CIUDAD DEL VATICANO, lunes 20 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- El mensaje que se ha presentado como propuesta para este Sínodo es el más bello surgido de una asamblea sinodal, desde su restablecimiento tras el Concilio Vaticano II.
Con este comentario no sólo concuerdan varios de los padres sinodales que tomaron la palabra en el debate tras su presentación, sino también una crónica de «L’Osservatore Romano».
La gran diferencia está en que el «nuntium» (mensaje), que debería presentarse a la opinión pública este viernes, en esta ocasión ha sido recogido y escrito por una mano, la del arzobispo Gianfranco Ravasi.
El arzobispo italiano, presidente de la Comisión encargada de la redacción del Mensaje, es mundialmente conocido no sólo por su formación bíblica, sino también por la belleza de su pluma, y el texto es una prueba.
El mensaje, según prevé la metodología del Sínodo, «tiene la finalidad de estimular al Pueblo de Dios, alentándolo en la fidelidad a la propia vocación y alentándolo por los esfuerzos realizados».
Tras haber recogido las observaciones de la asamblea, el mensaje será presentado a votación.
El borrador del mensaje, haciéndose eco de las intervenciones libres de los padres sinodales tras su lectura, «rebosa de dinamismo cristiano, penetrado del justo orgullo de ser cristianos», constata el diario vaticano.
El problema que expresaron los padres sinodales en sus comentarios es que quizá es «demasiado largo», motivo por el cual se ha propuesto acompañarlo por una síntesis eficaz, que ayude a la lectura, en particular para las personas más sencillas.
El borrador del mensaje que dirigirá al pueblo de Dios el Sínodo de los obispos sobre la «Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia», fue presentado el sábado 18 de octubre, durante décimo novena congregación general por el arzobispo Ravasi.
En su estructura, el borrador del mensaje, que tiene en cuenta las propuestas presentadas ante las congregaciones generales y en los círculos menores (grupos de trabajos lingüísticos), se basa en cuatro símbolos que constituyen sus cuatro capítulos: «La voz de la Palabra: la revelación»; «El rostro de la Palabra: Jesucristo»; «La Casa de la Palabra: la Iglesia»; «Los caminos de la Palabra: la misión».
Tras la lectura del texto intervinieron 31 padres sinodales para hacer sus comentarios. Además, quienes no tuvieron tiempo, pudieron pasar una nota escrita.
La observación más común, además de algunas sugerencias prácticas, fue que era muy largo.
De hecho, el mismo monseñor Ravasi, al presentar la lectura, advirtió a los padres sinodales que a partir de ahora «nuestro trabajo debe ser como el de los escultores, quitar no añadir».
«Voltaire no se habría imaginado nunca que fuera citado en un Sínodo de los Obispos –dijo con una sonrisa–, pero una frase suya describe bien la elocuencia sagrada: larga y plana como la espada de Carlo Magno, compensa con su duración lo que no logra alcanzar con la profundidad».
Luego, citó a Abba Sisoes, un padre de la Iglesia, que decía que «si Dios hubiera pedido a los teólogos de Alejandría que formularan el Decálogo, los diez mandamientos hubieran sido mil».