CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 16 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Los obispos de Ecuador han informado a Benedicto XVI sobre la crisis política que atraviesa el país, al ser recibidos por el Papa con motivo de su quinquenal visita «ad limina apostolorum».
Este jueves, en el encuentro conjunto y final, monseñor Antonio Arregui Yarza, presidente de la Conferencia Episcopal, sintetizó la situación en el discurso que entregó al Papa.
El arzobispo de Guayaquil reconoció que «no han faltado en los últimos tiempos algunas dificultades con el poder público en sus variadas formas, según las deficiencias mostradas por los sucesivos gobiernos».
«El país atraviesa, en realidad, una prolongada crisis, cuya raíz hemos situado en el plano moral», aclaró el prelado, recogiendo en parte los informes que en estos días han presentado los prelados ecuatorianos al Santo Padre.
En el plano político, consideró, «la crisis ha provocado una incesante petición popular de cambios, que permitan superar las indignas condiciones de vida de muchos».
En última instancia, explicó, «las aspiraciones insatisfechas han derivado en una desconfianza respecto a la democracia y en una llamativa inestabilidad».
En particular, el arzobispo habló sobre el actual proyecto político que promueve el gobierno actual, y que se ha concretizado en la Constitución aprobada por referéndum.
El presidente recordó, que como ha hecho siempre en víspera de los procesos electorales, la Conferencia Episcopal emitió una declaración el pasado 28 de julio.
En ella, «reconociendo algunas formulaciones positivas, se señalaron aspectos sobre el derecho a la vida desde la concepción, la naturaleza de la familia, la libertad de la educación, y los derechos de las familias al respecto, que sin entrar en otros varios temas preocupantes, aparecían en discrepancia con las convicciones contenidas en la Doctrina Social de la Iglesia».
«Las diócesis se comprometieron a ilustrar con estos juicios las conciencias de sus fieles en orden a una definición responsable de su voto», indicó.
Esta declaración episcopal, «unánime», señaló monseñor Arregui, «encontró una reacción muy fuerte por parte de régimen. Se quiso degradar nuestro magisterio al calificarlo como político y servidor de la oposición, mediante una propaganda millonaria de contenido tan agresivo como inexacto».
«Ponemos en manos de Dios un futuro incierto que quisiéramos, una vez pasada la efervescencia electoral, apoyado en diálogos amplios, generosos y constructivos con el poder público».
«Necesitamos, desde luego, con la ayuda del Señor, sostener el mensaje del Evangelio con libertad de espíritu, sembrar paz y concordia, señalar el camino de las soluciones más que el de las confrontaciones», concluyó.
El prelado agradeció al Papa la canonización el pasado domingo de santa Narcisa de Jesús Martillo Morán, laica, catequista y «servidora de los pobres».