NUEVA YORK, miércoles, 29 octubre 2008 (ZENIT.org).- El ser humano no es necesariamente un peligro para el medio ambiente sino que más bien es su administrador, afirma la Santa Sede.
Lo dijo este martes el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente vaticano ante Naciones Unidas, en la Comisión Segunda de la 63 sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas.
«Se dice a menudo que tenemos que defender el medio ambiente -dijo el arzobispo–. El término ‘defensa’ podría llevarnos equivocadamente a ver un conflicto entre el medio ambiente y el ser humano. En este foro, hablamos de ‘protección’ o ‘salvaguardia'»
«De hecho, en este caso, protección abarca más que defensa. Implica una visión positiva del ser humano, significando que la persona se considera no como un incordio o una amenaza para el medio ambiente sino un administrador».
«En este sentido, no sólo no hay oposición entre el ser humano y el medio ambiente, sino que hay una alianza establecida e inseparable, en la que el ambiente condiciona esencialmente la existencia y el desarrollo del ser humano, mientras que este perfecciona y ennoblece el medio ambiente por medio de su actividad creativa».
El arzobispo Migliore citó el principio de la «responsabilidad de proteger» respecto al medio ambiente. «Aplicando este principio a los temas medioambientales y asociándolo con la protección al clima global que actualmente da a la comunidad internacional una oportunidad de reflexionar sobre los diferentes aspectos que pueden ayudar a promover un desarrollo humano auténtico», dijo.
El representante de la Santa Sede mencionó tres de estos aspectos.
«La responsabilidad de proteger el clima nos exige una ulterior profundización de las interacciones entre seguridad alimentaria y cambio climático, deteniéndose en la centralidad de la persona humana, en especial en las poblaciones más vulnerables, a menudo localizadas en las áreas rurales de los países en desarrollo», dijo.
En segundo lugar, el arzobispo dijo que «la responsabilidad de proteger el clima debería basarse en la alianza entre los principios de subsidiariedad y solidaridad global. En un mundo tan interconectado como el de hoy, estamos siendo testigos de la rápida expansión de una serie de retos en muchas áreas de la vida humana, desde la crisis alimentaria a las turbulencias financieras. Tales crisis han revelado la limyración de los recursos y capacidades nacionales para afrontarlas adecuadamente, y la creciente necesidad de una acción colectiva de la comunidad internacional».
En tercer lugar, dijo, «se debería tener presente que la cuestión del medio ambiente no se puiede considerar separadamente de otros asuntos, como la energía y la economía, la paz y la justicia, los intereses nacionales y la solidaridad internacional».
El arzobispo Migliore afirmó, sin embargo, que la sociedad actual no puede responder adecuadamente al deber de proteger el medio ambiente «si no revisa seriamente su estilo de vida y sus patrones de consumo y producción».
«Hay, por consiguiente, una necesidad urgente de educar en la responsabilidad ecológica, basada en el hecho de que muchos valores éticos, fundamentales para desarrollar una sociedad pacífica, tienen una relación directa con la cuestión medioambiental -dijo–. Y, a la inversa, la interdependencia de muchos desafñio que afronta el mundo hoy confirman la necesidad de solcuones coordibadas, basadas en una visión moral coherente del mundo».
Traducido del inglés por Nieves San Martín