CIUDAD DEL VATICANO, martes, 28 octubre 2008 (ZENIT.org).- Han sido los dos participantes más jóvenes en el Sínodo de los Obispos y ambos confiesan que han sido transformados por esta asamblea. No saben que ellos también han transformado a la asamblea.
Son Silvia Sanchini, presidente nacional femenina de la Federación Universitaria Católica Italiana (FUCI), de 25 años («escriba 25 y no 27 como ha hecho un periódico en España», especifica) y Daniele Boscaro, jefe de Clan de la Asociación de Guías y Scouts Católicos Italianos de Padua, de 28 años.
Benedicto XVI les nombró oyentes en la XII asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos celebrada entre el 5 y el 26 de octubre sobre «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia».
Silvia, cabello intensamente negro y sonrisa espontánea, confiesa a ZENIT que no se esperaba este nombramiento del Papa. «¡Una chica tan joven!». «De hecho, la FUCI nunca había sido invitada. Es una novedad, una hermosa novedad», reconoce.
Al hacer un balance de estas tres semanas en las que ha participado en las congregaciones generales y en los grupos de trabajo lingüísticos (círculos menores), explica: «para mí ha sido muy importante tener un panorama de la Iglesia universal, pues enriquece a Italia».
Cuando se ven los problemas de otras personas se valora la propia realidad, confiesa. «El problema de muchos fieles del mundo que no pueden leer la Biblia para nosotros nos parece un problema que no existe. Nosotros tenemos las posibilidades pero no las aprovechamos».
Daniele también está encantado con su participación en el Sínodo. En las pausas durante el café, el Papa pudo saludar a los participantes. El jefe de Clan revela con una sonrisa: «El Papa me ha dedicado más tiempo que a los obispos. Me presentó el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, quien ha participado en los scouts y el Papa nos dijo: ‘gracias por lo que hacéis como scouts'».
«¿Qué hace un jefe de Clan en un Sínodo?». «Como educadores, como laicos comprometidos, nos interesa el amor por la Palabra», responde.
De hecho, en Italia, los scouts organizan desde hace 50 años campamentos sobre la Palabra de Dios para los educadores «para que se conviertan en anunciadores de la Palabra viva, no de la letra muerta», aclara.
Tanto Silvia como Daniele han sido portavoces de los jóvenes en el Sínodo y a ellos les han dedicado su intervención en la asamblea.
Silvia pidió a los padres sinodales «propuestas serias y cualificadas para favorecer el encuentro de los jóvenes con la Palabra».
En particular, les propuso promover la «Lectio divina» (la lectura orante de la Escritura), como instrumento para la oración personal y comunitaria, así como «jornadas y semanas de estudios bíblicos dirigidas a los jóvenes, preferiblemente en colaboración con las comunidades monásticas».
Daniele, en su intervención ante la asamblea, pidió que el Sínodo de la Palabra sirva para despertar a los laicos, el «gigante dormido» de la Iglesia.
El cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, al hacer con ZENIT un balance de este Sínodo reconoció que las intervenciones de Silvia y Daniele han ayudado a los padres sinodales a pensar en los jóvenes.
En particular, explica, se ha reflexionado en los grupos de trabajo y en los pasillos en cómo promover grupos de «Lectio divina» particularmente entre universitarios, como ha propuesto Silvia.
Por Jesús Colina