¿Una primavera espiritual tras las elecciones en Estados Unidos?

Los analistas ven signos

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ROMA, lunes, 24 noviembre 2008 (ZENIT.org).- Una lluviosa mañana de noviembre parecería una broma empezar a hablar sobre la primavera. Pero la semana pasada la fundación Primavera de la Fe celebró su tercera cumbre anual aquí en Roma.

Inspirada por las palabras de Juan Pablo II: «El Espíritu verdaderamente traerá una nueva Primavera de la Fe, si los corazones de los cristianos están llenos de nuevas actitudes de humildad, generosidad y apertura a su gracia purificadora», la Fundación Primavera trata de galvanizar a líderes laicos para que sean testigos de su fe no sólo en sus casas sino en cada aspecto de sus vidas.

En Roma, ejecutivos, autores y celebridades de televisión se reunieron para oír una serie de conferencias sobre signos de una nueva primavera en el mundo católico.

La panoplia de ponentes era tan brillante y variada como las hojas caídas en otoño: cardenal Francis Arinze; el capuchino padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia; el legionario de Cristo padre Thomas Williams, escritor y analista en CBS News; y Joan Lewis, jefe de departamento de EWTN, todos subrayaron diversos signos de primavera, en lo que parece ser un frío, duro invierno en el mundo católico.

Kellyanne Conway, fundador de «The Polling Company», en su intervención, buscó signos de primavera de la fe a propósito de las elecciones estadounidenses. Con una victoria avasalladora del candidato presidencial más proclive al aborto de la historia del país, y la «Libertad de Elección» asomando en el horizonte, ¿quién pensaría en buscar signos de esperanza en lo que parece ser una profunda congelación?

Conway llevó a su audiencia por el tortuoso mundo de las encuestas y las estadísticas, ilustrando las lagunas y las falsas declaraciones usadas para manipular a la opinión pública, especialmente sobre temas tales como el aborto, el matrimonio homosexual y el «voto católico».

En primer lugar, advirtió de los peligros de la «buena fraseología». «Pro libertad de elección» suena como positivo, como opuesto a «pro masacre de niños», por ejemplo. Los pro vida, de otra parte, han sido tan envilecidos por una prensa hostil, que les acusa de rígida intransigencia, o en el peor de los casos con el yihadismo, como si todos los días atentaran contra las clínicas donde se realizan abortos.

«A la gente le gusta sentirse bien consigo misma, de manera que enunciar la cuestión en un modo que haga las ideas digeribles, provocará un cierto tipo de respuesta», indicó Conway.

El resultado es que cuando responden si son pro vida o pro libertad de elección, el 42% de los estadounidenses recaen en la primera categoría, mientras que el 48% declara  pertenecer a la segunda.

Pero con una más cuidadosa aclaración, Conway mostró que la situación cambia.

Dividiendo las limitaciones al aborto en seis categorías, Conway explicó que el 9% apoya una prohibición completa del aborto sea cual sea la razón, mientras que el 12% piensa que debería prohibirse excepto en el caso de salvar la vida de la madre. El 32% piensa que la única excepción a la prohibición del aborto debería ser la violación, el incesto o la vida de la madre (que Conway dijo afecta sólo al 0,3% de abortos).

En las categorías más permisivas, el 28% dice que el aborto debería permitirse dentro del primer trimestre, el 7% hasta el sexto mes y el 6% piensa que el aborto debería permitirse siempre y por cualquier razón.

A esta luz, la gente que asume un punto de vista más restrictivo sobre el aborto es el 53% de la población, mientras que el grupo más permisivo es del 41%. Conway se preguntó por qué si «la economía está en plena crisis, y las tensiones internacionales en efervescencia, la prioridad número uno del Presidente es una ley que es apoyada por la minoría».

Conway contó una historia iluminadora sobre cómo las estadísticas se usan para conducir a la opinión pública. Confiando en que la mayoría de la gente no piensa que el aborto de un feto es un asesinato, «Los Angeles Times» encargó una encuesta preguntando a la gente si consideraba que el aborto es un asesinato. El 50% de los encuestados dijo que sí.

Una apertura plena requiere la publicación de estos datos, pero en lugar de convertirlos en titulares fueron enterrados en el sitio web del diario.

Conway subraya que estas semillas de primavera tienen que ser protegidas y alimentadas. Afirma que los cristianos necesitan enaltecer a sus héroes mucho más que los estadounidenses que corrieron en torno a Joe el Fontanero.

Por ejemplo, la enfermera registrada Jill Stanek, la valiente enfermera que testificó sobre las horrorosas muertes de niños nacidos vivos tras abortos frustrados, ha sido relegada a la oscuridad, en lugar de ser agasajada como una heroína.

Conway habló de la lucha para prohibir el matrimonio entre homosexuales como de un ejemplo de comunicación exitosa en los Estados Unidos. Prefiriendo no hablar de leyes o ciencia, los obispos sencillamente explicaron lo que es el matrimonio entre homosexuales, lo que implica y cómo afecta a la vida de la gente, y a pesar de la increíble inversión de dinero y caras famosas contra la prohibición, ésta fue aprobada.

Recordando el Concilio de Trento de hace cuatrocientos años, Kellyanne Conway habló de la necesidad de claridad sobre los temas, inteligibilidad para que se comprenda lo que implican las cuestiones, y un estímulo a la piedad. La nueva primavera traerá frutos si se apela a lo que hay de mejor en la gente y a su innato deseo de hacer lo correcto.

Por Elizabeth Lev, traducido del inglés por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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