CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 16 noviembre 2008 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que dirigió Benedicto XVI a mediodía de este domingo antes y después de rezar la oración mariana del Ángelus, junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.
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Queridos hermanos y hermanas:
La Palabra de Dios de este domingo, el penúltimo del año litúrgico, nos invita a estar vigilantes y diligentes en espera del regreso del Señor Jesús al final de los tiempos. La página del Evangelio narra la famosa parábola de los talentos referida por san Mateo (25,14-30). El "talento" era una antigua moneda romana, de gran valor, y precisamente a causa de la popularidad de esta parábola se ha convertido en sinónimo de dote personal, que cada quien está llamado a hacer fructificar. En realidad el texto habla de "un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda" (Mateo 25,14). El hombre de la parábola representa al mismo Cristo, los siervos son los discípulos y los talentos son los dones que Jesús les confía. Por este motivo, estos dones, no sólo representan las cualidades naturales, sino también las riquezas que el Señor Jesús nos ha dejado en herencia para que las hagamos fructificar: su Palabra, depositada en el santo Evangelio; el Bautismo, que nos renueva en el Espíritu Santo; la oración, el Padrenuestro que elevamos a Dios como hijos unidos en el Hijo; su perdón, que ha ordenado ofrecer a todos; el sacramento de su Cuerpo inmolado y de su Sangre derramada. En una palabra: el Reino de Dios, que es Él mismo, presente y vivo entre nosotros.
Este es el tesoro que Jesús ha confiado a sus amigos al final de su breve existencia terrena. La parábola de hoy insiste en la actitud interior con la que hay que acoger y valorar este don. La actitud equivocada es la del miedo: el siervo que tiene miedo de su señor y de su regreso, esconde la moneda bajo tierra y deja de producir frutos. Esto le sucede, por ejemplo, a quien habiendo recibido el Bautismo, la Comunión, la Confirmación, entierra después los dones bajo una capa de prejuicios, bajo una falsa imagen de Dios que paraliza la fe y las obras, traicionando las expectativas del Señor. Pero la parábola da más importancia a los buenos frutos de los discípulos que, felices por el don recibido, no los han escondido con temor y celos, sino que los han hecho fructificar, compartiéndolos. ¡Sí, lo que Cristo nos ha dado se multiplica dándolo! Es un tesoro hecho para ser gastado, invertido, compartido con los demás, como nos enseña ese gran administrador de los talentos de Jesús, el apóstol Pablo.
La enseñanza evangélica que hoy nos ofrece la liturgia ha tenido un impacto también a nivel histórico-social, promoviendo en las poblaciones cristianas una mentalidad activa y emprendedora. Pero el mensaje central afecta al espíritu de responsabilidad con el que hay que acoger el Reino de Dios: responsabilidad con Dios y con la humanidad. Encarna perfectamente esta actitud el corazón de la Virgen María, quien al recibir el don más precioso, el mismo Jesús, lo ofreció al mundo con inmenso amor. Pidámosle que nos ayude a ser "siervos buenos y fieles" para que podamos entrar un día "en el gozo de tu Señor".
[Después de rezar el Ángelus, el Papa añadió:]
El viernes próximo, 21 de noviembre, en la memoria litúrgica de la Presentación de María en el Templo, se celebrará la Jornada pro Orantibus, por las comunidades religiosas de clausura. Demos gracias al Señor por las hermanas y hermanos que han abrazado esta misión, dedicándose totalmente a la oración y viven de lo que reciben de la Providencia. Recemos también nosotros por ellos y por las nuevas vocaciones, y comprometámonos a apoyar los en sus necesidades materiales. Queridas hermanas y hermanos: vuestra presencia en la Iglesia y en el mundo es indispensable. ¡Estoy junto a vosotros y os bendigo con gran afecto!
[Luego, el Papa saludó a los peregrinos en francés, inglés, alemán, español, eslovaco y polaco. En español, dijo:]
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana y a aquellos que se unen a la misma a través de la radio y la televisión. Os invito a hacer fructificar los dones que el Señor ha derramado generosamente en vuestros corazones, acogiendo el designio salvador de Dios en vuestra vida personal, familiar y social. Que a ello os ayude la maternal intercesión de la Santísima Virgen María, fiel discípula de su Hijo. ¡Feliz Domingo!
[Traducción del original italiano por Jesús Colina
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