ROMA, miércoles, 13 mayo 2009 (ZENIT.org).- No sólo en Fátima sino en varios santuarios dedicados a esta advocación en todo el mundo, miles de fieles llegaron en actitud de oración y peregrinación este 13 de mayo cuando la Iglesia celebra la primera aparición a los pastorcitos en Portugal.
Así ocurrió en la iglesia del Espíritu Santo de Saxia (Spirito Santo in Sassia), de Roma, ubicada a unos pocos metros de la Basílica de San Pedro y la cual, por petición del Papa Juan Pablo II, está dedicada a la devoción a la Divina Misericordia y a la Virgen de Fátima, en recuerdo de aquel 13 de mayo de 1981 en que sufrió el atentado.
La aparición de la Virgen en 1917 a los tres pastorcitos de Cova de Iría resulta «fascinante» pero a la vez «hace temblar», explica el padre Giuseppe Bart, rector de la iglesia del Espíritu Santo.
En ella, en la mañana de este miércoles, cientos de fieles de todo el mundo participaron de una jornada de oración con motivo de esta advocación mariana, que comenzó a las nueve de la mañana con la adoración al Santísimo Sacramento y terminó con una eucaristía a mediodía
Durante dos horas los fieles rezaron los diferentes misterios del rosario, así como las letanías. Se acercaban a la imagen de la Virgen para cantarle «El 13 de mayo» o encenderle un cirio.
El padre Giuseppe, en diálogo con ZENIT, aseguró que, en Fátima, María dijo que «ora para que todos sus hijos se salven», y que al aparecerse a los los tres pastorcitos, Francisco, Jacinta y Lucía, «ha dado su predilección a aquellos que son inocentes, puros de corazón, sencillos, los que verán a Dios».
El sacerdote, quien providencialmente celebra hoy su cumpleaños, advierte, sin embargo, que esta figura hace temblar porque «María nos advierte del peligro del pecado, el pecado nos cierra las puertas del paraíso».
Y asegura que María «se presenta con su mensaje, nos pide que abandonemos la vida del pecado y abracemos el camino de la santidad».
El eco de la Virgen de Fátima en los fieles
Algunos fieles habían reservado desde hace tiempo este día para participar de la oración a la Virgen de Fátima. Otros estaban allí de paso y decidieron entrar a rezar unos minutos. Todos reconocían la importancia de María como abogada como la mejor intercesora ante Dios.
«Yo vengo a menudo aquí, rezo a la Divina Misericordia, y visito a la Virgen de Fátima», dice a ZENIT el sacerdote colombiano Carlos Sierra, de la comunidad de los Misioneros de la Consolata.
«Mi comunidad tiene un santuario muy importante en un barrio que se llama Fátima en la ciudad de Manizales. Es una advocación que está muy unida a la vida de la comunidad», señaló el presbítero.
Por su parte, el romano Fabrizio Procu, que estaba en el hospital del mismo nombre que se encuentra a pocos metros de esta Iglesia (uno de los más antiguos del mundo), decía: «he visto que había señales de fiesta y he entrado para ver qué fiesta era».
«La Virgen de Fátima es muy importante para mí junto con la Virgen de Lourdes. Es un signo que ha revolucionado Portugal con todos los problemas que se crearon entre las autoridades y las apariciones de la Virgen», explica.
Para Anunziata, de 83 años, quien participó de toda la jornada de oración, la figura maternal de esta advocación es lo que más la conmueve: «le he rezado con mucho fervor, me parecía que la veía. Recé mucho por todo el mundo. He leído muchas veces la historia de los pastorcitos», confesaba.
El poder de la oración fue el motivo que llevó a Emilia y a su hija Linda visitar a la Virgen en su día: «He venido para pedir oraciones porque ella dijo a los pastorcitos: orad para que cese la guerra. Si no rezan, vendrá una peor. Esto ocurrió en 1917. El mensaje de la Virgen es siempre de oración», dijo Emilia.
«La oración del rosario es contemplar las etapas más importantes de la vida de Jesús. Con la oración podemos obtener milagros de todo tipo. La oración de alabanza tiene una potencia especial que nos libera de muchas presiones», reconoce Linda.
El padre Giuseppe también deja espacio a las confidencias: «Siempre he querido, como sacerdote, tener su intercesión junto a mi ministerio sacerdotal y por este motivo no sólo la invocamos aquí cada día sino que cada cierto tiempo vamos en peregrinación a Portugal. Yo cumplo con la peregrinación cada año a este lugar de gracia y misericordia».
Por Carmen Elena Villa