SANTIAGO, sábado 28 de junio de 2008 (ZENIT.org).- Al conmemorarse este 26 de Junio el Día Internacional de Prevención de Drogas, el Presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Alejandro Goic Karmelic, invitó a tener miradas más amables y humanizantes a quienes sufren los efectos de este flagelo. Esta es su declaración.
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La Iglesia quiere ser discípula y misionera de Jesucristo para que nuestro pueblo, en Él, tenga vida plena. Queremos encontrarnos cada vez más con Cristo, porque es la fuente en la que podemos beber vida verdadera y abundante, como personas y como sociedad. En Él alimentamos la esperanza para superar todos nuestros males personales y sociales.
Al conmemorarse este 26 de Junio el Día Internacional de Prevención de Drogas recordamos que en nuestra patria hay miles de niños, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, que viven las consecuencias del uso problemático de drogas. Y no se trata solamente de una dificultad que golpea a quienes sufren este flagelo, sino de un problema que ya nos afecta a todos como sociedad, aunque se manifiesta en personas concretas. Nos hemos propuesto luchar y derrotar la pobreza en Chile. Pues bien, entre las «nuevas pobrezas» de las que nos habla el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (cfr. Nº 5) se encuentra esta «insidia de la droga» que afecta a menudo no solamente a quienes tienen carencias económicas sino también a quienes poseen recursos, agobiados muchas veces por el sinsentido de su vida. Los obispos del continente han destacado a los adictos dependientes como uno de los «rostros sufrientes» que «nos duelen» en América Latina y el Caribe, porque «el problema de la droga es como una mancha de aceite que invade todo. No reconoce fronteras, ni geográficas ni humanas… La Iglesia no puede permanecer indiferente ante este flagelo que está destruyendo a la humanidad, especialmente a las nuevas generaciones» (Aparecida 422, 2007).
Los adictos son personas sufrientes que, habiendo perdido su libertad por la droga, han desarrollado una terrible capacidad de disimular su dolor, viviendo muchas veces una situación de exclusión que se torna cada vez más desoladora y dramática.
Quienes vivimos en esta tierra solidaria, y en primer lugar los cristianos, no podemos desentendernos de este problema social y dejar abandonados a estos hermanos. Necesitamos miradas más amables y humanizantes de parte de cada uno de nosotros y de toda la sociedad, para aumentar nuestra preocupación por esta realidad y hacer los esfuerzos necesarios para superarla solidaria y comunitariamente. Si es verdad que la persona es lo más importante entre nosotros, y a ella queremos atender y desarrollar, no podemos descuidar esta situación que daña a tantos de nosotros y por lo mismo nos daña a todos.
En este Día, queremos agradecer y estimular el trabajo de tantas personas que, con gran esfuerzo y sacrificio, buscan dar respuesta a esta dura realidad. Desde el Consejo Nacional contra los Estupefacientes (CONACE), como los numerosos organismos de Iglesia, tales como el Hogar de Cristo, la Fundación Don Bosco, la Pastoral Nacional de Alcohol y Drogas, la Escuela de Estudios y Formación en Abordaje de Adicciones (EFAD) y muchos otros, también en organizaciones de Iglesias y comunidades eclesiales hermanas, así como diversas ONG que, desde distintos niveles y ángulos trabajan por la prevención de esta lacra social y por la rehabilitación de quienes son sus víctimas.
Al mismo tiempo invitamos a todos a profundizar en las causas que hacen posible este mal más que en los paliativos, para enfrentarlas unidos y con coraje, convencidos que sólo así podremos superarlo y que en este caminar podemos encontrarnos con el Señor de la Vida y la Historia.
+ Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile