QUITO, miércoles, 15 octubre 2008 (ZENIT.org).- En la catedral metropolitana de Quito, se celebró a mediodía de este día martes 14 de octubre la Santa Misa por el descanso eterno del cardenal González Zumárraga.
Dicha celebración –informa la Comisión de medios de comunicación de la Arquidiócesis de Quito– fue presidida por el anuncio apostólico en Ecuador Giacomo Guido Ottonello, y concelebrada por el arzobispo emérito de Portoviejo Luis Alberto Luna Tobar; el arzobispo emérito de Cuenca; y el obispo vicario apostólico emérito del Napo; el cabildo metropolitano, y la participación de 350 sacerdotes del clero arquidiocesano, de las diferentes comunidades religiosas y de las diversas jurisdicciones eclesiásticas del Ecuador.
La celebración contó con la presencia del alcalde del distrito metropolitano de Quito, general Paco Moncayo, quien en nombre del consejo metropolitano entregó una condecoración post-mortem al cardenal Antonio González.
La iglesia catedral contó con una presencia innumerable de fieles que, con lágrimas en sus ojos, daban el adiós al cardenal González, con la certeza de que Dios lo ha llamado a contemplar su rostro.
Los cantos entonados magistralmente por los coros del Seminario Mayor y del Secretariado Permanente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana hicieron sentir a quienes participaban en la celebración que, “la muerte no es el final de la vida”.
Gran emoción se sintió cuando al entonar el canto pascual “Resucitó” todos los fieles a una voz expresaban la fe en la Resurrección de quienes han participado en la muerte de Cristo.
La lectura del telegrama enviado por Benedicto XVI llenó a los presentes y a quienes seguían la celebración a través de los medios de comunicación de la Iglesia.
Luego de dos horas de celebración, se procedió a la inhumación de los restos mortales del cardenal Antonio González en la cripta de la catedral metropolitana, en el ambiente propio de la intimidad familiar y con la presencia de los obispos que habían asistido a dicha celebración: el nuncio apostólico pronunció la oración propuesta por el ritual de exequias, previo a dar sepultura al cuerpo sin vida del señor cardenal.
La Arquidiócesis de Quito expresa su gratitud “a quienes en estos momentos de dolor asistieron y compartieron con los familiares del cardenal González sus palabras de aliento y fortaleza en el Señor” y los medios de comunicación que cubrieron dicho acontecimiento.