MOSCÚ, martes 9 de diciembre de 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el testimonio que ha enviado a ZENIT con motivo de la muerte del patriarca de Moscú y de todas las Rusias, Su Santidad Alejo II, el obispo Hilarion de Viena y de Austria, representante de la Iglesia ortodoxa ante las instituciones europeas.
El funeral del patriarca, fallecido a los 79 años de un ataque de corazón, tuvo lugar este martes en la catedral de Cristo Salvador de Moscú.
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El viernes 5 de diciembre tenía que llamar a Su Santidad, el patriarca Alejo, para discutir los detalles de su visita a Austria, prevista del 20 al 23 de diciembre. A las 10 de la mañana, hora de Moscú, marqué su número de teléfono, pero en vez de ponerse él, me respondió una religiosa que trabaja en su residencia. Me dijo que llamara media hora después. Así lo hice, y la misma voz me dijo: «Su Santidad ha muerto». Y rompió a llorar.
No tengo palabras para expresar mi tristeza por su muerte imprevista. Es una gran pérdida.
El 30 de noviembre, Su Santidad celebró la divina liturgia en la catedral ortodoxa rusa de Munich. Después del servicio, parecía que estaba cansado, pero alegre y sereno, como siempre.
En los últimos días de su vida, hablé varias veces con Su Santidad sobre el programa de su visita. Tenía muchas ganas de venir a Viena para reconsagrar la catedral ortodoxa de San Nicolás, después de su restauración. Hablamos de cada uno de los detalles de la visita y decidimos juntos qué regalos traería a Viena.
Todos nosotros sabíamos que Su Santidad tenía problemas de corazón, pero nadie podía imaginar que su fallecimiento sucediera de una manera tan imprevista. Murió lleno de energías y de proyectos para el futuro.
En mi memoria, el patriarca Alejo quedará en primer lugar como un padre afectuoso, siempre dispuesto a escuchar, gentil y alentador.
Casi la mitad de los obispos de la Iglesia ortodoxa rusa, incluido este servidor, han sido ordenados en el episcopado por el patriarca Alejo. Hemos contraído una gran deuda con él.
Los años de su patriarcado han significado toda una época para la vida de la Iglesia ortodoxa rusa. En este período ha tenido lugar precisamente la resurrección de la Iglesia rusa, que todavía está en acto.
Que su memora sea eterna.
[Traducción por Jesús Colina]