CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 27 octubre 2008 (ZENIT.org).- Hablando a los 253 padres sinodales y a todos los fieles presentes este domingo en la basílica de San Pedro, Benedicto XVI dirigió un «pensamiento especial» a los prelados de China continental, que no pudieron participar en el Sínodo de los Obispos.
La Santa Sede no logró un acuerdo en tal sentido con las autoridades de Pekín. Sin embargo, aquí han estado, como delegados nombrados directamente por Benedicto XVI, el cardenal arzobispo de Hong Kong Joseph Zen Ze-kiun y el obispo de Macao José Lai Hung-seng. Así mismo, el obispo de Kaohsiung, Taiwan, Peter Liu Cheng-chung.
«Deseo hacerme aquí intérprete –dijo el Papa en la homilía, refiriéndose a los que no han podido venir–, y dar gracias a Dios de su amor por Cristo, de su comunión con la Iglesia universal y de su fidelidad al sucesor del apóstol Pedro».
«Están presentes en nuestra oración, junto con todos los fieles confiados a sus cuidados pastorales», añadió.
«Pidamos al ‘Pastor supremo del rebaño’ que les de alegría, fuerza y celo apostólico para guiar con sabiduría y con mirada de futuro la comunidad católica en China, a todos nosotros tan querida», concluyó.
Ya en octubre de 2005, cuatro obispos invitados al sínodo anterior sobre «La Eucaristía: fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia» no recibieron el permiso del Gobierno chino para abandonar el país.
Las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y la República Popular China se interrumpieron en 1951, a dos años de la subida al poder de Mao Tse-Tung, cuando se produjo la expulsión del nuncio apostólico, el arzobispo Antonio Riberi, luego cardenal (ver: http://www.archimadrid.es/alfayome/menu/pasados/revistas/2000/en2000/num194/enport/enport04.htm ).
Actualmente, el Gobierno chino permite la práctica religiosa en su país sólo con personal reconocido y en lugares registrados ante la Oficina para Asuntos Religiosos y bajo el control de la Asociación Patriótica (AP), el organismo instituido por el régimen maoísta en 1957 con el fin de crear una Iglesia nacional independiente de la Sede apostólica.
Por esto se habla de la diferencia entre una Iglesia «oficial» o «patriótica» y los fieles que tratan de sustraerse al susodicho control para obedecer directamente al Papa, formando así la Iglesia «no oficial» o «clandestina».
Traducido del italiano por Nieves San Martín