CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 5 octubre 2008 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que dirigió Benedicto XVI este domingo al rezar el Ángelus junto a miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, tras haber presidido la celebración eucarística de apertura del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra en la Basílica de San Pablo Extramuros.
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Queridos hermanos y hermanas:
Esta mañana, con la santa misa en la Basílica de San Pablo Extramuros, ha comenzado la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebrará en el Vaticano durante tres semanas y afrontará el tema: «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia». Vosotros conocéis el valor y la función de esta asamblea particular de obispos, escogidos para representar a todo el episcopado y convocados para ofrecer al sucesor de Pedro una ayuda más eficaz, manifestando y consolidando al mismo tiempo la comunión eclesial.
Se trata de un organismo importante, instituido en septiembre de 1965 por mi venerado predecesor, el siervo de Dios Pablo VI (Cf. carta apostólica en forma de motu proprio «Apostolica sollicitudo«), durante la última fase del Concilio Vaticano II para aplicar una consigna contenida en el decreto sobre el ministerio de los obispos (Cf. Christus Dominus, 5).
Estas son las finalidades del Sínodo de los Obispos: favorecer una cercana unión y colaboración entre el Papa y los obispos de todo el mundo; ofrecer información directa y exacta sobre la situación y los problemas de la Iglesia; favorecer el acuerdo sobre la doctrina y la acción pastoral; afrontar temas de gran importancia y actualidad. Estas tareas son coordinadas por una secretaría permanente, que trabaja en directa e inmediata dependencia de la autoridad del obispo de Roma.
La dimensión sinodal forma parte constitutiva de la Iglesia: consiste en converger de todo pueblo y cultura para convertirse en uno en Cristo y caminar juntos tras Él, que dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Juan 14,6). De hecho, la palabra griega sýnodos, compuesta por la preposición syn, es decir «con», y de odòs, que significa «camino», sugiere la idea de «hacer camino juntos», y es precisamente ésta la experiencia del Pueblo de Dios en la historia de la salvación. Para la asamblea general ordinaria, que hoy comienza, he escogido, acogiendo autorizados puntos de vista en este sentido, el tema de la Palabra de Dios a profundizar desde una perspectiva pastoral, en la vida y en la misión de la Iglesia. Ha sido amplia la participación en la fase preparatoria por parte de las Iglesias particulares de todo el mundo, que han enviado sus contribuciones a la Secretaría del Sínodo, que a su vez ha elaborado el Instrumentum laboris, documento sobre el que discutirán los 253 padres sinodales: 51 de África, 62 de América, 41 de Asia, 90 de Europa y 9 de Oceanía. A ellos se les añaden numerosos expertos y auditores, hombres y mujeres, así como «delegados fraternos» de las demás iglesias y comunidades eclesiales y algunos invitados especiales.
Queridos hermanos y hermanas: os invito a todos a apoyar los trabajos del Sínodo con vuestra oración, invocando en especial la intercesión maternal de la Virgen María, perfecta discípula de la divina Palabra.
[Después de rezar el Ángelus, el Papa añadió:]
Esta noche comenzará una singular iniciativa, promovida por la RAI con el título «Biblia, de día y de noche». Se trata de la lectura ininterrumpida de toda la Biblia durante siete días y siete noches, desde hoy hasta el próximo sábado 11 de octubre, transmitida por televisión en directo. La sede será la basílica romana de la Santa Cruz en Jerusalén, y los lectores que se relevarán serán casi 1.200 de 50 países distintos, en parte elegidos con criterio ecuménico y muchos inscritos voluntariamente. Este acontecimiento se inscribe perfectamente en el Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios, y yo mismo daré inicio a la lectura del primer capítulo del libro del Génesis, que será transmitido esta tarde a las siete en el primer canal de la RAI. De esta forma la Palabra de Dios podrá entrar en las casas para acompañar la vida de las familias y de los individuos: una semilla, que si se acoge bien, no dejará de producir abundantes frutos.
[El Papa saludó a continuación a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]
Doy mi cordial bienvenida a los participantes de lengua española en esta oración del Ángelus, e invito a todos a orar por los trabajos del Sínodo de los Obispos, que en los próximos días reflexionará sobre la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia. Y pidamos a María que nos enseñe a escuchar y acoger con todo nuestro ser lo que Dios nos dice por medio del Verbo encarnado para nuestra salvación. Feliz domingo.
[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2008 – Libreria Editrice Vaticana]