CIUDAD DEL VATICANO, martes 23 de diciembre de 2008 (ZENIT.org).- Este año están previstas algunas novedades, como la colocación de la imagen de la Virgen con el Niño o el canto de las Calendas, en los ritos litúrgicos de Navidad presididos por el Papa en la Basílica de San Pedro.
Estos cambios, según monseñor Guido Marini, Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, responden al objetivo, "no de hacer cosas nuevas, sino de hacer de forma nueva" algunos signos litúrgicos ya existentes.
Monseñor Marini explicó estos cambios en una entrevista concedida a L'Osservatore Romano, en la que subrayó que las celebraciones litúrgicas del tiempo de Navidad "deben conducir a los fieles a la contemplación del misterio de la Encarnación", frente al cual "todo debe contribuir a suscitar asombro: las palabras, los gestos, los silencios, la música, los signos, el canto, el rito en su conjunto".
Entre las novedades de estos ritos, el prelado explicó en primer lugar que la "bella escultura policromada que representa a la Virgen en el trono con el Niño que bendice se colocará junto al altar de la confesión desde la Nochebuena hasta el día de la Epifanía, y no sólo en la Solemnidad de la Santísima Madre de Dios".
"Se ha querido subrayar así que el tiempo de Navidad es un tiempo mariano -explicó-. La Virgen Santa no distrae la atención del misterio del Hijo de Dios que se hace hombre, sino al contrario,. Ayuda a comprenderlo en su significado verdadero".
Se dará también importancia al tiempo de la preparación a la celebración, para que "el alternarse de las lecturas, oración y música ayude a preparar el alma de todos los presentes al clima de recogimiento adecuado", como el breve momento de silencio previsto tras la homilía del Santo Padre y tras la distribución de la comunión.
Respecto a la noche de Navidad, como en años pasados, está prevista una breve vigilia de oración en preparación a la Santa Misa de la noche, pero este año "se enriquecerá con el canto de las Calendas, trasladado desde la celebración eucarística".
Este antiguo texto que anuncia el nacimiento histórico del Salvador, será el último acto de la vigilia y dará comienzo a la procesión de inicio de la Misa.
"En el canto del Gloria, en cambio, tras la entonación del Santo Padre, doblarán las campanas con acompañamiento del órgano, pero no se hará el tradicional rito de ofrenda de flores de los niños en representación de los distintos continentes. Esta ofrenda se traslada al final de la celebración eucarística, cuando el Pontífice se acerque al belén para colocar la imagen del Niño Jesús", explicó.
Respecto a la bendición Urbi et orbi, monseñor Marini señaló que el Papa no llevará la capa pluvial. "Se ha preferido optar por la muceta con la estola, al tratarse de una bendición solemne que no comporta un rito particular".
Este año, además, en la fiesta del Bautismo del Señor, el papa celebrará en el altar de la Capilla Sixtina.
"Se celebrará nuevamente en el antiguo altar para no alterar la belleza y armonía de esta joya arquitectónica, preservando su estructura desde el punto de vista celebrativo, y usando una posibilidad contemplada por la normativa litúrgica".
"Esto supone que el Papa en algunos momentos, junto con los fieles, se volverá hacia el Crucifijo, subrayando también así la orientación correcta de la celebración eucarística: la orientación al Señor".
Entre otros elementos, el prelado subrayó que las lenguas elegidas para las lecturas y para las intenciones dela oración de los fieles quieren reflejar la participación de personas procedentes de los distintos países del mundo, mientras que el latín usado en la celebración "expresa la unidad y la catolicidad, incluso en la diversidad de las pertenencias lingüísticas".
"Al canto de Vísperas del último día del año seguirán, también esta vez, la Exposición del Santísimo Sacramento con el canto del Te Deum de acción de gracias y la consiguiente bendición eucarística, que pondrán de manifiesto la centralidad de la adoración en la vida de la Iglesia".
En la Misa del 1 de enero tomarán parte, en la presentación de las ofrendas y en la lectura de las intenciones de la oración de los fieles, algunos niños y adultos procedentes del Líbano, mientras que para la Solemnidad de la Epifanía, el Papa vestirá una casulla de Pablo VI, "como ya ha hecho en alguna celebración, para subrayar una vez más el necesario equilibrio en el uso litúrgico de cosas nuevas y antiguas".
En resumen, observó, "el nacimiento de Jesús no es sólo un hecho del pasado", sino "un hecho que aún hoy se hace vivo y presente en la celebración litúrgica. Precisamente por eso la Navidad se caracteriza por la alegría".
"El encuentro con el misterio de Dios, cuando es auténtico, no puede dejar de provocar un cambio en la existencia", explicó el prelado, y subrayó la importancia de que el rito "resplandezca luminoso y, por tanto, capaz de hacer partícipes a todos del misterio celebrado".