VALENCIA, viernes, 21 noviembre 2008 (ZENIT.org).- El Santo Cáliz venerado en Valencia debería ser declarado patrimonio de la humanidad, ya que aunque no se pudiese determinar con exactitud si fue o no el cáliz de Cristo en la Última Cena, existen numerosas pruebas de su influencia en la literatura y en la historia de Europa.
Esta es una de las principales conclusiones del Congreso Internacional «Valencia, la ciudad del Santo Grial», celebrado en esta ciudad española, en cuya catedral se custodia el Santo Cáliz que la tradición asocia con la institución de la Eucaristía.
El congreso se celebró en la Universidad Católica de Valencia los pasados 7, 8 y 9 de noviembre, y estaba organizado por arzobispado de Valencia, el Cabildo metropolitano de la catedral, la Universidad Católica de Valencia, el Centro Español de Sindonología, la Real Hermandad y la Cofradía del Santo Cáliz.
En él han participado numerosos expertos de varios países, que han aportado diversas pruebas sobre el rastro que esta reliquia ha ido dejando en la historia y en la literatura, desde su traslado a España desde Roma, según la tradición, por el mártir Lorenzo el año 258.
Según los datos que existen en la actualidad, afirman, la reliquia de Valencia es, por la documentación existente y las pruebas aportadas, la que más posibilidades tiene de ser el Grial auténtico.
Un cáliz singular
Se trata de un cáliz formado por una copa de ágata rojo oscura, según el primer estudio arqueológico realizado por Antonio Beltrán, catedrático de Arqueología de la Universidad de Zaragoza, en 1959.
Según este estudio, que Beltrán ratificó en 1984, esta copa está hecha con un tipo de ágata llamada «cornerina oriental», con vetas en forma de llamas, y por la factura y el material procede seguramente de un taller de Palestina, Siria o Egipto entre el siglo IV a.c. y I d.C. Los añadidos posteriores, como las piedras preciosas y la armadura, datan del siglo XIII o XIV.
Precisamente el material utilizado muestra más visos de credibilidad que imágenes como las del cine han transmitido sobre el Grial. El presidente del Centro Español de Sindonología (CES), Jorge Manuel Rodríguez, explicó durante el congreso que se ha mostrado siempre en las películas «un Santo Grial de madera, cuando ese material no podía cumplir las normas de purificación de los judíos».
De hecho, añadió, «en el Museo Británico de Londres hay cálices de piedra similares de hace dos mil años».
La cuestión es, según los investigadores, si ese cáliz es el mismo que Cristo sostuvo en sus manos en la Última Cena, y cómo apareció en Roma, en Huesca y posteriormente en Valencia. Si el cáliz llegó a Roma desde Jerusalén afirman los expertos, lo más probable es que lo llevara el mismo Apóstol Pedro.
Al respecto, el presidente de la comisión de Liturgia del arzobispado de Valencia, Jaime Sancho, presentó por primera vez en público un hallazgo que daría a entender que los primeros papas celebraban la Eucaristía con el mismo cáliz que Jesús había utilizado.
Sancho explicó en su intervención que en el Canon Romano, que data del siglo II, a diferencia de otras plegarias y de los cánones orientales, dice textualmente en el momento de la consagración: «y tomando en sus santas y venerables manos este cáliz glorioso«, en lugar de «el cáliz».
Esta y otras pruebas aportadas por Sancho, que es canónigo celador del culto del Santo Cáliz de la Catedral y catedrático de la facultad de Teología de Valencia, muestran la existencia en Roma de un cáliz singular.
Esta opinión la comparte el profesor de Historia Antigua de la Universidad de Valencia José Vicente Martínez, quien explicó que precisamente el valor que se concedía a aquella reliquia explica que el Papa Sixto II, poco antes de ser martirizado en Roma durante la persecución de Valeriano, la confiara al diácono Lorenzo.
Una de las ponentes, la investigadora estadounidense Janice Bennet, doctora en literatura española y vinculada al Centro Español de Sindonología, hizo referencia, por su parte, a un documento del siglo VI, sobre la historia del mártir Lorenzo, a quien el Papa Sixto II le entregó el Santo Grial para protegerlo de la persecución del emperador Valeriano.
Este manuscrito es obra de san Donato, y está custodiado en la Biblioteca Nacional de Madrid. Bennet ha realizado un estudio sobre el mismo que muestra también que Lorenzo era originario de Valencia, y no de Huesca, como habitualmente se cree.
En España
Sobre la presencia del Cáliz en Aragón, consta su presencia en algunos anales, y especialmente, la retirada del obispo de Huesca, Audeberto, de su sede episcopal en el año 713 ante la invasión musulmana, y su refugio en la cueva del monte Pano, donde vivía el ermitaño Juan de Atarés. En esta gruta se fundó posteriormente el monasterio de San Juan de la Peña, el lugar donde el Cáliz fue custodiado durante la Edad Media.
El profesor de Historia del Arte de la Universidad Católica de Valencia y de la Universidad Jaume I de Castellón, Vicent Zuriaga, presentó otro hallazgo, el de una serie de pinturas románicas en Taüll, Ginestarre y Burgal, cuyos motivos no existen en ningún otro país de Europa.
«Se trata de frescos románicos, la mayoría del siglo XII, que se encuentran en iglesias y monasterios situados en zonas pirenaicas de España y que representan a la Virgen sosteniendo un cáliz llameante, lo que nos lleva a pensar que es el Santo Grial», explicó.
Por otro lado, el antropólogo alemán Michael Hesemann, que ha estudiado las leyendas del Grial de Chrétien de Troyes, y del Parsifal de Wolfram von Eschenbach, asegura que los datos contenidos sobre la localización del Grial concuerdan con la forma del cáliz de Valencia, e incluso con la orografía y los personajes vinculados al monasterio de San Juan de la Peña.
Para Hesemann, «a diferencia de lo que muchos piensan, las leyendas griálicas no comenzaron con los relatos anglosajones del rey Arturo, sino en la arraigada tradición que dice que el cáliz de la Última Cena ya estaba en España en la Edad Media».
En Valencia
Posteriormente, hay varios documentos que atestiguan su traslado, a petición del rey Martín el Humano, al palacio de la Aljafería de Zaragoza, y posteriormente, durante el reinado de Alfonso el Magnánimo, a Valencia, primero al Palacio del Real y posteriormente a la misma catedral.
La documentación que acredita la entrega del Cáliz a Valencia en 1437 fue presentada por Vicente Pons, profesor de Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Universidad de Valencia, además de canónigo y archivero bibliotecario de la catedral.
Corroboraron su opinión sobre la abundante documentación acerca del Cáliz los profesores Eduardo Mira, profesor de Sociología de la Universidad de Alicante y presidente de la Fundación Jaime II el Justo, y Amparo Cabanes, profesora de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza. Otra de las pruebas de su importancia es la devoción que ha existido desde hace siglos en Valencia hacia el santo Cáliz.
El sentido de la reliquia
Los investigadores fueron prácticamente unánimes en pedir que siga investigándose sobre el Cáliz con todas las técnicas que la ciencia ofrece actualmente, para determinar en lo posible su procedencia, aunque su valor religioso no dependa de ello.
Como puso de manifiesto Miguel Navarro, doctor en Historia Eclesiástica por la Universidad Gregoriana de Roma, el Santo Cáliz «no es un objeto mágico, sino consagrado por el uso de Jesús y por la fe que lo percibe como tal, lo que tiene un gran valor religioso, independientemente de que no pueda probarse con certeza científica absoluta que es el cáliz del Señor».
«En el caso de las reliquias de Cristo o las de los santos, no son un simple recuerdo, si
no algo más valioso: una evidencia palpable de la realidad del acontecimiento humano o histórico sobre el que se basa nuestra fe, pues la salvación se da en la historia, en la carne», añadió.
Por otro lado, el conocido sacerdote Manuel Carreira, doctor en Ciencias Físicas por la Universidad de Washington, añadió que la ciencia y la fe «no se contraponen» pues «la fe en la presencia real del cuerpo y la sangre de Jesucristo en la Eucaristía es compatible con lo que nos dice la ciencia sobre el comportamiento de la materia».
En cualquier caso, precisó, «aunque la ciencia puede dar una explicación de todo ello, no puede demostrar nada literalmente acerca de lo que ocurre en la Eucaristía».
Navarro añadió al respecto que el Santo Cáliz, «en cuanto reliquia, está más allá de y por encima de la ciencia, porque su significado primordial pertenece al ámbito de la fe, lo que no quiere decir que nos acerquemos a él de un modo anticientífico o fundamentalista». Antes bien, «tenemos la obligación de estudiarlo científicamente en su materialidad».
El Papa Benedicto XVI utilizó el Santo Cáliz durante la Eucaristía con la que concluyó el Encuentro Mundial de las Familias, en Valencia (julio de 2006). También Juan Pablo II la utilizó en su visita a la ciudad en 1982.
Más información sobre este congreso: www.archivalencia.org y www.cofradiasantocaliz.es
Por Inma Álvarez