CIUDAD DEL VATICANO, martes 7 de octubre de 2008 (ZENIT.org) El prefecto de la Congregación de la doctrina de la Fe, cardenal William Joseph Levada, habló ayer a los obispos participantes en el Sínodo, sobre la Sagrada Escritura como fuente principal de toda inspiración teológica, así como su “unión indisoluble” con la Tradición.
En su discurso pronunciado ayer lunes, el cardenal Levada explicó que “la vida y la misión de la Iglesia se basa en la Palabra de Dios, que la nutre y la expresa, porque esa es el alma de la teología y además la inspiradora de toda la existencia cristiana”.
Recalcó la necesidad de obedecer y venerar la palabra de Dios para que sea acogida y para que así los fieles en Cristo vivan en comunión.
El prelado hizo también alusión a la Constitución dogmática Dei Verbum del Concilio Vaticano II, que habla sobre la unidad entre la Palabra de Dios y la Tradición, las cuales provienen de la misma fuente.
Aseguró que sólo la viva tradición eclesial permite una recta comprensión de las Sagradas Escrituras ser comprendidas como “auténtica palabra de Dios que se hace guía, norma y regla para la vida de la Iglesia y el crecimiento espiritual de los creyentes”.
“Con ello se rechaza cualquier interpretación subjetiva, puramente experimental y unilateral” que se hace “incapaz de acoger en sí misma, el sentido global que en el transcurso de los siglos ha guiado la tradición del pueblo de Dios”.
Por ello, refiriéndose nuevamente a la Dei Verbum, recalcó la necesidad de que estas interpretaciones sean iluminadas por el Magisterio, el auténtico intérprete de la Palabra de Dios, y subrayó la responsabilidad que tienen los obispos en esta tarea.
“Este es un asunto que compete directamente a los obispos en primera persona, sea como oyentes de la Palabra, sea como servidores de la misma, según el munus docendi que han recibido” y aseguró que el Sínodo es una instancia propicia para ello y que en las sesiones se debe “promover la verdad y la unidad del diálogo pastoral al interior del Cuerpo Místico de Cristo”
El purpurado habló también de la importancia de familiarizarse y hacer vida el contenido de las Sagradas Escrituras y se refirió a la carta a los hebreos que recuerda que “la palabra de Dios es viva y eficaz”. Recordó que el ser humano debe acogerla con humildad y responsabilidad y que este debe ser el fin de su vida.
“Sólo quien la vive – la Palabra de Dios – en un compromiso concreto de crecimiento puede comprender lo que escribe San Pablo a los cristianos de Corinto “hay de mí si no predicase el Evangelio”, concluyó el cardenal.
Por Carmen Villa