CIUDAD DEL VATICANO, viernes 10 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- El primer aplauso a una de las intervenciones de los participantes en el Sínodo de los Obispos de la Palabra se lo ha llevado un no católico.
El reverendo Robert K. Welsh, presidente del Consejo para la Unidad de los Cristianos de los Discípulos de Cristo, Iglesia cristiana con particular presencia en los Estados Unidos, deseó en la tarde de este jueves que esta asamblea sinodal sirva para renovar incluso a los no católicos.
El tema del Sínodo, «La Palabra de Dios en la vida y la misión de la Iglesia», según dijo el «delegado fraterno», es «un tema central en la vida de toda la Iglesia, que llama a obedecer y escuchar a la Iglesia, obediencia en nuestra proclamación y obediencia en nuestra respuesta a la Palabra de Dios hecha carne para el bien y la salvación del mundo entero».
Según Welsh, «la unidad de los cristianos es el corazón del mensaje del Evangelio; las divisiones en el seno del Cuerpo de Cristo son un escándalo ante Dios y ante el mundo».
«Nuestra división en la Mesa de la Eucaristía representa una negación continua del poder de la cruz de sanar, reconciliar y unir todas las cosas en la tierra y todas las cosas en el cielo».
El representante ecuménico manifestó su esperanza en que este «Sínodo profundice su reflexión sobre la relación entre la Palabra de Dios, la Eucaristía y la unidad de todos los cristianos en el único Cuerpo de Cristo».
En segundo lugar, deseó a los obispos católicos que «vuestras discusiones durante este Sínodo examinen de manera más completa la relación entre la Palabra de Dios y la misión de la Iglesia, especialmente por lo que respecta a los pobres y los que sufren, los oprimidos y los marginados».
«Mi Iglesia se ha comprometido en la comprensión de la misión basada en el principio guía de la ‘presencia crítica’ en la misión, que da la prioridad al ministerio hacia y con los interlocutores a nivel de la necesidad más profunda; no sólo escuchar a los pobres, sino preparar el encuentro con la Palabra viva de Dios en su lucha y su testimonio cotidiano de esperanza ante la desesperación, de vida ante la muerte».
Welsh aseguró sus oraciones «para que este Sínodo de los Obispos, con su reflexión sobre la Palabra de Dios, no lleve sólo a una renovación de la vida de la Iglesia católica, sino que sirva realmente a toda la Iglesia, y lleve a una renovación en el movimiento ecuménico y en todas las Iglesias en la tarea común de la misión en el mundo a la que estamos llamados».
Tras Welsh intervino el reverendo Gunnar Stalsett, obispo emérito de Oslo, Noruega, de la Federación Luterana Mundial para asegurar que «el tema del Sínodo es verdaderamente ecuménico, interesa a todas las religiones y posee un mensaje para el mundo».
«El diálogo entre católicos y luteranos ha contribuido por más de 30 años a la sustancia del tema del Sínodo con cuestiones centrales como la doctrina de la justificación, el rol del ministerio consagrado y la naturaleza de la iglesia», reconoció.
Según el representante luterano, «las tres religiones del Libro – judaísmo, cristianismo e islam – se encuentran hoy en una encrucijada entre secularismo y fundamentalismo».
«Libertad religiosa y libertad de expresión son derechos humanos fundamentales. Esto implica que en la sociedad deben existir espacios para expresiones fundamentalistas de fe, aunque esto lleve a sectarismos y divisiones», afirmó.
Ahora bien, siguió diciendo, «el terrorismo en nombre de Dios es una ofensa a todos los credos, porque es violencia contra Dios. El antídoto al fundamentalismo puede ser solamente una interpretación más auténtica de las Sagradas Escrituras. La Iglesia debe seguir manteniendo el equilibrio entre tolerancia y verdad».
«La globalización del desasosiego y de la desesperación requiere la globalización de la salvación y de la esperanza. Los líderes religiosos están llamados a un ministerio de paz y de reconciliación», concluyó.
En el Sínodo están participando diez delegados fraternos de otras Iglesias y comunidades eclesiales. En los próximos días, el resto tomará la palabra ante la asamblea.