CIUDAD DEL VATICANO, martes 28 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Publicamos la traducción al español de las Proposiciones 6 a 10 de la última Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos –cuyo texto oficial está en latín–, objeto de voto personal por parte de los padres sinodales, y destinadas al Sumo Pontífice.
El texto en latín, por su naturaleza, es reservado y no será publicado, para respetar el carácter consultivo de la asamblea sinodal. Este texto, como su nombre indica, tiene carácter propositivo.
Las proposiciones 1 a 5 pueden leerse en el servicio del 27 de octubre de ZENIT.
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Proposición 6
Lectura patrística de la Escritura
Para la interpretación del texto bíblico, no se debe descuidar la lectura patrística de la Escritura, que distingue dos sentidos: literal y espiritual. El sentido literal es el significado por las palabras de la Escritura y encontrado a través de los instrumentos científicos de la exégesis crítica. El sentido espiritual concierne también a la realidad de los eventos de los que habla la Escritura, teniendo en cuenta la Tradición viviente de toda la Iglesia y la analogía de la fe, que comporta la conexión intrínseca de las verdades de la fe entre ellas y en la totalidad del diseño de la Revelación divina.
Proposición 7
Unidad entre Palabra de Dios y Eucaristía
Es importante considerar la profunda unidad entre la Palabra de Dios y la Eucaristía (cf. Dei Verbum 21), como se expresa en algunos textos concretos, como Juan 6, 35-58; Lc 24, 13-35, de modo que supera la dicotomía entre las dos realidades, que a menudo existe en la reflexión teológica y en la pastoral. De este modo se hará más evidente la relación con el Sínodo anterior sobre la Eucaristía.
La Palabra de Dios se hace carne sacramental en el evento eucarístico y lleva a su cumplimiento la Sagrada Escritura.
La Eucaristía es un principio hermenéutico de la Sagrada Escritura, así como la Sagrada Escritura ilumina y explica el misterio eucarístico. En este sentido, los padres sinodales se auguran que se pueda promover una reflexión teológica sobre la sacramentalidad de la Palabra de Dios. Sin el reconocimiento de la presencia real del Señor en la Eucaristía, la inteligencia de la Escritura queda incumplida.
Proposición 8
Palabra de reconciliación y conversión
La Palabra de Dios es Palabra de reconciliación porque en ella Dios reconcilia consigo todas las cosas (cf. 2 Cor 5, 18-20; Ef 1, 10). El misericordioso perdón de Dios, encarnado en Jesús, realza al pecador.
Debe subrayarse la importancia de la Palabra de Dios en los sacramentos de sanación (penitencia y unción).
La Iglesia debe ser la comunidad que, reconciliada por aquella Palabra que es Jesucristo (cf. Ef 2, 14-18; Col 1, 22), ofrece a todos un espacio de reconciliación, de misericordia y de perdón.
La fuerza sanadora de la Palabra de Dios es una llamada viva a una constante conversión personal a la misma escucha y un incentivo para un anuncio valiente de la reconciliación ofrecida por el Padre en Cristo (cf. 2 Cor 5, 20-21).
En estos días de conflictos de todo tipo y de tensiones interreligiosas, en fidelidad a la obra de reconciliación realizada por Dios en Jesús, los católicos están empeñados en dar ejemplo de reconciliación, tratando de compartir los mismos valores humanos, éticos y religiosos en su relación con Dios y con los demás. Así traten de construir una sociedad justa y pacífica.
Proposición 9
Encuentro con la Palabra en la lectura de la Sagrada Escritura
Este Sínodo vuelve a proponer con fuerza a todos los fieles el encuentro con Jesús, Palabra de Dios hecha carne, como evento de gracia que vuelve a acontecer en la lectura y la escucha de las sagradas Escrituras. Recuerda san Cipriano, recogiendo un pensamiento compartido por los Padres: «Asiste con asiduidad a la oración y a la Lectio divina. Cuando oras hablas con Dios, cuando lees es Dios el que habla contigo (Ad Donatum, 15).
Por tanto, esperamos vivamente que de esta asamblea derive una nueva etapa de mayor amor a la Sagrada Escritura por parte de todos los miembros del Pueblo de Dios, de manera que de su lectura orante y fiel en el tiempo, se profundice la relación con la misma persona de Jesús. En esta perspectiva, se augura -en cuanto sea posible- que cada fiel posea personalmente la Biblia (cf. Dt 17, 18-20) y goce de los beneficios de la especial indulgencia ligada a la lectura de las Escrituras (cf. Indulgentiarum Doctrina, 30).
Proposición 10
El Antiguo Testamento en la Biblia cristiana
Jesús oró los Salmos y leyó la Ley y los Profetas, citándolos en su predicación y presentándose a sí mismo como el cumplimiento de las Escrituras (cf. Mt 5, 17; Lc 4, 21; 24, 27; Jn 5, 46). El Nuevo Testamento ha extraído constantemente del Antiguo Testamento las palabras y las expresiones que le permiten narrar y explicar la vida, la muerte y la resurrección de Jesús (cf. Mt 1-2 y Éxodo passim; Mc 6, 3; Lc 24, 25-31). Al mismo tiempo, por lo demás, su muerte y resurrección «dieron a estos mismos textos una plenitud de significado antes inconcebible» (Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, III A 2).
En consecuencia, la fe apostólica en Jesús es proclamada «según las Escrituras» (cf. 1 Cor 15), y presenta a Jesucristo cono el «sí» de Dios a todas las promesas (cf. 2 Cor 1, 20). Por estas razones, el conocimiento del Antiguo Testamento es indispensable a quien cree en el Evangelio de Jesucristo, porque -según la palabra de San Agustín- el Nuevo Testamento está escondido en el Antiguo y el Antiguo se manifiesta en el Nuevo (cf. Quaestiones in Heptateucum, 2, 73). Quaestiones in Heptateucum
Por tanto, auguramos que, en la predicación y en la catequesis, se tengan en su debida cuenta las páginas del Antiguo Testamento, explicándolas adecuadamente en el contexto de la historia de la salvación, y se ayude al Pueblo de Dios a apreciarlas a la luz de la fe en Jesús el Señor.
Traducido del italiano por Nieves San Martín