“Seria preocupación” de la Santa Sede por la situación en Congo

Monseñor Tomasi ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU

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GINEBRA, miércoles, 10 diciembre 2008 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha transmitido al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas su profunda preocupación por la situación en la República Democrática del Congo (RDC).

La aguda inquietud fue presentada el 28 de noviembre pasado, en la octava sesión especial del Consejo sobre Derechos Humanos, dedicada a la situación de los derechos humanos en el Este de ese país por el arzobispo Silvano M. Tomasi, observador permanente de la Santa Sede ante las oficinas de las Naciones Unidas en Ginebra.

Los informes cotidianos sobre el sufrimiento humano en el distrito de Kivu Norte de la RDC, «están preocupando seriamente a la delegación de la Santa Sede», confesó el prelado, que en el pasado ha sido misionero en África.

«Muerte, estupros, saqueos, reclutamientos forzados y desalojo de la población civil se han vuelto una realidad cotidiana», denunció.

En este contexto, la comunidad internacional «no puede permanecer inerte y debe hablar claramente» para «restituir el dominio de la ley y perseguir el bien común».

La Santa Sede, por su parte, «condena el repetirse a vasta escala de serias violaciones de los derechos humanos y del derecho humanitario. Deplora el reclutamiento de niños y adolescentes como soldados. Está alarmada por los numerosos casos de tortura y por otros episodios crueles, inhumanos y degradantes, incluida la frecuente violencia sexual contra mujeres y adolescentes por todos aquellos que toman parte en el conflicto».

Del mismo modo, denuncia «el tráfico ilícito de armas y en concreto de aquellas de pequeño calibre y de armas ligeras, en la RDC», subrayando que estos artilugios «aumentan la intensidad de la violencia y amenazan la vida y la integridad de un  inaceptable número de personas inocentes».

Los últimos datos, recordó monseñor Tomasi, dan cuenta de que dos millones de personas han sido obligadas al desalojo en el país. «Su derecho a alimentos, agua, empleo digno, alojamiento adecuado, educación y servicios sanitarios está seriamente amenazado», advirtió.

Aunque «muchos de estos desalojados acaban en los campos, donde pueden ser asistidos por las organizaciones de ayuda internacional», otros «son menos afortunados y no pueden ser alcanzados por las agencias humanitarias debido a los choques entre las diversas facciones».

Según los datos disponibles, serían más de doscientas mil las personas que se han refugiado en los bosques para huir de los ataques, pero «su situación es poco conocida».

El arzobispo Tomasi reconoció que se dio «un paso positivo» al permitir al Comité Internacional de la Cruz Roja desempeñar su tarea humanitaria.

«En el mismo espíritu, deberían ser acogidas las organizaciones internacionales humanitarias y de derechos humanos, de modo que puedan desempeñar su respectivo papel para eliminar el sufrimiento de las poblaciones», reconoció, así como «las organizaciones internacionales, sobre todo la Unión Africana, deberían aumentar los propios esfuerzos para el logro de una solución pacífica a la crisis en la RDC».

«La población del Congo, como todas las personas de nuestro planeta, tiene un ‘sagrado derecho a la paz’ –concluyó el arzobispo–. Para que se pueda lograr una paz estable, esta debe basarse en el diálogo y en la reconciliación, porque la paz sólo se puede alcanzar a través de la justicia».

Por Roberta Sciamplicotti, traducido del italiano por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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