CIUDAD DEL VATICANO, martes 25 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).- San Pablo sigue siendo hoy motivo de luz para las nuevas asociaciones de fieles que forman parte del «Cuerpo místico de cristo», según concluyó la segunda conferencia del año Paulino que se realizó el pasado lunes en la basílica San Pablo Extramuros en Roma.
En ella intervinieron el exegeta monseñor Rinaldo Fabris, presidente de la Sociedad Bíblica Italiana, y dos iniciadores de movimientos eclesiales: Kiko Argüello del Camino Neocatecumenal y Andrea Riccardi, de la comunidad de San Egidio.
Pese al frío y a la lluvia, propios de una noche típica de finales de otoño en Roma, miles de fieles, especialmente pertenecientes a estos dos movimientos, asistieron a este evento para renovarse con las palabras del apóstol de las gentes.
«Venimos para mostrar nuestra gratitud y fidelidad a nuestro fundador porque gracias a él he podido descubrir al Señor en mi corazón y quiero anunciarlo en medio de esta sociedad descristianizada», aseguró a ZENIT Franco Contardi, de la comunidad de San Egidio.
Después de una intervención musical de parte de los miembros del Camino Neocatecumenal, acompañados por guitarras, panderetas y charangos, que permitió meditar en los pasajes la Primera Carta a los Corintios, monseñor Fabris ofreció una lectura exegética del texto bíblico
Comenzó hablando de la necesidad de «vivir el espíritu del bautismo», que es «el único espíritu que comunica los dones» y aseguró cómo la Eucaristía debe ser , «fuente de la verdad donde nosotros nos hagamos un solo cuerpo»
Señaló también que cada carisma debe ser alimentado por el elemento esencial de la caridad, como lo indica el capítulo 13 de la primera carta a los corintios, pues «sin la caridad los carismas no son nada», señaló.
Buscar la fortaleza de Dios
Por su parte, Andrea Riccardi habló de cómo «la semilla de la palabra crece en la comunión». Y aseguró que en medio de la debilidad del pueblo de Corintio, la Palabra de Dios los incentivaba a la conversión.
Igualmente señaló cómo los grandes enemigos de la conversión son «el orgullo y la arrogancia que nos hace débiles y temerosos» y que debemos ser dóciles a la palabra de Dios que «habla de tantos modos para confundir a los fuertes».
El fundador de esta nueva realidad eclesial mostró a san Pablo como modelo de fortaleza en medio de la debilidad y recordó que, «el año paulino no es la celebración de un súper hombre», pues el apóstol «no habló de sí mismo».
«Era frágil como todos», porque «estaba compenetrado con la palabra de Jesús. Era discípulo de Jesús, revestido por la fuerza de la debilidad». Por eso, concluyó, ser buen cristiano «te hace más humano».
La comunidad de San Egidio fue fundada en Roma 1968. Su misión es la de llegar a quienes han perdido sus lazos con la Iglesia, especialmente los jóvenes y los pobres. Tiene casi 50.000 miembros presentes en 70 países.
El cristiano debe vivir el Kerigma
Por su parte Kiko Argüello subrayó durante su intervención la escucha del Kerigma, es decir, «el anuncio de la buena noticia, cada vez que se proclama, se realiza», dijo.
El fundador tomó una cruz de bronce que se encontraba al lado de los exponentes y preguntó «¿por qué ha muerto? Para que el hombre no viva para sí mismo sino para aquél que ha muerto y resucitado por él», dijo.
Argüello aseguró que en el mundo muchas personas mueren a causa de la violencia y el suicidio, cuando el hombre, «vive para sí mismo». De esta manera, la persona se frustra, porque «hemos sido creados a imagen de Dios y Dios es amor».
También subrayó que el verdadero amor está escrito «en el sermón de la montaña» que «describe el hombre nuevo, el hombre celeste, como nos ha amado Cristo a nosotros».
Marco Rivolta, miembro de una comunidad del Camino Neocatecumenal, aseguró a ZENIT que «las palabras de Kiko me invitan a conocer y anunciar más la Palabra en medio de un mundo que ha olvidado el valor de la generosidad».
El Camino Neocatecumenal comenzó en 1964 en la periferia de Madrid y ha sido reconocido por la Santa Sede como un itinerario de formación cristiana valido para transmitir la fe en esta sociedad actual. Está presente en 106 países de los cinco continentes.
Por Carmen Elena Villa