Tras la Jornada de la Juventud, María recorre Australia

Una delegación de jóvenes recibió el icono en el Vaticano

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 15 diciembre 2008 (ZENIT.org).- El icono de María que Juan Pablo II regaló a los Jóvenes, conocida como «Sedes Sapientiae» (Trono de sabiduría) llegó este fin de semana a Australia, donde permanecerá durante un año, para recoger los frutos de la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney. 

Se trata de una imagen de la Virgen con el niño Jesús, cuyo autor es el artista y sacerdote Ivan Rupnik S.I., expresión de la cercanía de María con los universitarios, que recorre centros educativos, en particular universitarios, por voluntad del Papa.

 Cada año, se entrega en Roma a una delegación de jóvenes, durante la misa y el encuentro con el Santo Padre, que se celebra en la basílica de San Pedro. Esta vez la eucaristía estuvo precedida por el cardenal Agostino Vallini, vicario de la diócesis de Roma, y concluyó con el discurso de Benedicto XVI, este jueves.

 «En vuestra vida de estudio y de investigación, dirigid a ella constantemente la mirada a ella. Sede de la Sabiduría que continua a comunicar a la Iglesia y a la humanidad los hechos y las palabras de salvación guardadas en su corazón», dijo el cardenal Vallini a los estudiantes en el momento de la entrega del icono.

 Este año 2008, la Sedes Sapientiae estuvo en manos de los estudiantes rumanos y la entregaron a una delegación de estudiantes australianos.

«Es absolutamente increíble estar en Roma y es una bendición haber sido escogido como universitario proveniente de Australia en la delegación de estudiantes católicos. Esto me hace fortalecer mi fe», dijo a ZENIT el estudiante Xavier O’Kane.

Para la joven Kelly Edmunds, recibir el icono de la Virgen significa tener la misma actitud que tuvo el apóstol Juan al recibir a María al pie de la Cruz. Así lo expresó en diálogo con ZENIT: «Me entusiasma el poder llevar a María a Australia y compartir con los estudiantes universitarios mi fe».

Kelly aseguró que en una sociedad tan secularizada como la australiana «es difícil ser católico cuando los demás piensan que no hay razón para vivir la fe, pero es maravilloso ser un testigo de la fe y vivirla con alegría».

Delegación de Rumania

Un grupo de jóvenes rumanos viajó a Roma para entregar el icono de la Sedes Sapientiae a sus coetáneos australianos: «Esta experiencia es muy fuerte porque es un intercambio cultural para nuestros estudiantes», aseguró el padre Iosiftiba, quien acompañó la delegación de este país.

 

Entre ellos se encontraba Marcela Iacomi, estudiante ortodoxa. «En la iglesia ortodoxa no tenemos esta experiencia tan fuerte entre los estudiantes», aseguró, explicando que se siente muy motivada a impulsar el apostolado dentro de su religión.

«El nuevo patriarca en Rumania está muy interesado en desarrollar la catequesis para los jóvenes de Rumania».

 Un año positivo para la pastoral juvenil

Durante este encuentro anual, miles de jóvenes expresaron su gratitud al Santo Padre por los frutos de lo que fue la pastoral juvenil durante el año 2008.

 La estudiante de derecho Irene Piccolo en nombre de los universitarios, tomó la palabra y dirigió unas palabras al Santo Padre, asegurando que tanto la Jornada Mundial de la Juventud, que se realizó en Sydney, como el Año Paulino, han sido oportunidades que «podrán acercar a la Iglesia a muchos chicos confundidos por el relativismo de esta época».

 El Papa Benedicto XVI en su discurso a los jóvenes les dijo: «Estoy convencido que para vosotros, tanto a nivel personal como de experiencia comunitaria y de apostolado en la universidad, la relación con la figura y el mensaje de San Pablo constituirá una oportunidad muy enriquecedora».

 El encuentro con los universitarios en la basílica de San Pedro es un evento que, según monseñor Lorenzo Leuzzi, director de la oficina de la Pastoral Universitaria del Vicariato de Roma, resulta «entusiasmarte, porque el Papa ha transmitido a los jóvenes y ha comunicado a los universitarios que deben hacerse cargo de acoger y transmitir el Evangelio a otras generaciones».

 Por Carmen Elena Villa

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ZENIT Staff

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