CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 16 noviembre 2008 (ZENIT.org).- El portavoz de la Santa Sede ha denunciado «la masacre de los pobres» que está teniendo lugar en estos momentos en Kivu Norte, República Democrática del Congo, ante la indiferencia de buena parte de la opinión pública.
El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ha dedicado a uno de los conflictos más sangrientos que tienen lugar en estos momentos el editorial del último numero del semanario «Octava Dies» producido por el Centro Televisivo Vaticano, del que también es director.
«Las noticias que siguen llegando de la región de Kivu Norte nos llenan cada día de angustia», reconoce el portavoz vaticano, recordando que el 9 de noviembre el Papa ya había denunciado «destrucciones, saqueos y violencia de todo tipo» contra civiles inocentes.
Desde finales de agosto, los combates han provocado una situación humanitaria catastrófica con más de 250.000 personas desplazadas, la mayoría sin poder ser asistidas por las organizaciones humanitarias a causa de la inseguridad.
Los combates enfrentan al ejército de la República contra el insurgente Laurent Nkunda, antiguo general que ha lanzado un movimiento rebelde que, según él dice, busca proteger a los tutsis de las milicias hutus que escaparon al Congo tras el genocidio de Ruanda de 1994, que dejó más de 500.000 muertos, en su mayoría tutsis.
Sus críticos aseguran que en realidad, Nkunda busca controlar el poder en la región y las riquezas minerales.
En un informe divulgado a principios de este año en Kinshasa, la organización humanitaria «International Rescue Committee» señala que los conflictos y las crisis humanitarias que la República Democrática del Congo ha sufrido desde 1998 han dejado ya un saldo de 5,4 millones de muertos y continúan causando una media de 45.000 víctimas mortales cada mes.
«Y como siempre, en los conflictos contemporáneos la mayor parte de las víctimas son civiles inocentes, atropellados en la sangre por intereses inconfesables, odios antiguos y pasiones perversas», afirma el padre Lombardi.
«El Mal –añade–, el gran enemigo que se encarniza contra las criaturas de Dios, hunde a la razón en una oscuridad impenetrable, lleva a sus extremas consecuencias el desprecio de la vida y parece imponerse. Son demasiado lentas y tímidas las reacciones ante esta masacre de los pobres».
«Ante todo esto, los creyentes tiene que armarse de un amor a toda prueba, capaz de resistir a la violencia siguiendo el ejemplo del Señor».
«Pero para reconstruir la paz es necesario volver al respeto de la dignidad de toda vida humana, es necesario comprometerse verdaderamente mucho más por la educación y el desarrollo y construir un contexto internacional que impida alimentar los conflictos y construir la paz. De lo contrario, África sigue muriendo», concluye el padre Lombardi.