CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 29 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- La fe en Cristo y en la Iglesia fue el secreto que hizo del beato Juan XXIII una figura mundial de paz, ha constatado Benedicto XVI al celebrar los 50 años de la elección del Papa Bueno.
El Papa Joseph Ratzinger dirigió un discurso en la noche de este martes a los peregrinos que se reunieron en la Basílica de San Pedro del Vaticano para recordar esa fecha con una celebración eucarística presidida por el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado.
La hora escogida fue la misma en la que medio siglo antes de un día como ése el entonces patriarca de Venecia, el cardenal Angelo Giuseppe Roncalli (1881-1963) era elegido como sucesor de Pedro.
En el templo más grande del catolicismo se encontraban reunidos miles de fieles procedentes de Bérgamo, y en particular de la localidad de Sotto il Monte, en la que nació aquel pontífice.
Recordando la «gran alegría» (gaudium magnum) que vivió la Iglesia al ver en el balcón de la Basílica de San Pedro al nuevo Papa, su sucesor reconoció que «fue un preludio y una profecía de la experiencia de paternidad, que Dios nos habría ofrecido abundantemente a través de las palabras, los gestos y el servicio eclesial del Papa Bueno».
«La gracia de Dios preparaba una estación comprometedora y prometedora para la Iglesia y para la sociedad, y encontró en la docilidad al Espíritu Santo, que caracterizó toda la vida de Juan XXIII, el buen terreno para hacer germinar la concordia, la esperanza, la unidad y la paz, para el bien de toda la humanidad».
Según explicó, «el papa Juan presentó la fe en Cristo y la pertenencia a la Iglesia, madre y maestra, como garantía de fecundo testimonio cristiano en el mundo».
De este modo, recordó, «en las fuertes contraposiciones de su tiempo, el Papa fue un hombre y pastor de paz, que supo abrir en Oriente y en Occidente inesperados horizontes de fraternidad entre los cristianos y de diálogo con todos».
El Papa recordó una famosa audiencia de Juan XXIII en su primera Navidad como pontífice (1958) en la que el beato preguntó a quienes le escuchaban cuál era sentido de aquel encuentro. El mismo Juan XXIII respondió: ‘El Papa ha puesto sus ojos en los vuestros y su corazón junto a vuestro'».
«Pido al Papa Juan que nos permita experimentar la cercanía de su mirada y de su corazón para sentirnos verdaderamente familia de Dios«, concluyó Benedicto XVI.
Un pastor santo
En la homilía de la celebración eucarística, el cardenal Bertone también meditó en la fe del cardenal Juan XXIII, secreto de su santidad.
Para ello citó dos pasajes de los escritos del Papa Roncalli cuando decía: «mi confusión me provoca sentimientos de humildad y abandono en las manos del Señor. Él ha hecho verdaderamente todo, y lo ha hecho sin mi, que nunca hubiera podido imaginar o aspirar a tanto. No deseo, no pienso en otra cosa que en vivir y morir para las almas que se me han encomendado», escribía el Papa Roncalli.
Y el cardenal Bertone concluyó citando otro escrito del pontífice en el que añadía: «en los pocos años que me quedan quiero ser un santo pastor en la plenitud del término. Mi día debe desarrollarse siempre en oración; la oración es mi respiración».