROMA, jueves, 12 junio 2008 (ZENIT.org).- Ante los excesos que vienen padeciendo los cristianos desde principios de junio en Egipto, el obispo copto-católico de Guiza, monseñor Antonios Aziz Mina, les invita a seguir mostrando un rostro de amor, amistad y fraternidad.
Según explicó a la asociación católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada, desgraciadamente, el mal es siempre ruidoso y visible, pero por esa misma razón es tan importante ofrecer un auténtico testimonio de amor. El prelado confiesa que espera que todas las personas lleguen a «estar en paz consigo mismas, con Dios y con los demás».
En su opinión, dos factores son los principales responsables de la violencia y el extremismo, a saber, la pobreza y la ignorancia, razón por la que hace un llamamiento a combatir ambas.
Dice que el hombre es responsable de la situación mundial, y que es preciso reforzar la ayuda a los países pobres, porque donde no hay perspectivas ni libertad, con frecuencia se desata la violencia.
Asimismo, señala que, combatiendo con más decisión la pobreza, sería posible frenar el intenso flujo migratorio, pues la mayoría de la gente no abandonaría su país si tuviera garantizada al menos la supervivencia. Sin embargo, cuando no es así, la gente acaba convencida de que «cualquier otro lugar es mejor», para luego muchas veces no encontrar trabajo en su nuevo destino. Por esta razón, prosiguió, muchos acaban delinquiendo.
El obispo explica que la Iglesia católica se esfuerza en despertar una nueva conciencia en la gente. Con sus escuelas, hospitales y programas de formación no sólo ayuda a los católicos, pues se trata de instituciones abiertas a todos los egipcios. En ellas, la Iglesia puede dar testimonio del amor «sin hablar directamente de Cristo ni recurrir a la Biblia».
«La gente sabe que soy cristiano, y que ayudo en nombre de Cristo», señaló monseñor Mina, precisando que así podía hacerse mucho en aras de una convivencia pacífica entre cristianos y musulmanes.
En la Diócesis de Guiza viven entre 8.000 y 9.000 católicos. Hay nueve parroquias y nueve sacerdotes, aunque tres de ellos están enfermos y dos trabajan en el seminario mayor. El obispo Mina dijo que lo que más necesita son sacerdotes, porque, aunque este año y el anterior hayan ingresado en el seminario mayor tres y dos jóvenes, respectivamente, la labor pastoral va en aumento. De ahí que la promoción de las vocaciones sea la primera prioridad, y que el trabajo con los jóvenes revista especial importancia.
Para este fin, existen varios programas pastorales, ejercicios y encuentros espirituales para niños y jóvenes. El prelado se congratuló de que muchos alumnos que no podían hacer sus deberes con tranquilidad en sus pequeñas casas, acudieran a menudo con sus libros a la iglesia. Ahí hay voluntarios que les ayudan, se reza una breve oración y, de tanto en tanto, se organizan juegos. De esta forma, los niños y jóvenes viven con la Iglesia.
«Quien afirme que ya ha alcanzado su meta, está muerto», subraya el obispo. Según él, encontramos nuevas metas cada vez que damos un paso adelante. Y así es la vida de Iglesia. Aseguró que, en este sentido, la Iglesia Católica egipcia aún le quedaban muchas metas por alcanzar.
Más del 90% de la población egipcia profesa el Islam, y en torno a un 6% son cristianos, en su mayoría, copto-católicos. Sólo unos 300.000 egipcios son católicos.