El Evangelio entra en la cárcel en México

Dos mil ejemplares distribuidos con la ayuda de los Caballeros de Colón

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MÉXICO, lunes 17 de noviembre de 2008 (ZENIT.org-El Observador).- Los Caballeros de Colón, tomando en consideración la urgencia de acudir al rescate de la población recluida en los presidios del país, se ha unido, mediante la realización de un sobretiro especial, a la iniciativa de la ‘Confraternidad Carcelaria, A. C.’ para hacer llegar una edición de 2 mil ejemplares de los Santos Evangelios a los reclusos que estén dispuestos a recibirlos.

«Que no se mate la esperanza por un supuesto o inexistente sistema de readaptación social», dijo este domingo, al hacer la entrega simbólica de la aportación adicional a la campaña iniciada por la ‘Confraternidad Carcelaria’, Carlos Trillas, gran caballero del Consejo 1050, Guadalupe, de los Caballeros de Colón, quien subrayó que «la sacralidad de la persona debe llevar implícito un esfuerzo social para que la dignidad del recluso no sea mancillada».

«En nuestras limitadas capacidades como sociedad, para dar educación, amor, medios económicos y ocupación para evitar la delincuencia, nos vemos forzados a recluir a los de difícil adaptación social, pero ello no nos da licencia para matar la esperanza y vulnerar la dignidad de los reclusos», señaló Trillas.

El Consejo 1050 de Caballeros de Colón, al unirse a la acción de la ‘Confraternidad Carcelaria’ y a la Pastoral Penitenciaria de la Arquidiócesis de México, sostiene que la formación en las enseñanzas de Cristo es la mejor manera de alentar a los reclusos en su labor de rehabilitación y de ayudarlos a mantener la esperanza en recuperar una vida digna.

En consonancia con la Doctrina Social de la Iglesia, según explican en un comunicado enviado a ZENIT-El Observador, los Caballeros de Colón suscriben la tesis de que todo ser humano, por el solo hecho de serlo, tiene derecho a vivir en condiciones dignas y que el respeto a la eminente dignidad de la persona humana cuya razón más alta consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios, no puede ser anulado a causa de las conductas en las que el individuo haya incurrido y por las cuales tiene que responder ante la sociedad, sino que debe dejarse siempre abierta la vía a la rehabilitación y a la esperanza.

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ZENIT Staff

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