Los nuevos movimientos, “vino nuevo” para la Iglesia

Inauguración del año académico de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz

Share this Entry

ROMA, jueves 13 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).- Los nuevos movimientos eclesiales son «vino nuevo» para la Iglesia, según afirmó el pasado 5 de noviembre el profesor Luis Navarro, durante la inauguración del año académico 2008/2009 de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (PUSC).

El profesor, decano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad, intervino sobre el tema «Los nuevos movimientos eclesiales en el reciente Magisterio pontificio» en presencia del gran canciller de la universidad y prelado del Opus Dei, el obispo Javier Echavarría.

Navarro recordó que ya en 1985 el cardenal Joseph Ratzinger se refirió a los nuevos movimientos como una «nueva generación de la Iglesia», subrayando que la renovación estaba «tranquila pero eficazmente en camino».

«Se trata de una visión profunda y profética en un momento en que pocos podían pensar, en expresión acuñada por Juan Pablo II, en el nuevo Pentecostés del final del siglo XX» dado que se hablaba de un «invierno en la Iglesia», observó.

En los decenios sucesivos, añadió, Ratzinger «siguió de cerca, acompañó estas realidades y buscó, a través de la reflexión teológica, de hacer comprenderlas y amarlas».

El profesor presentó el magisterio de Benedicto XVI sobre los movimientos eclesiales, dividiendo su exposición en cuatro partes: características generales del Magisterio papal, papel del Espíritu Santo en los movimientos, valor eclesial de los movimientos, relación entre pastores y movimientos eclesiales.

Sobre el primer punto, subrayó que la enseñanza pontificia se coloca en continuidad con la de Juan Pablo II y deja entrever que «el Papa es consciente de las reacciones positivas y negativas suscitadas por los movimientos, y en particular de su difícil inserción en las Iglesias particulares y en las parroquias».

El Santo Padre, de hecho, «no esconde que las nuevas formas de vida cristiana han sido siempre incómodas en sus inicios, y que no se entienden fácilmente», e intenta analizarlas tomando en consideración la experiencia vivida, pues tuvo ocasión de seguir personalmente y de conocer bien algunas de estas realidades.

En cuanto al Espíritu Santo, su papel en los movimientos «es particularmente estrecho», constató. En diversas ocasiones, Benedicto XVI ha indicado que los movimientos son dones del Espíritu, y por tanto no iniciativa no de la jerarquía o de los fieles, sino de Dios.

Este origen carismática de los movimientos lleva dentro de sí la exigencia de estar al servicio del único Cuerpo que es la Iglesia, del cual deriva el hecho de que «cada movimiento tiene su razón de ser en la edificación de la Iglesia, en cuanto el mismo movimiento forma parte de ella».

«Si los movimientos no se insertan adecuadamente en la Iglesia universal y en las Iglesias particulares no sirven, no edifican», confesó. «Los movimiento viven por y en la unidad».

De la misma forma, recordó, «son escuelas de libertad», porque «en ellos uno es llamado a vivir la libertad de los hijos de Dios, que comporta ser implicados en la misma responsabilidad de Dios hacia su mundo, hacia toda la humanidad».

Otra característica de los movimientos es el empuje misionero, «típico de la Iglesia por la acción del Espíritu».

El valor eclesial de los movimientos es actualmente consistente, prosiguió el profesor Navarro, porque muchas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada provienen de estas realidades, que en el mundo «fuertemente secularizado y relativista en que vivimos» constituyen «un instrumento privilegiado de evangelización en todos los sectores de la sociedad».

En este contexto es, en fin, «imprescindible» la relación entre pastores y movimientos, recordando siempre que «no hay ninguna confrontación entre la dimensión institucional y la carismática en la Iglesia».

A pesar de esto, se debe reconocer que esta relación «no siempre ha sido pacífica», encontrando numerosos obstáculos, algunos de los cuales «provienen de la dificultad de comprender la novedad inherente a los movimientos», por prejuicios, resistencias y tensiones, que hay que superar con el diálogo y la colaboración.

Por esto el Papa pide a los pastores «una actitud profundamente paterna» y a los movimientos «disponibilidad al discernimiento».

En cuanto a las consecuencias canónicas de la realidad de los movimientos, Navarro afirmó que en primer lugar es necesario reconocer «el derecho a la vida de estas nuevas realidades en la Iglesia» conforme al propio carisma.

«Toda la Iglesia, Pastores y el resto de los fieles, deben respetar este derecho. Los dirigentes y los miembros del movimiento tienen el derecho y el deber de ser fieles a su propio carisma».

Los movimientos tienen además «el deber de estar siempre en comunión con la Iglesia, porque solo en ella encuentran su razón de ser».

Con este fin, «el movimiento tiene la grave obligación de darse a conocer así como es en la vida diaria. Ofrecer una visión parcial de sí comporta falsear la propia identidad e impedir que la autoridad eclesiástica pueda declarar según verdad la eclesialidad del ente».

El reconocimiento eclesial de los movimientos, por tanto, «no es un simple proceso formal, que requiere un examen de los estatutos o de las normas, sino un acontecimiento eclesial, mediante el cual se declara a la entera comunidad cristiana que tal entidad está verdaderamente en la Iglesia y para la Iglesia. Se reconoce la realidad, no un trozo de papel».

Recordando las palabras de Jesús, «no se pone vino nuevo en odres viejos, de lo contrario se rompen los odres, y el vino se derrama y los odres se echan a perder. Sino que el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así uno y otro se conservan» (Mt 9, 17), Navarro comentó que «en el caso de los movimientos y del relativo Magisterio del Papa, aún estamos a tiempo de verter el vino nuevo en odres nuevos».

«Esto –concluyó– será posible si todos tenemos la mente y el corazón abiertos a estos dones del Espíritu a su Iglesia».

Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación

@media only screen and (max-width: 600px) { .printfriendly { display: none !important; } }