MADRID viernes 28 de noviembre de 2008 (ZENIT.org-El Observador).- Este miércoles se presentó a los medios de comunicación el libro «Adopción. Al encuentro de la vida», escrito por la periodista María Ángeles Fernández, directora de los programas «Últimas Preguntas»y «Frontera», ambos en Radiotelevisión Española.
Además de la autora, en la presentación intervinieron el actor Eduardo Verástegui, protagonista de la película «Bella», y Luis Fernando Vílchez, profesor de Psicología Evolutiva de la Universidad Complutense de Madrid.
Conversamos con María Ángeles Fernández sobre algunos aspectos de este libro publicado por la editorial San Pablo.
–Es un libro en el que se habla mucho de la apertura a la vida.
–María Ángeles Fernández: Para mí la adopción, como la maternidad o la paternidad biológica es eso, apertura a la vida. Los padres somos un medio de Dios para la vida. En el caso de serlo mediante la adopción la diferencia es que los niños han nacido de otros padres que por alguna circunstancia no les han podido atender y somos otros los que continuamos ese camino.
–¿Cómo se toma esa decisión?
–María Ángeles Fernández: Yo lo vivo, clarísimamente, como una vocación: la de ser madre. Para mí es una llamada que viene del Amor y a la que se da respuesta a través del amor al servicio de la vida. Llega un momento en el que decides dar respuesta concreta a esa llamada y a partir de ahí comienza un proceso que es como una gestación. Igual que una gestación biológica, también con algunos problemas y dificultades, pero siempre maravillosa porque estás en estado de buena esperanza. Mientras el niño que será tu hijo crece en cualquier lugar del mundo, tú también vas creciendo, vas madurando y te vas preparando para el encuentro y esa vida que vamos a iniciar juntos.
–Pero, ese tiempo de espera la mayoría de las veces es muy largo…
–María Ángeles Fernández: Demasiado largo. Sobre todo por los niños que están esperando en un orfanato. Comprendo que los padres necesitamos un tiempo de gestación, como te decía antes, pero hay que agilizar los trámites porque no es justo que los niños esperen tanto tiempo.
–¿Cómo está planteado el libro?
–María Ángeles Fernández: He tratado de describir cronológicamente el proceso de adopción, desde que el matrimonio o la persona se plantean adoptar un niño hasta que el pequeño está en casa, crece y un día sugiere a sus padres que quiere conocer el lugar donde nació, es decir, indagar en sus orígenes. Así, en la primera parte, abordo temas como las decisiones que hay que tomar al inicio (país de origen, edad, etc.) y los duelos que, en ocasiones, se han de superar; cómo vivimos el largo tiempo de la espera de un modo activo, etc.
En la segunda parte trato cuestiones como el encuentro entre los padres y el niño, la vinculación afectiva, algunas alteraciones psicológicas o físicas que puede presentar nuestro hijo, etc. He contado con los testimonios de muchas familias y también con las experiencias y los estudios de médicos, psicólogos, maestros, juristas, trabajadores sociales, etc. A lo largo de todo el libro trato de ponerme tanto en el lugar de los padres como en el del hijo, sobre todo desde el punto de vista de los sentimientos, las emociones. La adopción, desde luego, es mucho más que unos trámites burocráticos.
–¿El libro está dirigido a personas o matrimonios que quieren adoptar?
–María Ángeles Fernández: No solamente. Es un libro pensado también para los abuelos, los tíos, los amigos de los futuros papás y, como no, para los maestros, los médicos… Es decir, para cualquier persona que en algún momento se relaciona o se puede relacionar con una familia que se amplía a través de la adopción. La adopción es una realidad cada vez más grande, pero de la que aún se desconocen muchas cosas y de la que aún existen muchos tópicos.
–¿Por ejemplo?
–María Ángeles Fernández: Pues hay mucha gente que dice: «¡qué obra de caridad vas a hacer!». No, no es eso. Yo voy a ser madre, no una ONG. Yo voy a ser madre de una niña, no la voy a apadrinar, ni voy a hacer voluntariado. Aquí yo me implico de otro modo, contraigo una responsabilidad para toda la vida: voy a ser su madre. También existe la creencia errónea de que todos los niños que han sido adoptados, fueron abandonados por su familia biológica.
Las causas por las que un niño queda bajo la tutela de una Administración son muy variadas: malos tratos, explotación laboral, negligencia,… pero en muchas ocasiones lo que ocurre es que su madre no puede hacerse cargo de su crianza y educación. En este caso, creo que es justo reconocer la generosidad y el amor de esas mujeres que, a pesar de las enormes dificultades, deciden llevar a término su embarazo, sabiendo que no podrán hacerse cargo de su hijo, para después entregarlo en adopción y que pueda vivir en una familia.
–Y, en su caso, ¿qué papel juega la fe?
–María Ángeles Fernández: Si trato de que la fe esté presente en todos los órdenes de mi vida, ¡cómo no lo va a estar en algo tan importante como la maternidad! Existe un proverbio chino, muy usado por los padres que esperan a sus hijos, que habla de un hilo rojo que los une, ese hilo se puede tensar, pero nunca se rompe. Yo digo que me siento unida a mi hija, no por un hilo, sino por unas Manos que nos aprietan bien fuerte, a ella que está en México y a mí en España, y que cada día nos unen un poco más. Espero que nunca nos suelten…
–En el libro habla usted de los vínculos del amor, que comienzan a establecerse prácticamente desde el primer momento de iniciar los trámites…
–María Ángeles Fernández: Claro. Es que lo que comenzó siendo un deseo poco a poco se va convirtiendo en amor hacia un niño cuya presencia no sentimos físicamente, que tal vez tendrá unos rasgos muy diferentes a los nuestros, pero que va a ser nuestro hijo. Como dice Saint-Exupéry en «El Principito», sabemos que «no es uno más entre cien mil chiquillos, para nosotros es único en el mundo, como nosotros lo seremos para él». Este vínculo comienza a formarse sin la presencia física del niño, pero hay elementos externos que, desde el punto de vista emocional, ayudan a establecer esos lazos: la relación con otras familias, con el país de origen del pequeño, que es la cuna de nuestro hijo, etc. Después, tras el encuentro de padres e hijo, ese vínculo se va fortaleciendo día a día. Es cuando, realmente, adoptamos a nuestro hijo y, muy importante también, él nos adopta a nosotros como padres.
–A veces, ese proceso no es fácil…
–María Ángeles Fernández: Efectivamente, puede no ser fácil. En las adopciones hay un porcentaje de fracasos del que no se habla apenas, pero es bueno conocer qué ocurre para tratar de poner soluciones y evitar un nuevo abandono. Los niños vienen con una mochila, la de su pasado, repleta a veces de experiencias negativas que pueden provocar unas conductas que hay que reconducir. Y, en ocasiones, somos los padres los que tenemos unas expectativas irreales respecto a nuestro hijo que, obviamente, debemos recomponer.
–¿Qué ocurre si el niño dice que quiere conocer sus orígenes?
–María Ángeles Fernández: Pues que es totalmente normal y los padres debemos apoyarle en esa tarea. Desde el primer momento hay que vivir y hablar de la adopción con toda naturalidad. Todos hemos de reconciliarnos con el pasado y, sobre todo, con esas personas, sus primeros padres, que no supieron o no pudieron atenderle. El odio, el recelo y la amargura son piedras enormes en el camino del amor. La decisión del niño de visitar el lugar donde nació e, incluso, conocer a su familia biológica, debe ser libre y personal, pero los pa
dres debemos acompañarle en esta tarea, ayudarle a encajar las piezas que faltan en el puzzle de su vida.
Por Jaime Septién