CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- El Patriarca de Antioquía de los greco-melquitas, Gregorio III Laham, ha lanzado un llamamiento urgente a los Jefes de Estado y a los líderes religiosos del mundo para que actúen rápidamente para poner fin a la violencia y a la tragedia representada por los desplazamientos y los homicidios de que es víctima la población iraquí. Publicamos a continuación el texto del llamamiento:
“La tierra del amado Irak es un suelo sagrado, y es la casa de Abraham, padre de la fe en el hebraísmo, el cristianismo y el Islam. Basándonos en las enseñanzas de las tres religiones monoteístas, y con el empeño hacia los valores espirituales y humanitarios en los que creemos y por los que trabajamos, lanzamos este urgente llamamiento al mundo, a los reyes, a los presidentes y a los líderes espirituales y civiles, para que todos puedan actuar -cada uno en base a su posición y a sus responsabilidades-, y nos dirigimos también a la Liga de los Estados Árabes y a su misión de preservar la coexistencia que caracteriza a esta región del mundo.
Les exhortamos a actuar rápidamente para salvar al pueblo de Irak, con toda su herencia histórica, religiosa y cultural, del riesgo de fragmentación al que está expuesto sobre todo tras la discordia que ha empezado a difundir su veneno y sus riesgos contra los cristianos de Mosul, que sufren homicidios, deportaciones y exterminio, haciendo presagiar así una situación terrible por la dimensión demográfica de Iraq, que corre el riesgo de una violencia programada.
Basandonos en nuestra responsabilidad espiritual, y en nuestro compromiso con el futuro de nuestro pueblo, exhortamos a la Liga de los Estados Árabes a reunirse para un encuentro extraordinario con el fin de discutir sobre el peligro representado por lo que está sucediendo, poner fin a la violencia y los homicidios hacia los cristianos en esta tierra, tranquilizarles, hacerles volver a su tierra y defenderles, para que puedan sentir que no son despreciados o el blanco, que no son víctimas de la obra del mal y de la criminalidad, que deploramos con vigor.
Exhortamos también a los Estados, a las instituciones y a las organizaciones internacionales, y en particular al Gobierno de Iraq, a proporcionar ayudas a la población afectada de Mosul y a asegurar su vuelta a su propia tierra. Ponemos en guardia contra el prevalecimiento del mal en el desarrollo y la implementación de planes dirigidos a vaciar la región de su tejido cultural y religioso.
Consideramos que lo que está sucediendo es vergonzoso y extraño a la ética y a la educación. Si la situación persiste, amenazará con difundir esta peligrosa infección a todas las sociedades y a todos los pueblos, y esto es lo que debemos evitar”.
Traducción de Inma Álvarez