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Padres sinodales
– S. Em. R. Card. Angelo BAGNASCO, Arzobispo de Génova, Presidente de la Conferencia Episcopal (ITALIA)
– S. Em. R. Card. Giovanni LAJOLO, Presidente del Gobernatorado del Estado de la Ciudad del Vaticano (CIUDAD DEL VATICANO)
– S.E.R. Mons. Raymond Leo BURKE, Arzobispo emérito de Saint Louis, Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica (CIUDAD DEL VATICANO)
– S. Em. R. Card. Joseph ZEN ZE-KIUN, S.D.B., Obispo de Hong Kong (CHINA)
– S.E.R. Mons. Joseph OSEI-BONSU, Obispo de Konongo-Mampong (GHANA)
– S.E.R. Mons. Paul CREMONA, O.P., Arzobispo de Malta, Presidente de la Conferencia Episcopal (MALTA)
– S.E.R. Mons. Venant BACINONI, Obispo de Bururi (BURUNDI)
– S.E.R. Mons. Joviano DE LIMA JÚNIOR, S.S.S., Arzobispo de Ribeirão Preto (BRASIL)
– S.E.R. Mons. Rayappu JOSEPH, Obispo de Mannar (SRI LANKA)
– S.E.R. Mons. Augustin TRAORÉ, Obispo de Ségou (MALÍ)
– S.E.R. Mons. Lucjan AVGUSTINI, Obispo de Sapë (ALBANIA)
– S. Em. R. Card. Antonio CAÑIZARES LLOVERA, Arzobispo de Toledo (ESPAÑA)
– S.E.R. Mons. Claudio Maria CELLI, Arzobispo titular de Civitanova, Presidente del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales (CIUDAD DEL VATICANO)
– S.E.R. Mons. Fragkiskos PAPAMANÓLIS, O.F.M. Cap., Obispo de Syros, Administrador de Milos (GRECIA)
– S.E.R. Mons. Felix TOPPO, S.I., Obispo de Jamshedpur (INDIA)
– S.E.R. Mons. Joaquim FERREIRA LOPES, O.F.M. Cap., Obispo de Viana (ANGOLA)
– Revmo. P. Kieran O’REILLY, S.M.A., Superior General de la Sociedad de las Misiones Africanas
– S.E.R. Mons. Daniel CARO BORDA, Obispo de Soacha (COLOMBIA)
– S. Em. R. Card. Giovanni Battista RE, Prefecto de la Congregación para los Obispos (CIUDAD DEL VATICANO)
– B. D.nus Baselios Cleemis THOTTUNKAL, Arzobispo Mayor de Trivandrum de los Siro-Malankareses, Presidente del Sínodo de la Iglesia de los siro-malankares (INDIA)
– S.E.R. Mons. Joseph Albert SERRANO ANTÓN, I.E.M.E., Obispo de Hwange (ZIMBABUE)
– S.E.R. Mons. John Olorunfemi ONAIYEKAN, Arzobispo de Abuja (NIGERIA)
– S.E.R. Mons. Louis-Marie Ling MANGKHANEKHOUN, Obispo titular de Acque nuove di Proconsolare, Vicario Apostólico de Paksé (LAOS)
– S.E.R. Mons. Jörg Michael PETERS, Obispo titular de Fordongianus, Obispo auxiliar de Trier (ALEMANIA)
– S.E.R. Mons. Giuseppe FRANZELLI, M.C.C.I., Obispo de Lira (UGANDA)
– S.E.R. Mons. Pierre-André DUMAS, Obispo de Anse-à-Veau et Miragoâne (HAITI)
Oyentes
– Dra. Hanna-Barbara GERL-FALKOVITZ, Profesora de Filosofía de la Religión y de Historia comparada de las Religiones de la Universidad Técnica de Dresde (ALEMANIA)
– Rev.do Ari Luis DO VALE RIBEIRO, Profesor de Teología del Seminario Diocesano, San Amaro (BRASIL)
– Sr. Ricardo GRZONA, Presidente de la Fundación Ramón Pané de Honduras; Consultor católico de las Sociedades Bíblicas Unidas (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)
– S. Em. R. Card. Angelo BAGNASCO, Arzobispo de Génova, Presidente de la Conferencia Episcopal (ITALIA)
1. Deseo en primer lugar agradecer al Señor la experiencia de gracia que es el Sínodo: en esta santa Asamblea se ve el rostro siempre joven del Resucitado, verdadera esperanza del mundo. La Iglesia es consciente de tener una gran alegría que no puede reprimir. Por esto en el corazón del diálogo, en cualquier contexto cultural y social, comunitario y personal, se encuentra el núcleo irradiador de la misión.
2. No podemos olvidar que el encuentro del hombre con Cristo, Palabra Encarnada, y con «la Palabra de Dios escrita o transmitida» (DV 10), es siempre el encuentro de dos libertades, la de Dios y la de cada persona. ¡Tampoco Jesús, Mensajero y mensaje, ha sido siempre acogido!
Frente a la secularización, debemos interrogarnos sobre cómo mejorar el anuncio, conocer mejor las culturas y los contextos, pero sin olvidar nunca el drama decisivo de la libertad personal, y sabiendo que las vías de Dios son infinitas. Siempre es necesario que cada uno se desafíe libremente a sí mismo con la Palabra que lee.
3. Sin excluir ocasiones orgánicas, me parece oportuno utilizar medios sencillos y pequeños: éstos son más practicables en un contexto, por lo menos el occidental, preso de un ritmo convulso que no suele facilitar las ocasiones para la calma ni para una comprometida profundización. Se han presentado algunas sugerencias que comparto: el cuidado de la homilía, la difusión de la Biblia, ayudas sencillas y ágiles, pequeños grupos…
4. Por lo que se refiere a la formación a una fe pensada y consciente, capaz de dar razón de nuestra propia esperanza (cfr. 1 Pedro), me parece oportuno recordar que si es necesario recorrer el camino del conocimiento documentado, compartido y en oración de la Palabra de Dios escrita, también lo es recorrer el camino de la razón. La Sagrada Escritura está llena no sólo de verdades sobrenaturales, sino también de verdades naturales que asume, confirma y lleva a cumplimiento. Vuelve la necesidad y la urgencia de mantener unidos la Escritura, la Tradición y el Magisterio (DV 10), para que el creyente pueda comprender mejor las grandes cuestiones del nacer y del morir, de la familia y de la libertad, del amor y de la ley natural, de la eutanasia, de la fecundación… y las sepa presentar también a los no creyentes, para los cuales la Biblia vale sólo por la fuerza de los argumentos. Cuando la Iglesia habla de estos temas no hace ingerencias, no se sale de su misión evangelizadora, sino que está dentro de su misión. Al mismo tiempo sirve a las culturas y a las sociedades para que puedan volverse más humanas. Es exactamente éste el espíritu y el objetivo del «Proyecto cultural» que la CEI lleva adelante desde 1995 en Italia.
– S. Em. R. Card. Giovanni LAJOLO, Presidente del Gobernatorado del Estado de la Ciudad del Vaticano (CIUDAD DEL VATICANO)
Se presenta la cuestión acerca de cómo hacer para que la Palabra de Dios llegue de manera convincente a tres categorías de personas:
– Los analfabetos y quienes, aún sabiendo leer, no leen y pueden caer fácilmente en creencias y supersticiones absurdas. Convendría estudiar como poder llegar a ellos personalmente o con medios audiovisuales de fácil comprensión y vasta difusión.
– Las personas de un cierto nivel cultural, a veces hasta muy elevado, que se sienten ofendidas por las páginas de la Biblia en las que aparecerían violados, por orden o con el consenso de Dios, derechos humanos fundamentales. Para ellas se debería tratar de profundizar ulteriormente el concepto de inspiración de la Sagrada Escritura.
– Los que creen en el Antiguo Testamento, a los cuales no les gusta proponer la realización de las profecías, cual conocible post fidem. A ellos se debería pues poder mostrarles el significado cristiano de las profecías realizadas en el Mesías Jesús, cual conocible ante fidem.
– S.E.R. Mons. Raymond Leo BURKE, Arzobispo emérito de Saint Louis, Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica (CIUDAD DEL VATICANO)
En referencia al n. 58 del Documento de trabajo, las Sagradas Escrituras enseñan que Dios ha escrito Su ley en cada corazón humano. La ley natural divina, escrita en el corazón humano, puede ser descubierta mediante la razón, pero sólo a través de la Palabra de Dios inspirada puede ser anunciada a todos con claridad (cf. Rm 2, 15).
2. En un contexto de materialismo difundido, relativismo e individualismo radical urge particularmente presentar la enseñanza de la Escritura sobre la ley moral natural como un patrimonio común de cada hombre.
3. Es igualmente urgente la necesidad de proclamar la enseñanza de inspiración divina sobre la disciplina que p
redispone al hombre a hacer aquello que es el bien y evitar lo que es el mal. La Sagrada Escritura nos enseña que, en el hombre, la observancia de la ley no es la máxima expresión de sí mismo si no el fundamento insustituible de la más alta expresión del bien que está en el hombre.
4. Promover la enseñanza de la Escritura entre las disciplinas de la vida de los individuos y de la sociedad representa un desafío en una sociedad antinómica que ha hecho de la ley un instrumento en manos de los más poderosos.
5. En cuanto a la relación entre la Palabra de Dios y la ley, es importante subrayar el servicio que el derecho canónico desarrolla en la Iglesia mediante el cual la vida de Cristo puede crecer y difundirse en la Iglesia entera. En su Constitución Apostólica Sacrae disciplinae leges, el Papa Juan Pablo II, describiendo el servicio del Derecho Canónico en la Iglesia, se refirió a «la lejana herencia de derecho contenida en los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, de la cual toma su origen, como de su fuente primera, toda la tradición jurídica y legislativa de la Iglesia».
6. En la Iglesia, como en la sociedad, la comprensión de la ley fue opacada y, en algunos casos, se ha perdido. Esto ha conducido a efectos gravemente nocivos como, por ejemplo, la difusa inobservancia de las leyes litúrgicas y el insuceso de los procedimientos a través de los cuales los fieles revindican sus propios derechos y los delitos eclesiásticos son debidamente sancionados.
7. Un mayor conocimiento del servicio de la ley en la Iglesia, mediante el estudio de la Palabra de Dios, no sólo ayuda a la Iglesia a comprender y sacar provecho del don de la disciplina canónica para el cumplimiento de su misión divina, sino que también ayuda a toda la sociedad en general a comprender y sacar provecho del servicio insustituible de la ley para el cumplimiento del bien común.
– S. Em. R. Card. Joseph ZEN ZE-KIUN, S.D.B., Obispo de Hong Kong (CHINA)
Quisiera detenerme un momento sobre la Palabra de Dios en cuanto Creadora de la belleza del Universo y del ser humano, dotado de inteligencia y de corazón y por esto, capaz de dialogar con su Creador.
Este aspecto de la Palabra está presente en el Documento de trabajo pero, viniendo de país donde la Palabra Revelada en sentido estricto todavía no ha llegado a muchos y donde los semina Verbi, en cambio, abundan en la cultura sapiencial del pueblo, quisiera volver al argumento expresando alguno de mis deseos.
El primer deseo sería que este aspecto de la Palabra recibiera un desarrollo adecuado en el texto final y que esta Asamblea formulara alguna recomendación al respecto.
En Hong Kong con las seis religiones principales trabajamos juntos para conservar la preciosa herencia de la sabiduría china.
La Iglesia católica en China siempre encontró una buena aliada en la doctrina confuciana.
Si nosotros, movidos por la caridad, consiguiéramos infundir en las generaciones jóvenes las virtudes chinas tradicionales, les habremos ayudado a dar un gran paso hacia la santidad.
Constatamos, desgraciadamente, lo que sucede cuando faltan estas virtudes: una tremenda caída de los valores sagrados de la vida, del matrimonio y de la familia, una corrupción descarada, un acallar la voz de la conciencia, por lo cual, con la finalidad de fáciles ganancias, se llega hasta a envenenar la leche causando daños a la salud y a la vida de niños indefensos.
Un segundo punto. Es verdad que esta Palabra Creadora del Universo y de la conciencia humana es además una Palabra finalizada a la salvación que es sobrenatural. Dando esto por cierto, sin embargo, pienso todavía poder recomendar que, siguiendo el ejemplo de la misma paciencia divina, se deje gran espacio a esta palabra propedéutica de Dios y non si caiga en la tentación de quemar las etapas. Ejemplifico esto con dos episodios.
a) He escuchado al Profesor Yang, premio Nobel, decir «No soy creente, pero no les oculto que en dos casos me siento tocado por el misterio. El primero es cuando me encuentro frente a un descubrimiento de la ciencia: es como si fuéramos sorprendidos mirando algo que no tenemos el derecho de mirar. El segundo es cuando me doy cuenta de la enorme potencia destructora de la técnica: surge en mí la idea de que estamos usurpando fuerzas que no nos pertenecen».
Debo confesarles que no se me ha ocurrido preguntarle al Profesor cuándo dará el próximo paso. Más bien le habría dicho que estaba cerca del reino de Dios.
b) El segundo episodio. Un periodista recto y patriótico fue injustamente condenado por espionaje. En su juventud, cuando estudiaba en un Colegio de los protestantes, había rehusado leer la Biblia en público porque era ateo pero luego, durante el largo silencio de la prisión, pudo encontrar en el Evangelio el camino de su corazón.
Algunos días atrás nos hemos encontrado en una comida. Bien, espero que no se escandalicen si les digo que en esa ocasión le di mis felicitaciones por… aquella vez que había rehusado leer la Biblia.
– S.E.R. Mons. Joseph OSEI-BONSU, Obispo de Konongo-Mampong (GHANA)
Esta intervención, hecha en nombre de la Conferencia Episcopal de Ghana, examina la eficacia de nuestra predicación de la Palabra de Dios a la luz del párrafo nº 23 del Documento de Trabajo, que explica la Parábola del Sembrador (Mc 4, 1-20).
Se puede observar que, a pesar de que la Iglesia en Ghana ha obtenido considerables progresos, desde cuando la semilla del catolicismo echó profundas raíces en 1880, existen algunos aspectos de la vida de muchos ghaneses y católicos africanos que llaman la atención sobre la eficacia de nuestra predicación. Antes que nada, hay algunas personas que frente a las adversidades, es decir, las enfermedades o la falta de hijos, vacilan en la fe y pasan de una iglesia a otra, en busca de una solución a sus problemas. Algunos convertidos, provenientes de la Religión tradicional africana, a veces vuelven a su credo original. En segundo lugar, algunos católicos adhieren a las iglesias pentecostales y carismáticas, afirmando que dichas iglesias afrontan de mejor manera sus problemas y que enseñan mejor la Biblia. En tercer lugar, en el continente africano, gran parte de la corrupción, injusticia y violaciones de los derechos humanos se comete por personas que se profesan cristianas, incluso católicas.
A la luz de todo esto, se hace la siguiente propuesta. Antes de todo, la homilética debería revisarse y ser mejorada considerablemente para obtener una predicación eficaz. En segundo lugar, se necesita prestar una mayor atención a la formación de los laicos, sobre todo de los catequistas que son los pilares de la Iglesia en las áreas más lejanas. En tercer lugar, la Palabra que proclamamos debería transformar la vida, no sólo espiritual sino también la socioeconómica y política de nuestra gente. Por este motivo, donde fuera posible, habría que disponer un apostolado especial para nuestros políticos. Tengo la convicción de que esto contribuirá a crear»políticos santos» que respeten los derechos de nuestro pueblo. De esta manera, nuestra catequesis y la predicación de la Palabra garantizará que en el futuro de África no existan más tiranos y dictadores.
– S.E.R. Mons. Paul CREMONA, O.P., Arzobispo de Malta, Presidente de la Conferencia Episcopal (MALTA)
Hablaré refiriéndome al contexto de países tradicionalmente católicos, como Malta. Cada vez que hablamos de la nueva evangelización, tropezamos con un obstáculo. Muchos de nuestros fieles todavía tienen nostalgia del modelo de Iglesia que existía hace 30 ó 40 años, y comparan la situación actual con ese modelo. Puesto que la Iglesia católica no ha mantenido la posición privilegiada que tenía entonces, viven como en un clima de sobresalto cuando la Iglesia o sus Pastores son desafiados. Con frecuencia tienen miedo de hablar abiertamente ante es
ta cultura, muchas veces hostil.
Tenemos que salir de esta experiencia traumática y comenzar una nueva evangelización. Tenemos que ayudar a los fieles a reconocer que aquel tipo de Iglesia ya no existe y que no podemos volver a proponerla en nuestro mundo, que ha cambiado. No podemos seguir comparando nuestra realidad con aquella realidad.
Tenemos que proponer un nuevo modelo de ser Iglesia, y el que más corresponde a la realidad actual es la comunidad cristiana primitiva, tal como se describe en los capítulos 2 y 4 de los Hechos de los Apóstoles y en otros escritos del Nuevo Testamento. Tenemos que comparar la Iglesia actual con aquella comunidad y conformarla a ella.
– S.E.R. Mons. Venant BACINONI, Obispo de Bururi (BURUNDI)
La Constitución conciliar Dei Verbum ha suscitado una gran apertura a la Palabra de Dios, y el resultado más significativo, al menos en mi país (Burundi), se ha manifestado en una catequesis más bíblica. No obstante, un país con más del 65% de católicos, con una misma lengua, tras más de un siglo de evangelización, es paradójico que no tenga todavía toda la Biblia en la lengua nacional. Está difundido sólo el Nuevo Testamento, mientras que por lo que se refiere al Antiguo Testamento, disponemos únicamente del lecionario dominical y ferial. ¿Este retraso quizás se explica por la desconfianza tradicional respecto del Antiguo Testamento, que presenta a un Dios irascible, una humanidad inconstante, infiel y pecadora, con frecuentes escenas de violencia, de venganza o de doblez? Además, al acabar de salir de una larga década de inestabilidad y violencia fratricida (causada por una despiadada lucha por el poder), una gran pobreza económica aflige y atenaza a nuestras poblaciones, acentuada por un hambre crónica debida a los riesgos climáticos, a la erosión incontrolada y a una agricultura con métodos primitivos. Asimismo, tienen que afrontar dificultades financieras para la educación escolar de los niños y el acceso a la asistencia médica, y tienen que afrontar una lucha cotidiana por la supervivencia. Una situación de este tipo no permite abordar la Palabra de Dios de manera serena y proficua. Muchos ya no creen en la capacidad de la Palabra de Dios de cambiar sus vidas; por lo que algunos se dirigen a las sectas, con el riesgo de quedar pronto desengañados. En la formación de los futuros pastores, la Biblia no debería considerarse como un curso entre los demás, sino como Palabra de Dios viva, que se dirige a cada persona para invitarla al diálogo y a la alianza; la lectio divina, contacto personal con la Palabra, debería practicarse más. Como prioridad, habría que hacer un gran esfuerzo para terminar la traducción de la Biblia, a fin de ponerla al alcance de todos. El pueblo cristiano tiene el derecho de disponer de una Biblia y los pastores tienen el deber de garantizar el acceso al alimento de la Palabra de Dios, para que sea posible encontrar en ella a Jesús Salvador. Del mismo modo, es urgente formar laicos, sin olvidar a las personas consagradas, a un encuentro personal y comunitario con la Palabra de Dios, fuente de conversión de servicio, de reconciliación y de construcción de una paz duradera.
[00262-04.04] [IN210] [Texto original: francés]– S.E.R. Mons. Joviano DE LIMA JÚNIOR, S.S.S., Arzobispo de Ribeirão Preto (BRASIL)
Dios habla en el corazón y en la vida de cada persona, hombre o mujer, niño, adolescente o joven, adulto o anciano … perteneciente a cada cultura y tradición religiosa o filosófica, a cada clase social, en cada circunstancia, jubilosa o dolorosa de nuestra vida personal y social. Dios habla en las circunstancias y realidades particulares del pueblo brasileño, del continente de América Latina y el Caribe. Nos propone » vida o muerte, bendición o maldición». La elección es nuestra (cf Dt 30, 19).
Nosotros, cristianos y cristianas, miembros del Cuerpo de Cristo vivo, resucitado, estamos a la escucha de esta Palabra de Dios, estamos atentos a los gemidos del Espíritu, atentos a «los signos de los tiempos»; atentos al misterio pascual que se despliega a través de los acontecimientos. Por esto abrimos el libro de las Sagradas Escrituras, penetrando la auto-revelación de Dios y la realización de su Plan de Salvación, a lo largo de la historia del cosmos, de la historia humana hasta nuestros días. Tratemos de comprender el desafío de nuestra misión en el momento presente, en cada una de las realidades que tejen nuestra vida personal y social.
La Biblia está siempre presente en las pequeñas comunidades de base. En los momentos de lectura comunitaria, se establece un intercambio muy rico entre las experiencias de vida del pueblo de Dios de hoy y de ayer: la preocupación por la sobrevivencia (el hambre, las enfermedades, la vivienda, las necesidades de todo tipo), las tentativas de organización comunitaria, el compromiso en las luchas sociales y la participación política … sobre todo la fe en el Dios viviente, que permite resistir contra toda desesperanza. Muchas personas -niños, jóvenes y adultos- abren la Sagrada Escritura en sus encuentros de estudios y de oración, en sus reuniones sobre las actividades pastorales y para la celebración litúrgica. Nacen así algunas comunidades misioneras en las familias, en las universidades, en los barrios y también en los ambientes de estudio y de trabajo con el objetivo de vivir y anunciar el Evangelio.
En la mesa de la Palabra, el pueblo de Dios encuentra la sabiduría y el alimento para las luchas cotidianas. La liturgia, impregnada de la Palabra, las celebraciones litúrgicas son momentos privilegiados para la proclamación y para la interpretación de las Sagradas Escrituras, para la escucha de la Palabra viva que es Cristo y que se manifiesta a la asamblea en la celebración de la Eucaristía y de los demás sacramentos, en la liturgia de las horas y sus oficios divinos, en los sacramentos, las expresiones de la piedad popular …
– S.E.R. Mons. Rayappu JOSEPH, Obispo de Mannar (SRI LANKA)
Lectio Divina: Deseo hablar del valor nutritivo y formativo de la Lectio Divina, explicado en el nº 38 del Documento de trabajo, en el contexto de la experiencia de nuestro país, con particular referencia a mi diócesis en Sri Lanka.
La palabra Lectio Divina se menciona más de 28 veces en el Documento de trabajo, y en la vida de las Iglesias particulares se menciona segunda solamente después de la Celebración Eucarística como lugar privilegiado para hacer experiencia de la Palabra de Dios. Como en la Eucaristía, oración suprema de la Iglesia, también en la Lectio Divina la Palabra de Dios está íntimamente vinculada a la oración. La Palabra de Dios y la oración son dos aspectos de un único acto. El Documento de trabajo, en el nº 41 dice: «Para una genuina espiritualidad de la Palabra, ha de recordarse que a la lectura de la Sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras». Los discípulos del Señor le pedían que les enseñara a rezar, porque sabían que la fuente de Su vida y misión era Su vida de oración, en la que hablaba con el Padre y el Padre con Él.
La Lectio Divina en mi país: La Conferencia Episcopal de Sri Lanka, en su esfuerzo por volver a los orígenes para renovar la Iglesia, se comprometió, hace 14 años, en la formación de Pequeñas Comunidades Cristianas (SCC) mediante el Modelo Pastoral Integral Asiático (AsIPA), como prioridad pastoral. En este enfoque, la antigua práctica de la Lectio Divina se tradujo en siete momentos de encuentro con la Biblia.
La Lectio Divina en mi diócesis: mi diócesis de Mannar, en el norte de Sri Lanka, cuenta con un 35% de católicos, el resto de los hermanos son hindúes o musulmanes. En los orígenes del cristianismo en esta región, 600 neófitos dieron testimonio de la fe con su propia sangre en 1544.
Son conocidos como «los mártires de Mannar». Seguidores suyos en la fe, hoy las personas viven una fe profunda, y la diócesis abunda de vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa, frutos de la fe de sus padres.
No obstante, una guerra étnica de más de un cuarto de siglo, con su destrucción de vidas y propiedades, deportaciones de masa, etcétera, ha llevado a nuestra gente a una pérdida del sentido de pertenencia, puesto que la crisis ha generado una situación en la que rige la ley del más fuerte. Las sectas fundamentalistas se están abriendo paso entre los peces que nadan en aguas turbulentas.
– S.E.R. Mons. Augustin TRAORÉ, Obispo de Ségou (MALÍ)
Los cristianos de Malí constituyen una pequeña minoría desde el punto de vista numérico, pero se les aprecia y se les respeta por el testimonio que dan del Evangelio de Jesucristo.
La calidad del testimonio de vida de los cristianos católicos y protestantes malíes despiertan la admiración de sus hermanos y hermanas musulmanes, a los que les gusta decir con frecuencia que es preciso confiar siempre la gestión de los asuntos serios a los cristianos, porque el Evangelio que anuncian lleva la justicia y la paz.
Es preciso promover la coherencia en el testimonio con una colaboración cada vez más provechosa entre las comunidades cristianas católicas y protestantes.
La Secretaría del Apostolado Bíblico de la Conferencia Episcopal de Malí decidió, desde su creación, favorecer el diálogo ecuménico en Malí. Por lo tanto, trabaja en estrecho contacto con la Alianza Bíblica Universal de Malí, de manera más directa con la Oficina nacional de la Alianza Bíblica de Malí, en un espíritu de ecumenismo.
Las buenas relaciones que mantienen los miembros de la Secretaría Bíblica y la Alianza Bíblica de Malí han hecho posible una fructuosa colaboración en los ámbitos de la formación de traductores de la Biblia, la difusión de la Biblia, la alfabetización…
La Palabra de Dios, al estar destinada a todos los hijos de Dios, es un medio potente de comunicación entre los hombres de religiones diversas. El Sínodo sobre la Palabra de Dios favorecerá seguramente un diálogo interreligioso fructuoso, a partir de un mejor conocimiento de esta Palabra. El diálogo interreligioso supone un buen conocimiento de la Palabra de Dios, que a su vez es diálogo, y favorece las condiciones para un diálogo fructuoso entre las distintas confesiones.
– S.E.R. Mons. Lucjan AVGUSTINI, Obispo de Sapë (ALBANIA)
La historia de la Iglesia en el pueblo albanés nos muestra que Dios hace que su palabra dé muchos frutos.
Los católicos albaneses han vivido la experiencia del pueblo judío en Babilonia, donde la Palabra de Dios conservó su identidad. Durante el régimen comunista, durante el cual estaba prohibida toda práctica religiosa, el recuerdo de la Palabra de Dios ha preservado la fe de los católicos albaneses.
Mientras el Concilio Vaticano II, con sus encíclicas y documentos, entre los que se encuentra también la Dei Verbum, producía tantos cambios en la Iglesia universal, la Iglesia de Albania se veía obligada a tener la boca cerrada.
Podemos decir que el ejemplo de los obispos, sacerdotes y laicos fusilados o encarcelados por haber profesado la fe en la Palabra Encarnada animó a todos los fieles a concretar la Palabra de Dios en su vida. Con su actitud enseñaron al pueblo la fidelidad, el amor y el perdón de los enemigos. En la oración litúrgica se ha avanzado mucho a la hora de valorizar la Sagrada Escritura como punto de partida de todo culto en Espíritu y Verdad, y como la fuerza que une a la comunidad orante. La gente escucha con sentimiento de fe la Palabra de Dios, pero sigue teniendo hambre y sed. No tenemos posibilidad de saciar este hambre y esta sed. Todavía tenemos muchas dificultades. La necesidad de volver a imprimir la Sagrada Escritura es muy grande.
– S. Em. R. Card. Antonio CAÑIZARES LLOVERA, Arzobispo de Toledo (ESPAÑA)
La intervención se refiere a la catequesis, como una de las formas del ministerio de la Palabra. Se pretende destacar el papel insustituible y fundamental de la catequesis para la transmisión de la Palabra de Dios, cuya peculiaridad radica en ser un periodo de enseñanza y madurez, de reflexión vital sobre el misterio de Cristo, de iniciación integral -vital, ordenada y sistemática- en la Revelación que Dios mismo ha hecho al hombre en Jesucristo, no aislada de la vida ni yuxtapuesta artificialmente a ella, y conservada en la memoria profunda de la Tradición viva de la Iglesia. La catequesis introduce, inicia, en la escucha y en la acogida de la Palabra y de la enseñanza de los Apóstoles, en la liturgia, en la vida moral evangélica conforme a la caridad y en la oración. Sin catequesis la mayoria de los cristianos no estarían en condiciones de apropiarse y traducir a la vida el Evangelio, ni de actuar en sentido misionero y apostólico, ni de confrontarse con éxito con las corrientes espirituales y culturales de nuestro tiempo. sólo a partir de una seria, auténtica y renovada catequesis, la Iglesia podrá desplegar sólidamente toda la amplitud de elementos y funciones de su acción evangelizadora. Es necesario que la catequesis como obra evangelizadora de la Iglesia encuentre sus fundamentos en la naturaleza de la revelación cristiana y de la Tradición viva de la Iglesia tal y cómo ésta se expresa en la Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II. Cuando la catequesis se sitúa en esta perspectiva suscita la adoración y, con ella, la admiración y el asombro ante Dios. Con la fuerza del testimonio, habla de Dios para darle gloria. De aquí brota la alabanza, la acción de gracias, la súplica. Aquí se enraíza la iniciación a la escucha y a la obediencia a la Palabra de Dios, a la oración y la liturgia. De aquí brota también la vida conforme al querer de Dios. Cuando la catequesis se apoya en esto, surge en el corazón del hombre el deseo de Dios, su búsqueda, la contemplación de su Rostro, que es su Palabra hecha carne, Jesucristo, la gozosa experiencia de estar con Él, que es Amor, contemplado en su Palabra venida en carne, y vivir conforme a Él en el amor y caminando en esperanza.
[00246-04.02] [IN194] [Texto original: español]– S.E.R. Mons. Claudio Maria CELLI, Arzobispo titular de Civitanova, Presidente del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales (CIUDAD DEL VATICANO)
Deseo comenzar mi intervención haciendo referencia al párrafo 53 del Documento de trabajo, que habla de los «métodos» y de las «nuevas formas de lenguaje y comunicación» en la transmisión de la Palabra de Dios. Estamos viviendo un periodo de profundos cambios en el mundo de la comunicación. Los expertos hablan con frecuencia de una revolución digital para indicar los extraordinarios avances en las tecnologías de las comunicaciones, de los que hemos sido testigos en los últimos veinte años. Aún así, sería un error considerar estos cambios como puramente tecnológicos, porque han revolucionado también la cultura de las comunicaciones. Han cambiado el modo de comunicar de las personas, el modo de congregarse y de crear comunidad, el modo de conocer el mundo, el modo de comprometerse en organizaciones políticas y comerciales.
Como comunidad de fieles comprometida en anunciar la Buena Nueva del Evangelio de Jesucristo a todas las gentes, la Iglesia se encuentra frente al desafío de tener que pensar de qué manera puede comunicar su mensaje en el contexto de la nueva cultura emergente de las comunicaciones. Normalmente hemos considerado los nuevos medios y tecnologías de la comunicación como instrumentos para transmitir la Palabra – Evangelii Nuntiandi ha definido los nuevos medios como una «versión moderna y eficaz del púlpito». El desafío hoy es comprender que las nuevas tecnologías no son sólo instrumentos de comunicación, sino que están
influenciando profundamente la cultura misma de las comunicaciones.
La comunicación digital ha transformado los modelos de uso y consumo de los medios de comunicación. Si, en el pasado, teníamos tendencia a considerar a los lectores, los oyentes o los observadores de los medios de comunicación como espectadores pasivos de un contenido producido centralmente, está claro que hoy tenemos que considerar al público como más selectivo e interactivo de una más vasta gama de medios. La lógica de las comunicaciones ha cambiado radicalmente – el foco sobre los órganos de información ha sido sustituido por una concentración sobre el público, que cada vez es más autónomo y deliberativo en su consumo de los medios de comunicación.
Lógicamente, nosotros siempre hemos tenido cuidado con el contenido de nuestras enseñanzas; hoy tenemos que estar más atentos a nuestro público, o a los múltiples públicos, a los que nos dirigimos, para comprender sus preocupaciones y sus preguntas. Necesitamos entender mejor y tomar en consideración los contextos y ambientes en los que se encontrarán con la Palabra de Dios. El avance de internet como medio interactivo, en el que los usuarios intentan imponerse en calidad de sujetos y no sólo como consumidores, nos invita a desarrollar de modo más explícito formas dialógicas de enseñanza y presentación.
– S.E.R. Mons. Fragkiskos PAPAMANÓLIS, O.F.M. Cap., Obispo de Syros, Administrador de Milos (GRECIA)
Querría añadir una reflexión al nº 54, donde se habla de la palabra de Dios como vínculo ecuménico. Vivo en Grecia, donde los católicos somos una minoría en medio a la gran mayoría formada por nuestros hermanos ortodoxos. Así que para mí es natural tocar este problema.
En el Documento de trabajo he buscado una respuesta a una pregunta que a menudo me hacen nuestros hermanos ortodoxos o que, no pocas veces, leo en los periódicos. Me dicen: «Vosotros, los católicos, ¿cómo podéis justificar los organismos con los que opera vuestra Iglesia como institución si los confrontáis con la Palabra de Dios?». Y, al continuar la conversación, veo que se refieren al aparato de la diplomacia, con todas sus ramificaciones, del que la Iglesia hace tan amplio uso.
Soy consciente de la necesidad de las instituciones y del bien que asimismo se hace a través de la diplomacia. Sin embargo, también es verdad que aquellas deberían ser reexaminadas y controladas a la luz de la Palabra de Dios, porque el fin no justifica los medios.
Cuando estudiamos la historia encontramos en la vida de la Iglesia algunas decisiones de emergencia y unos modos de comportamiento institucional que podrían estar justificados en ese determinado momento histórico, pero yo me pregunto: esas decisiones, que se han mantenido luego dentro de los organismos de la Iglesia, ¿seguirán marcando el paso de la vida de la Iglesia por los siglos de los siglos? ¿Sobre todo cuando semejantes organismos no se sostienen a la luz de los principios teológicos?
Para la Iglesia Católica el compromiso ecuménico es el compromiso principal en el tercer milenio. Un compromiso que no puede limitarse a un intercambio de invitaciones, de visitas o de regalos, o incluso a todos esos gestos que exprimen nuestro deseo de crear unidad. El deseo no basta. Debemos estar dispuestos a sacrificar leyes y organismos para preparar el día bendito en el que los cristianos estemos unidos.
Ese bendito día de la Unión de los Cristianos, en efecto, no será «un encuentro incondicional» con nuestros hermanos, sino la fusión de dos piezas de oro, para llegar a una nueva entidad en la unidad. El tiempo del camino ecuménico será auténtico sólo cuando sea para las Iglesias un camino de purificación de sus organismos.
En este camino la Palabra de Dios es el instrumento que debe guiar a una y otra Iglesia, porque es el único elemento común en el que podemos encontrarnos y confrontarnos.
– S.E.R. Mons. Felix TOPPO, S.I., Obispo de Jamshedpur (INDIA)
A pesar de la amarga realidad histórica de las divisiones de la iglesia, desde el Concilio Vaticano II el ecumenismo ha realizado notables progresos hacia la unidad de la Iglesia.
La Realidad de la división
Nuestras divisiones han causado heridas al Cuerpo Místico de Cristo. Nuestras divisiones se oponen a la voluntad de Cristo y a su enseñanza de amor, humildad y perdón. Estas divisiones son un grave pecado y un escándalo para el mundo.
Trabajar por la unidad
El hecho de que, a pesar de las divisiones, trabajemos por la unidad es un signo de esperanza. Aunque los conflictos entre nosotros se hayan acabado, la unidad de todos los cristianos se encuentra todavía lejos.
Las expectativas de la Iglesia
Las frases iniciales del «Decreto sobre el ecumenismo» del Concilio Vaticano II indican que «promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos» es uno de los fines principales del Concilio (Cf. UR 1; Cf. LG 15). Al mismo tiempo, el papa Juan Pablo II (Ut Sunum Sint 61) y el papa Benedicto XVI (IL 54) han subrayado la importancia fundamental de la plena y visible unidad de todos los discípulos de Jesús.
La necesidad de la unidad
Profesamos nuestra fe en un solo Dios, un solo Bautismo, un solo Mensaje, una sola Fe, una sola Esperanza, un solo Amor, un solo sacrificio que nos llama a la unidad indivisa. Recordemos la oración por la unidad que Jesús dirigió al Padre (Jn 17, 21).
Mis propuestas
1. El verdadero ecumenismo nos invita a asumir unas actitudes espirituales de amor y humildad hacia todos los cristianos.
2. Todos los cristianos deben ser animados a participar en una práctica colectiva de Lectio Divina.
3. Debemos guardarnos de la debilitación de la verdad y del falso ecumenismo.
4. Debemos fortalecer el dinamismo espiritual de la unidad, tanto dentro de las Iglesias particulares como entre ellas.
5. Las Iglesias de Oriente y Occidente deben decidir juntas un día común para la celebración de la Pascua.
– S.E.R. Mons. Joaquim FERREIRA LOPES, O.F.M. Cap., Obispo de Viana (ANGOLA)
1. Las culturas africanas en las cuales anunciamos la Buena Noticia, son culturas antiguas, es necesario conocerlas profundamente. Al mismo tiempo, ellas tienen una dimensión simbólica muy acentuada que es necesario no sólo respetar sino también saber utilizar.
Nuestras culturas africanas pueden ser definidas como culturas de la palabra en sentido existencial y simbólico a la vez. De hecho, por una parte, la palabra humana, en cuanto tal, posee un valor extraordinario; por otra parte, la Palabra de Dios tiene un valor excepcional. La Palabra de Dios va más allá de todo significado atribuido a la palabra, en cualquier contexto.
Por esto, la Palabra de Dios, la Biblia, es venera por nuestras asambleas litúrgicas de manera tal que lenta y progresivamente se ha comenzado a introducir en la celebración de la Eucaristía, como una especie de rito de entronización.
Para los africanos, la Palabra está viva, es Alguien que va al encuentro de la comunidad reunida por el Espíritu Santo en nombre del Señor. Con un gran sentido de la creatividad, la comunidad necesita otras formas de lectura a nivel ritual, de gesto y símbolo.
Debemos profundizar todo lo referente al problema de la inculturación para evitar, en el actual proceso de la nueva evangelización, algunos errores cometidos en el pasado por no tomar en consideración aquellos aspectos que llevaron a una evangelización que no tocó profundamente la cultura sino que restó en la superficie, a nivel periférico.
2. Debemos estar agradecidos a los catequistas, hombres y mujeres que, con indómito coraje, habiendo recibido la fe y permaneciendo fieles, han logrado durante años, mientras la guerra conmocionaba el país, mantener vivas las comunidades aún al costo de arriesgar la propia vida. En estas comunidades hubo muchos santos y martyrium.
Ahora podemo
s ver la Biblia en las manos y en sus casas. El Evangelio es anunciado nuevamente a los pobres; aunque tenemos aún mucho trabajo por hacer.
– Revmo. P. Kieran O’REILLY, S.M.A., Superior General de la Sociedad de las Misiones Africanas
Una característica del inicio de las cartas de san Pablo es que él da siempre gracias a Dios por el trabajo y el compromiso de aquellos a quienes escribe. En la Epístola a los Filipenses escribe: «Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros, rogando siempre y en todas mis oraciones con alegría por todos vosotros a causa de la colaboración que habéis prestado al Evangelio, desde el primer día hasta hoy» (1, 3-5).
Querría dirigirme a los agentes de la Palabra, «colaboradores en el Evangelio».
A) Los catequistas, religiosos y laicos, hombres y mujeres. B) Los obispos, los sacerdotes y los diáconos. C) Un tercer grupo está representado por todos los que trabajan silenciosa y diligentemente – los exégetas bíblicos. Es importante que este Sínodo aproveche la ocasión para reconocer el progreso sustancial que se ha producido en los últimos 50 años y el papel desempeñado por todos los que he mencionado más arriba.
Cuatro desafíos:
1. El uso devoto de la Biblia unido a un auténtico estudio.
Un gran desafío que hay que afrontar es el de unir la utilización de la Biblia a un serio estudio histórico y crítico. Esta tarea podría describirse como una combinación entre un apasionado compromiso de fe y una impecable erudición.
2. ¿Cómo pueden los sacerdotes-agentes de la evangelización adquirir más familiaridad y sentirse más como «en casa» con los textos de las Escrituras? Es fundamental que se pongan en marcha unos adecuados programas de formación permanente, sobre todo en la Escritura.
3. El ministerio de «Justicia y Compasión» de la Iglesia debería ser presentado más directamente. La Iglesia necesita en todos los continentes hombres y mujeres en primera línea en la obra de evangelización que sean testigos del Cristo misericordioso y caritativo.
4. La llamada a inculturar o encarnar la Palabra de Dios en África se encuentra todavía en fase inicial. La obra de evangelización prosigue incesantemente y mientras se han dado importantes pasos adelante, la difusión completa de la palabra en el continente aún debe continuar.
– S.E.R. Mons. Daniel CARO BORDA, Obispo de Soacha (COLOMBIA)
En los Evangelios encontramos la «Historia de un alma».
El fundamento de los Evangelios son las Palabras y Hechos de Jesús, enriquecidos por las confesiones de fe apostólica y por las diversas tradiciones de las comunidades primitivas. Esto no impide encontrar en los Evangelios, «la espiritualidad vivida por Jesús»; su camino espiritual. Camino espiritual que se llama «Reino de Dios». Reino que él fue haciendo realidad en sí mismo y lo fue manifestando a los Doce y a los demás. Reino que está dentro y allí se encuentra y se edifica. El estudio y la asidua lectura del Evangelio, nos irán llevando a conocer el alma de Jesús, no sólo sus palabras. Es encontrar la historia de un alma ansiosa por construir, -ad intra-, el verdadero Reino, y -ad extra-, compartirlo y darlo a conocer. Es entrar en su camino espiritual vivido desde el bautismo penitencial, hasta la resurrección y ascensión gloriosas.
Por medio de la Palabra, encontrar a Jesús de Nazaret, que invita y acompaña a construir como él, el Reinado de Dios …. Esto es el corazón del discipulado.
– S. Em. R. Card. Giovanni Battista RE, Prefecto de la Congregación para los Obispos (CIUDAD DEL VATICANO)
1. Es tarea del Obispo ser heraldo de la Palabra de Dios; doctor auténtico, es decir, investido de la autoridad de Cristo, que la ilustra y la transmite; maestro que la custodia fielmente y la defiende; testigo que la proclama también con el ejemplo de su vida (cfr. Lumen gentium).
En el ejercicio del munus docendi, el Obispo tiene que enseñar a los fieles la palabra que toma de la Sagrada Escritura, de la Tradición, del Magisterio y de la liturgia de la Iglesia, cuidando que se proponga integralmente y con fidelidad toda la revelación cristiana. Asimismo, la Palabra de Dios tiene que ser punto de referencia del munus sanctificandi y del munus regendi.
Un pastor tiene que sentir profundamente la responsabilidad primaria de difundir y hacer que se ame la Palabra de Dios: tiene que estudiar y reflexionar continuamente sobre cuál es la mejor manera de llevar a cabo esta tarea. Mediante una diligente labor pastoral, el Obispo tiene que guiar a sus sacerdotes y fieles a escuchar, amar e interiorizar la Palabra de Dios, para llegar así se llegue a familiarizar con ella y captar su sentido profundo, a fin de conseguir la salvación, mediante «la obediencia de la fe» (Rm 1,5).
El Obispo tiene que trabajar a su vez para que la Palabra de Dios se repercuta e influya en la cultura, intentando iluminar con la Palabra de Dios lo nuevo que se asoma en el horizonte.
2. Además, es responsabilidad del Obispo prodigarse para que la Palabra de Dios se mantenga viva, íntegra y fecunda. El Obispo tiene la obligación de defender la Palabra de Dios de todo lo que pueda comprometer su pureza e integridad. Debe tener el valor de intervenir con claridad y autoridad contra toda interpretación o hipótesis arbitraria.
Es preciso, asimismo, enseñar a leer la Sagrada Escritura no como un libro cualquiera, sino por lo que es en verdad, Palabra de Dios, entrando en diálogo con Dios, es decir, aprendiendo a rezar a partir del texto que se ha escuchado o leído, meditado y profundizado.
3. Para desempeñar bien su tarea, ante todo, el Obispo tiene que nutrirse él mismo de la Palabra de Dios. Cada uno de nosotros, los Obispos, tiene que poner la Palabra de Dios en el centro de su vida, de manera que se convierta en la verdadera realidad, el verdadero fundamento de su experiencia de fe y de toda su actividad pastoral. La Palabra de Dios tiene que impregnar todo nuestro modo de ver, pensar y actuar, y convertirse en el sostén y el consuelo de nuestra existencia.
Durante el rito de nuestra ordenación episcopal, un momento especialmente significativo fue cuando el libro de los Evangelios fue abierto sobre nuestra cabeza. Nuestro ministerio fue puesto bajo la Palabra de Dios, con la tarea de anunciarla, proclamarla, vivirla con fidelidad y defenderla en su limpidez.
La imagen del Evangelio abierto puesto sobre nuestra cabeza nos hace pensar en el techo de una casa. La Palabra de Dios para nosotros, los Obispos, es la casa desde la que partir cada mañana para salir al encuentro del rebaño que nos ha sido confiado y es la casa a la que volver cada noche. La Palabra de Dios es también el techo seguro bajo el que guarecernos durante las tempestades de la vida y es el lugar íntimo en el que hacer confluir las relaciones, los recuerdos y los afectos, como también las angustias y preocupaciones pastorales, para encontrar en Cristo el descanso del alma y las energías para afrontar los problemas y los desafíos que conlleva el presente.
– B. D.nus Baselios Cleemis THOTTUNKAL, Arzobispo Mayor de Trivandrum de los Siro-Malankareses, Presidente del Sínodo de la Iglesia de los siro-malankares (INDIA)
La entidad eclesial de la Iglesia Arzobispal Mayor Católica siro-malankarés, que yo represento debe ser considerada desde tres dimensiones importantes. La Iglesia malankaresa apostólica ha recibido el antiguo patrimonio litúrgico siro-occidental, se ha radicado sólidamente en el suelo espiritual hindú y se ha enriquecido con la plena comunión y la universalidad de la Iglesia católica. Ésta es nuestra bendición y nuestra vocación.
Una de las principales exigencias de la Iglesia católica malakanresa es el imperativo ecuménico. Junto con la oración de Jesús (Jn 17, 8), el Santo Padre Benedicto XVI nos inspi
ra diciendo «la unidad en la fe puede ser alcanzada en primer lugar como respuesta a la escucha de la Palabra de Dios».
La Iglesia malakanresa tiene la suerte de poseer una tradición litúrgica profundamente arraigada en la Palabra de Dios e invita a todos a conformar la propia vida según la Palabra de Dios. Nuestras tradiciones litúrgicas sagradas son animadas por la Palabra de Dios.
Ya en el comienzo del movimiento de reunificación, la Iglesia católica malakanresa ha puesto un acento especial en su misión ad gentes.
Nuestro compromiso misionero, en el contexto hindú pluralista desde el punto de vista sea religioso que cultural, afronta nuevos desafíos. El fundamentalismo, el énfasis en la libertad religiosa, etc. son algunos de ellos. Las condiciones sociales y económicas garantizadas por el gobierno se le niegan en cambio a los dalit y a las comunidades desventajadas cuando se hacen cristianos. Los ataques recientes contra los cristianos son una señal fuerte de los fundamentalistas hacia las personas de buena voluntad donde quiera que se encuentren. Agradecemos a la Santa Sede por su puntual y abierta solidaridad en estos momentos.
– S.E.R. Mons. Joseph Albert SERRANO ANTÓN, I.E.M.E., Obispo de Hwange (ZIMBABUE)
La mayor parte de la población de Zimbabwe está compuesta por no cristianos. El 10% de la población es católico mientras que el otro 30% pertenece a otras iglesias cristianas, sobre todo a grupos pentecostales e iglesias sincretistas o africanas independientes. Casi el 60 % de la población practica la religión tradicional.
Entre los católicos, no todos practican con regularidad la fe y el número de familias católicas es aún muy bajo – con frecuencia encontramos familias cuyos miembros pertenecen a diferentes iglesias y allí practican su fe – y estamos viviendo un éxodo de católicos quienes, por diferentes motivos como enfermedades, matrimonios mixtos, amistades, necesidades emotivas, un descontento religioso, problemas financieros, etc. adhieren temporal o definitivamente a otras iglesias o grupos religiosos.
La inestabilidad actual de la situación sociopolítico y económica se repercute en la vida de la Iglesia dejando lugar al egoísmo, y hasta al odio y la violencia entre los miembros de una misma parroquia en cuanto están afiliados a partidos políticos opuestos.
En esta compleja situación, el mandamiento del Señor, «id pues, y haced discípulos a todas las gentes» (Mt 28, 19) suena actual y lleno de desafíos. ¿Qué debemos hacer? ¿Qué nos está pidiendo el Señor?. ¿Cómo presentar su Palabra de manera adecuada a la luz de las condiciones actuales?.
Quisiera simplemente mencionar algunos puntos que considero esenciales para nuestra proclamación de la Palabra.
1. Necesidad de una sólida formación bíblica a todos los niveles, subrayando la necesidad de instruir a los laicos.
2. La utilización de los medios de comunicación y de las modernas tecnologías como instrumentos sea para aprender que para proclamar la Palabra de Dios. No debemos olvidar, por el contrario, utilizar aún más, los métodos tradicionales de comunicación, que son todavía eficaces y valiosos, como la música, el teatro y la danza.
3. La importancia de las pequeñas comunidades cristianas como lugar en las que la Palabra de Dios se proclama, venera y vive; está ganando terreno una dedicación seria a la causa de la justicia y la paz; es posible alcanzar la reconciliación y el perdón recíproco «hoy tan necesarios»; la Palabra de Dios deviene inculturada; la Iglesia es vivida como una familia, la familia de Dios, y se torna autosuficiente en el desarrollo del ministerio y en la misión. La parroquia, puese hace cada vez más dinámica y se vive como una comunidad entre las comunidades o una familia ampliada.
4. Necesidad de Biblias; como así también de soportes y recursos simples pero sólidos, en las diferentes lenguas, que puedan ayudar a nuestra gente en el camino de formación hacia un encuentro personal cada vez más profundo con Cristo.
5. Necesidad de casas de espiritualidad – casas para ejercicios espirituales – donde la Palabra de Dios se medite en oración y en silencio.
6. Necesitamos también sostener a la Federación Bíblica católica en su compromiso y en su tarea de llevar a la práctica la Constitución Dei Verbum.
– S.E.R. Mons. John Olorunfemi ONAIYEKAN, Arzobispo de Abuja (NIGERIA)
1. El Concilio Vaticano II, en su Constitución dogmática sobre la Iglesia «Lumen Gentium», en el nº 16 declara:
«Pero el designio de salvación abarca también a aquellos que reconocen al Creador, entre los cuales están en primer lugar los musulmanes, que confesando profesar la fe de Abraham adoran con nosotros a un solo Dios, misericordiosos, que ha de juzgar a los hombres en el último día».
El Documento de trabajo, en el nº 56, en el capítulo sobre el «Diálogo inter-religioso», cita un pasaje parecido, pero más detallado del Concilio, la «Nostra Aetate» nº 3, un texto que llama expresamente la atención sobre el hecho de que los musulmanes adoran un «Dios… que habló a los hombres». El objetivo de mi intervención es lanzar un llamamiento a esta augusta asamblea a prestar mayor atención a las serias declaraciones del Concilio Vaticano II.
2. Vengo de Nigeria, una nación en la cual las relaciones entre cristianos y musulmanes han representado un desafío constante. Por lo tanto, soy consciente de que la realidad sobre el terreno en muchos lugares en los últimos cuarenta años con frecuencia nos lleva a preguntarnos si acaso la postura positiva y abierta de la Iglesia no haya sido ingenua. ¿Existe una reciprocidad en nuestros esfuerzos por estar en buenas relaciones? Con todo lo que podamos decir, el diálogo con el Islam es necesario, no importa lo difícil que pueda ser.
3. Pero no todo son malas noticias. Existen signos positivos de los tiempos, que considero no debamos pasar por alto. Últimamente se está dando una creciente autocrítica en el seno del mundo musulmán. Además, tres importantes eventos recientes merecen nuestra atención: a) la «Palabra Común», una carta de más de 140 líderes musulmanes del mundo a los líderes cristianos, b) la visita del rey de Arabia Saudí al Papa y c) el consciente llamamiento y la iniciativa de los círculos musulmanes para el diálogo con los cristianos a varios niveles. La Iglesia ha hecho bien en acoger y alentar estos gestos a escala mundial, cuyo impacto ya se está notando a nivel local.
5. A fin de que todo vaya más allá de posturas diplomáticas, creo que es preciso intensificar nuestra reflexión teológica sobre el Islam como una religión, según las líneas indicadas por el Vaticano II. En particular, e importante para el tema del Sínodo, hay que comprender lo que la «Nostra Aetate» quiere decir con Dios que habla a los musulmanes.
6. Construir un mundo mejor forma parte de la misión de la Iglesia. Para hacerlo es preciso colaborar con cuantos comparten nuestras mismas preocupaciones. Está claro que éste es un desafío urgente para las dos mayores religiones del planeta.
– S.E.R. Mons. Louis-Marie Ling MANGKHANEKHOUN, Obispo titular de Acque nuove di Proconsolare, Vicario Apostólico de Paksé (LAOS)
El Verbo se hizo carne y habló del designio de Dios a los hombres, pero los hombres le mataron, porque les molestaba. En efecto, Él sabía bien que esos hombres no le amaban; y aún así decidió libremente, de acuerdo con la Voluntad del Padre, ir hacia esa muerte. Si el Verbo encarnado, el Creador y Salvador del universo tardó tanto tiempo en prepararse a su misión, fue porque atribuía una importancia muy especial a esa preparación: 30 años de preparación para 3 años de predicación, para 3 días de redención y una noche en la tumba, antes de la gloriosa resurrección. En cuanto al Apóstol, tiene que ser él mismo testigo de la Palabra de Dios. Tiene que ser l
a garantía de la verdad de lo que dice, de lo que hace, con su ser que vive y actúa, con su existencia de hombre de fe y de hombre de compromiso, con su vida consagrada y, por qué no, con su vida de obispo… En una palabra, vive de la Palabra de Dios en la cotidianidad de su vida de obispo, lo que significa ser testigo visible, vivo y palpable de la Palabra de Dios, en cuanto pastor del pueblo que la Palabra de Dios le confía. Esta Palabra de Dios encarnada es el Buen Pastor mismo, en carne y hueso; es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas.
La Palabra de Dios en la vida de la Iglesia significa, ante todo, vivir la Palabra de Dios personalmente, en el silencio de la propia vida privada, la propia vida escondida, personal e íntima, como hizo y vivió el Verbo encarnado durante 30 años.
La Palabra de Dios en la vida de la Iglesia significa ser personalmente testigos visibles y palpables del amor salvífico de la Palabra de Dios. El mundo actual está cansado de escuchar, cansado de entender; pero no está cansado de sorprenderse, de admirar y de maravillarse ante el testigo verdadero, el testigo auténtico que vive la Palabra de Dios en su vida personal y su vida privada de pastor. El mundo de hoy tiene una enorme hambre y sed de la Palabra auténticamente vivida por los Obispos, los sacerdotes, en una palabra, de las que se llaman personas consagradas. El mundo actual tiene hambre y sed de pastores que vivan lo que predican, y prediquen lo que viven interiormente.
– S.E.R. Mons. Jörg Michael PETERS, Obispo titular de Fordongianus, Obispo auxiliar de Trier (ALEMANIA)
«La Palabra de Dios, gracia de comunión» (IL n. 54). Sobre las posibilidades y límites de la colaboración a nivel ecuménico:
1. Se realizó un enorme progreso común cuando, hace aproximadamente 30 años atrás, apareció, entre otras cosas, por parte del Consejo de la Iglesia Evangélica (EKD) y de la Conferencia Episcopal Alemana (DBK), lo que se llamó la «traducción unificada», es decir una traducción de la Sagrada Escritura publicada en colaboración entre estas instituciones . Esta versión fue admitida de inmediato en los textos litúrgicos de todos los países de idioma alemán.
Sobre la base de esta traducción común existieron y aún hoy existen en muchos lugares grupos de estudio bíblicos interparroquiales en el espíritu ecuménico.
Los Obispos, con pesar, han tenido que asumir que, en una parcial revisión de esta traducción, que era necesaria, ya no se ha vuelto a realizar una acción común con el Consejo de la Iglesia Evangélica. Para nosotros, como cristianos, unidos doblemente a través del Bautismo y la Palabra de Dios, este aspecto es cuanto menos deplorable, justamente porque se trata, frente al mundo, que se ha vuelto indiferente y sordo, de dar testimonio a la Palabra.
2. Un nuevo comienzo en el diálogo cristiano-judío (Il. N55)
Hemos ya escuchado que la tradición interpretativa judía de la Biblia es muy útil también para la comprensión cristiana de la Biblia. Estamos agradecidos por el hecho que, 3años atrás, surgió un nuevo prometedor comienzo del diálogo entre representantes de la Conferencia Episcopal Alemana, del Consejo de la Iglesia Evangélica y de los rabinos que trabajan en nuestro país. Esto puede ayudar a sanar, al menos en parte, la profunda herida de las comunidades judías y de las tradiciones judías, tan fuertes en el pasado y destruidas casi por completo durante el Nacional-socialismo. Para concluir, una consideración práctica relativa a la elección de las lecturas veterotestamentarias según el Ordo Lectionum Missae. A pesar de ser conscientes de que, en este Sínodo, la problemática fundamental expuesta no puede encontrar respuesta, la cuestión de la elección y del orden de las perícopas veterotestamentarias posee, sin embargo, un papel importante.
– S.E.R. Mons. Giuseppe FRANZELLI, M.C.C.I., Obispo de Lira (UGANDA)
«Lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados» (Mt 10,27).
En muchas de nuestras diócesis, la Iglesia posee y dirige boletines diocesanos o periódicos. Algunos han montado su propia página web y a menudo disponemos de una radio diocesana.
La cuestión es: ¿cómo usamos nuestras radios – o aquellas a las que tenemos acceso – para difundir la Palabra de Dios?
Mi llamamiento y mi propuesta son dobles:
1. El Sínodo debería animar a las diócesis, especialmente las de una misma región y que hablan el mismo idioma, a intercambiar informaciones y poner a disposición de las demás los varios programas y formatos sobre la Palabra de Dios que han tenido éxito y se han hecho populares.
Poco a poco deberíamos organizar una rica biblioteca mediática, una base de datos, una fuente común en la que cada diócesis pueda pescar libremente, adaptar y usar todo lo que sea más adecuado para presentar a su audiencia la Biblia, la Lectio Divina, reflexiones sobre las lecturas litúrgicas a diversas categorías de oyentes: niños, jóvenes, adultos, familias, etc.
2. La Federación Bíblica Católica debería unir esfuerzos con la Comisión Pontificia para las Comunicaciones Sociales, a fin de promover y sostener estas iniciativas, ofreciendo su experiencia, preparación y apoyo moral y financiero para que esto sea posible.
– S.E.R. Mons. Pierre-André DUMAS, Obispo de Anse-à-Veau et Miragoâne (HAITI)
1. En su discurso en el congreso sobre la DEI VERBUM, el Papa Benedicto ya decía: «La Iglesia siempre debe renovarse y rejuvenecerse, y la palabra de Dios, que no envejece ni se agota jamás, es el medio privilegiado para este fin».
2. En su relación de introducción, el secretario general afirma: «El presente Sínodo debería ayudar a redescubrir la Palabra de Dios como fuente de una renovación y una nueva primavera de la Iglesia, una Iglesia que se perciba continuamente joven y dinámica (cfr. Relatio, Cap V).
3. Por lo tanto, si la Iglesia habita la Palabra, le será congenial, es más, innata, la actitud fundamental de permanecer en continuo estado de conversión.
4. La urgente llamada a la conversión que en cada tiempo llega a sus oídos (cfr. Mc 1, 15): «Arrepentíos, pues, y convertíos» (Hch 3, 19) tienen su origen en la Palabra y tiene que consolidarse con la Palabra, como fundamento y realidad transversal que fija el horizonte hermenéutico de su fidelidad a su vocación.5. Por lo tanto, antes que convertirse en depósito que hay que custodiar, estudiar, rezar, explicar y comunicar, la Palabra, prioritaria y principalmente, es principio saneador y purificador: «Os encomiendo a Dios y a la Palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y daros la herencia con todos los santificados» (Hch 20,32).
6. De este modo, un Sínodo sobre la Palabra tiene que hacer caer el velo demasiado frecuente de los viejos esquemas, paradigmas, perspectivas ya superadas, de nuestras concepciones tabú, de un cierto estilo que cansa y carga, de un determinado planteamiento y proyecto pastoral del antiguo sistema que, desgraciadamente, tiende a encadenar la Palabra.
7. Al mismo tiempo, deseo que este programa de conversión se transforme en la quintaesencia de su misión, y la ayude a redefinir su proyecto como proceso de madurez y de esta misma conversión.
8. Por último, si los pastores pudieran ser los primeros en emprender el camino de la conversión a Dios y a su Palabra de amor, entonces la Iglesia entraría en un nuevo Pentecostés del Espíritu, para llegar a ser cada vez más lo que es en lo profundo de su naturaleza: germen de unidad, fermento de comunión, semilla de esperanza, irradiación, irradiación de amor y levadura de la novedad de Dios en la historia.
OYENTES
– Dra. Hanna-Barbara GERL-FALKOVITZ, Profesora de Filosofía de la Religión y de Historia comparada de las Religiones de la Universidad Técnica de
Dresde (ALEMANIA)
1. Para una serie de importantes pensadores europeos, está comenzando un segundo iluminismo: la razón misma es engañosa si no está ligada a una orientación. Las promesas bíblicas como la resurrección, el perdón, la Pasión de Dios, el lenguaje performativo de los sacramentos (transformación del pan y del vino), la vida como participación a la vida originaria y a la Encarnación han vuelto a formar parte de los discursos de los intelectuales.
Sería útil si la Iglesia aprovechase con confianza este nuevo «clima general» para una nueva iluminante enseñanza en favor del discurso de la razón y de la fe. También en la «vieja Europa» entramos en una nueva dinámica post-ideológica. La filosofía podría, de manera sinérgica, volver a hinchar las «velas» teológicas de la Iglesia.
2. Realización práctica: en la universidad se podría fundar un «círculo de oración para ateos». La simple lectura común del Evangelio es suficiente (al comienzo) para hacer que sea interesante lo que nunca se había escuchado antes. No son nuestras palabras las que convencen , sino la Palabra misma: «La Palabra rasga las palabras» (cfr Orígenes). Lo que hoy pocos piensan, mañana podría alcanzar a muchos. Llevemos la Palabra también a las universidades. Dominus Illuminatio nostra se lee en la entrada de la Universidad de Oxford: el Señor es nuestra iluminación. La alternativa equivocada entre secularismo y fe debe romperse. Después de las desilusiones que dejaron las grandes ideologías ha llegado el momento para los criterios de la verdad.
– Rev.do Ari Luis DO VALE RIBEIRO, Profesor de Teología del Seminario Diocesano, San Amaro (BRASIL)
Es sana la búsqueda del «Jesús histórico» que nos dilucidará siempre el «Cristo de la fe», pues en la medida en que hay atingencia con el núcleo histórico de los Evangelios canónicos, se atestigua su historicidad. Este enfoque es una de las eficaces síntesis llevadas a cabo por la llamada New Quest, Escuela exegética y cristológica que, sucesivamente a la Segunda Guerra Mundial, superó la escisión bultmanniana entre el «Jesús histórico» y el «Cristo de la fe».
Esta escisión, nociva para la fe cristiana, parece que fue retomada por algunos estudios exegéticos alineados con la llamada Third Quest, iniciada en el último cuarto del siglo XX. Se trata de una Escuela con legítimas aspiraciones, que se propone llevar a cabo una lectura histórica de Jesús, a partir de su contexto palestino. Al mismo tiempo, se tiene la impresión de que determinados estudios exegéticos de esta Escuela equiparen los textos apócrifos a los textos canónicos de la Escritura, sin tener en cuenta el hecho de que éstos son solamente fuentes secundarias para la exégesis, pero sobre todo sin tener en cuenta, con la pretensión histórica, la ideología de aquellos que los elaboraron, ya fueran gnósticos o no. Parece haber un retorno a la pretensión de la Escuela liberal de los siglos XVIII y XIX, con resultados muy parecidos a los actuales, incluida la negación de la divinidad de Cristo.
La equiparación de los textos canónicos con los apócrifos no parece considerar la dimensión teológica del canon de la Escritura y su analogía con la encarnación del Verbo divino, lo que comporta graves consecuencias para la fe cristiana.
Los textos apócrifos pueden ofrecer elementos válidos para el conocimiento de la historia y la literatura contemporánea de la Iglesia primitiva, aunque sean fuentes secundarias, porque al haber sido matizadas por las orientaciones teológicas y las ideologías de los grupos que las elaboraron, comprometen la fe en Jesucristo, plenamente Dios y plenamente hombre.
Por lo tanto, el uso de los apócrifos en la exégesis de los textos bíblicos sin el debido criterio puede comprometer la fe en Jesús, plenamente Dios y plenamente hombre, y la fe en las Escrituras como Palabra de Dios. Se sugiere que la Pontificia Comisión Bíblica, conjuntamente con la Comisión Teológica Internacional, elabore un documento que regule el uso de los apócrifos en la exégesis de los textos bíblicos, sin comprometer el carácter inspirado de los textos bíblicos, y, sobre todo, sin comprometer el mensaje salvífico contenido en ellos. Se sugiere, además, retomar la Instrucción de la Pontificia Comisión Bíblica Sancta Mater Ecclesia de 1964 (EB 644-659), que ofrece una feliz solución a la cuestión de la historicidad de los Evangelios, supuesta por la Constitución Dei Verbum (n. 19).
– Sr. Ricardo GRZONA, Presidente de la Fundación Ramón Pané de Honduras; Consultor católico de las Sociedades Bíblicas Unidas (ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA)
Entendemos desde la visión de la catequesis que en el tema sobre la Biblia el «QUÉ» es muy claro. Los catequistas esperan de este Sínodo que se ofrezcan pistas concretas para el «CÓMO» llevar adelante esta tarea. Pediríamos se pudieran tener unas líneas concretas, pensando sobre todo en esa gran mayoría de gente que vive en la cultura mediática y que cada vez lee menos. Pensar en apoyar todas las iniciativas que se tuvieran en campos de nuevos medios de comunicación.
Notamos que en la catequesis se enseña más a rezar (como recitar oraciones) que a orar propiamente como respuesta a Dios que se comunica primero con su Palabra. Todavía hay mucho camino que recorrer en este tema de la oración y es menester que nuestras estructuras todas, comenzando por la catequesis sean verdaderas escuelas de oración. Quiero referirme al número 38 del Instrumentum Laboris, Lectio Divina: En América Latina hemos experimentado ampliamente que muchos jóvenes que no son capaces de leer un libro, se sienten atraídos cuando se les presenta el método de Lectio Divina.
Ésta no puede ser una propuesta más, y menos verla aislada del resto de la vida ec1esial, sino por el contrario una propuesta para guiar todas las formas y estructuras de nuestra Iglesia, ya que ésta nos lleva a una vida coherente y concreta de seguimiento de Jesús y de su Evangelio. Sin embargo, se corre el peligro de no llegar a una lectura profunda según la tradición de la Iglesia y las interpretaciones personales pueden ser abundantes y correr el riesgo de irse fuera de la Tradición. Por este mismo motivo, sugiero a 108 Padre Sinodales que propongan la realización de un Congreso Internacional sobre Lectio Divina, que guiado por el magisterio pueda llevar a un entendimiento cada vez mayor de esta práctica de lectura orante de las Sagradas Escrituras. Termino citando el Intrumentum Laboris nº 38 que al final dice: «Este mundo exige personalidades contemplativas, atentas, críticas y valientes. Ello supone en cada circunstancia opciones nuevas e inéditas». Rogamos a Dios que podamos cumplir con esto.