Benedicto XVI: evangelizar exige prestar atención a los “nuevos areópagos”

Mensaje a los obispos europeos sobre el papel de los medios de comunicación

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 5 octubre 2008 (ZENIT.org).- La esperanza de una «atención especial» a los «nuevos aréopagos», en los que difundir cada vez más la Palabra de Dios, ha sido expresada por Benedicto XVI en el mensaje enviado a la Asamblea Plenaria de los presidentes de las conferencias episcopales de Europa, reunida en Esztergom, Hungría, del 30 de septiembre al 3 de octubre.

En un mensaje enviado al cardenal Péter Erdő, arzobispo de Esztergom-Budapest y presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, explica que, dado que uno de los primeros argumentos tratados será la relación entre Iglesia y medios de comunicación, el Papa «anima a cada uno de vosotros a hacer el mejor uso posible de las oportunidades a vuestra disposición para sembrar la Palabra de Dios a la gente de vuestros respectivos países».

«En este año dedicado al apóstol san Pablo, que expresó la verdad del Evangelio en términos accesibles a un amplio y variado público, los ‘nuevos areópagos’ merecen una atención especial de los pastores de la Iglesia», escribe el purpurado.

Benedetto XVI, recuerda, «ora especialmente a fin de que se encuentren vías para guiar a las personas empeñadas en los medios de comunicación a ser todavía más respetuosas con la verdad de la información y la dignidad de la persona humana, de manera que su mensaje pueda contribuir realmente la construcción del reino de Dios en la tierra».

En su intervención de apertura de la Asamblea Plenaria, el cardenal Erdő afirmó que «la actual gran crisis financiera, especialmente evidente en Estados Unidos, demuestra con claridad empírica que el mercado libre, con su deseo de un beneficio cada vez mayor y más veloz, no es capaz de regularse a sí mismo y mucho menos es capaz de sostener y guiar al mundo entero».

«Sin una regulación sana y responsable por parte de los estados, de la comunidad de los ciudadanos, el liberalismo desenfrenado conduce al colapso», subrayó.

Para el presidente del CCEE, no se trata de una simple queja, sino de invitar a «la libertad humana a la responsabilidad y a defender los derechos humanos inviolables apelando al mismo tiempo a los deberes de la persona humana hacia la comunidad y hacia Dios».

En el Año Paulino, el purpurado invitó a los obispos de Europa a tomar como modelo al apóstol Pablo y a no desanimarse ante los «problemas que aprisionan a nuestra generación».

Preguntándose cómo es posible «alegrarse llevando el peso de tantos problemas y sufrimientos», el cardenal pidió a los prelados dirigir la mirada a la sonrisa de Nuestra Señora, que «aúna compasión y felicidad, transformando las lágrimas de la pasión en el consuelo de la gloria».

El purpurado, primado de Hungría, expresó su rechazo de todas las formas de cristianofobia, en especial las «más capciosas y transmitidas por los medios de comunicación cuando usan la denigración, calumnia, desinformación y búsqueda del sensacionalismo».

En este caso, es necesario «que los medios de comunicación asuman su responsabilidad», mientras que la Iglesia debe «invertir en la formación para contar con personas que tengan capacidad crítica ante los medios y puedan contribuir a transmitir en ellos una imagen de Iglesia auténtica y no una máscara de la misma».

La discriminación y la intoleracia hacia los cristianos deben ser afrontadas por la comunidad internacional «igual y con la misma determinación con que se combaten formas de incitación al odio contra otras comunidades religiosas», sobre todo a través de «la tutela del derecho a la libertad religiosa, elemento inalienable de cada persona humana».

La libertad religiosa, observó, «demasiadas veces es entendida como libertad de religión, según una visión que niega la dimensión trascendente de la persona y en consecuencia también la dimensión pública de la libertad religiosa».

Por su parte, el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena y presidente de la Conferencia Episcopal Austriaca, afirmó en la homilía de la misa de apertura de la Asamblea que la «voluntad de tomar las riendas y no dejar a Dios la conducción de la Historia ha sido la tentación del siglo XX. Y esta experiencia trajo mucho sufrimiento en el siglo pasado».

«Jesús, en cambio, no quiso imponer la justicia con la violencia. Su mirada está dirigida a Jerusalén. En Jerusalén, ve ya el camino de la paz, el don de la vida: no quitar la vida a los otros sino dar la propia vida por los demás. Este es el camino de la esperanza, del perdón: esta es la misericordia de Jesús».

«¡Cuántos en Hungría han descubierto en la cruz de Jesús la respuesta a sus sufrimientos, cuántos se han hecho testigos del perdón y no de la venganza!», exclamó.

«Estamos invitados a dirigir nuestra mirada, nuestro rostro hacia Cristo, para encontrar en su camino hacia Jerusalén la cruz y la resurrección, esta luz que puede iluminar también nuestros sufrimientos y nuestras cruces».

Traducido por Nieves San Martín

 

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ZENIT Staff

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