DUBLÍN, jueves 21 de mayo de 2009 (ZENIT.org).- El primado de Irlanda, el cardenal Seán Brady, espera que la publicación, este miércoles en Dublín, de un informe oficial que denuncia abusos a numerosos niños irlandeses cometidos en el pasado en centros católicos, "ayude a sanar las heridas de las víctimas y a afrontar los errores del pasado".
Así lo señala en una declaración que la conferencia de obispos católicos de Irlanda publicó en ese mismo día en su página web, después de que el juez de la Corte Suprema de Irlanda Sean Ryan presentara el extenso documento de la Comisión para la Investigación de Abusos a Niños.
"La Iglesia católica está decidida a hacer todo lo que sea necesario para ser un lugar seguro para los niños que les dé vida y alegría", declaró.
El arzobispo de Armagh y primado de Irlanda afirmó: "Estoy apenado y profundamente avergonzado por el hecho de que los niños sufrieran de esa manera en esas instituciones".
"Los niños merecen lo mejor y especialmente de quienes los cuidan en nombre de Jesucristo", añadió.
Para el cardenal, el informe "arroja luz sobre un periodo oscuro del pasado" y su publicación "es un paso importante y bienvenido en el establecimiento de la verdad, dando justicia a las víctimas y asegurando que tales abusos no vuelvan a producirse".
Además, ese analisis "deja claro que se provocó gran mal y daño a algunos de los niños más vulnerables de nuestra sociedad", señaló, y "documenta un vergonzoso catálogo de crueldad: abandono y abuso físico, sexual y emocional, perpetrados contra los niños".
Por otra parte, los Hermanos Cristianos de Irlanda hacia la que se dirige la mayor parte de las acusaciones de las víctimas, pidió disculpas "abiertamente y sin reservas a todos los que han sido heridos, ya sea directa o indirectamente como consecuencia de la deplorable actuación de algunos hermanos, o por la inacción o acción inadecuada de la congregación en su conjunto".
Según informó el portal irlandés de noticias para cristianos CiNews , la congregación declaró: "Reconocemos y lamentamos que nuestras respuestas a los abusos físicos y sexuales no consideraran los efectos psicológicos sobre los niños a largo plazo ".