NUEVA YORK, viernes 28 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha advertido que la crisis financiera se convertirá en una catástrofe si es gestionada únicamente por los países ricos.
El aviso ha sido lanzado por el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente ante la sede de la ONU en Nueva York, un día antes de la inauguración de la la Conferencia promovida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en Doha, Qatar.
Hasta el 2 de diciembre, jefes de Estado y de gobierno y la cumbre de las principales instituciones y agencias de desarrollo harán un balance de iniciativas y proyectos orientados a la cooperación internacional.
Tras la reunión del G-20 de Washington, que ha buscado soluciones a medio plazo a la crisis de los mercados financieros, el Fondo Monetario Internacional ha hablado de la posibilidad de una nueva catástrofe financiera.
«Ya desde hace tiempo nos encontramos en medio de una crisis financiera que podrá convertirse en catástrofe si no se evitan sus efectos sobre otras crisis: la económica, la alimentaria, y la energética», ha explicado monseñor Migliore a los micrófonos de «Radio Vaticano».
«Parece que es necesario un regreso decidido del sector público a los mercados financieros; es necesario aumentar la coordinación y la unión en la búsqueda de soluciones; es necesario recuperar algunas dimensiones básicas de las finanzas, es decir, la primacía del trabajo sobre el capital, de las relaciones humanas sobre las meras transacciones financieras, de la ética sobre el único criterio de la eficacia», considera Migliore.
Con motivo de la Conferencia de Doha, el Consejo Pontificio de la Justicia y de la Paz ha publicado una Nota en la que pide a los gobernantes que eviten el proteccionismo.
«Los expertos nos dicen que en esta situación sería sumamente contraproducente elevar nuevas barreras, tanto a los intercambios de bienes y servicios como a las inversiones. Cada medida proteccionista de este tipo podría tensar la actual situación económica», considera el arzobispo Migliore.
Al mismo tiempo, el prelado pide evitar el proceso de «financiación de la economía para adoptar criterios más coherentes con la persona humana, que gestiona y se beneficia de la actividad financiera», afirma Migliore.
Por eso, concluye, el problema es ético.
«Ya había muchas reglas y códigos éticos antes de la crisis; el problema es que se daba una gran impunidad para quienes no los respetaban –aclara–. Es, también, una cuestión de liderazgo, de autoridad moral de los gobernantes a todos los niveles, que tienen la responsabilidad primaria de proteger a los ciudadanos, sobre todo a los trabajadores, a los ahorradores, a la gente normal que no tiene la posibilidad de seguir la complicada ingeniería financiera y que tiene que ser defendida de los engaños y de los abusos de los listillos…».
Más información en «Nota de la Santa Sede con la que pide repensar el sistema financiero mundial«.