CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 23 octubre 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI espera que la publicación de su «Opera omnia» sirva para superar diatribas que han tenido lugar en los últimos años sobre cuestiones litúrgicas.
Lo reconoce él mismo en el prefacio del primer volumen de sus escritos (serán 16), que van desde las obras que escribió en la universidad hasta el año 2005, cuando fue elegido obispo de Roma.
«Me daría mucho gusto el que la nueva publicación de mis escritos litúrgicos pudiera contribuir a hacer visibles las grandes perspectivas de nuestra Liturgia, volviendo a poner en su lugar las míseras y pequeñas diatribas sobre las formas exteriores», escribe el Papa en la presentación del primer tomo dedicado precisamente a la liturgia.
Benedicto XVI subraya que iniciar con la Liturgia, como sucedió en las sesiones de trabajo del Concilio Vaticano II, quiere decir afirmar el primado de Dios.
La Liturgia, escribe, »desde la infancia ha sido para mí la realidad central de mi vida», capaz de responder a la pregunta: «¿por qué creemos?».
«Ante todo Dios», proclama en la introducción del prefacio, del que ha publicado un pasaje en italiano «Radio Vaticano».»Allí donde la mirada sobre Dios no es determinante, todo lo demás pierde su orientación».
El pontífice confía que en un primer momento había pensado en eliminar nueve páginas de su libro «El Espíritu de la Liturgia. Una introducción», publicado en el año 2000, para no volver a encender polémicas. Esa obra constituye la parte central del primer volumen.
Por desgracia, recuerda, casi todas las reseñas se concentraron sólo en esas páginas que hablan sobre la orientación del sacerdote durante la Liturgia, como si quisiera volver a introducir la práctica de que el sacerdote dé «la espalda a la asamblea».
Pero después, aclara, las ha mantenido, considerando que queda clara su intención más profunda.
Constata, con gusto, que se está abriendo camino su sugerencia de «no modificar las estructuras, sino simplemente poner la Cruz en el centro del altar, hacia la que miran tanto el sacerdote como los fieles para dejarse llevar hacia el Señor, a quien rezamos todos juntos».
«El concepto por el que el sacerdote y la asamblea deberían verse a los ojos durante la oración se ha desarrollado sólo en la época moderna y es totalmente ajeno a la cristiandad antigua», escribe.
De hecho, aclara, «el sacerdote y la asamblea no rezaban el uno hacia el otro, sino dirigidos hacia el único Señor».
«Por este motivo, durante la oración, miran en la misma dirección: o hacia Oriente, símbolo cósmico del Señor que tiene que venir, o -donde esto no fuera posible– hacia una imagen de Cristo en el ábside, hacia una Cruz, o simplemente todos juntos hacia lo alto, como hizo el Señor durante la oración sacerdotal en la noche anterior a su Pasión».
El Santo Padre explica, por tanto, que más allá de «las cuestiones con frecuencia pedantes sobre una u otra forma», la intención esencial de esta obra consiste en enmarcar la Liturgia en la «grandeza del cosmos», que «abraza al mismo tiempo Creación e Historia», en cuyo centro está el Salvador, Jesucristo, hacia quien todos nos dirigimos en oración.
Benedicto XVI reconoce que se ha decidido a publicar su «Opera omnia» después de «algunos titubeos». Para ello ha contado con la ayuda del obispo de Ratisbona, monseñor Gerhard Ludwig Muller, que presentó este miércoles a la prensa en el Vaticano el primer volumen.