CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 3 de junio de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI considera que para poder vivir una auténtica vida es necesario reservar momentos para Dios tanto en el trabajo como en las vacaciones.
A esta conclusión llegó este miércoles en la audiencia general, en la que recogió la herencia espiritual de Rabano Mauro, fallecido en 856, uno de los personajes más importantes en la historia de la Iglesia en Alemania.
El pontífice terminó su catequesis presentando un breve pasaje escrito por de ese monje y obispo: «Quien descuida la contemplación, se priva de la visión de la luz de Dios; quien se deja llevar por las preocupaciones y permite que sus pensamientos queden arrollados por el tumulto de las cosas del mundo se condena a la absoluta imposibilidad de penetrar en los secretos del Dios invisible».
«Creo que Rabano Mauro nos dirige hoy estas palabras -reconoció el Papa–: en el trabajo, con sus ritmos frenéticos, y en las vacaciones, tenemos que reservar momentos para Dios».
Por eso, recomendó «abrirle nuestra vida dirigiéndole un pensamiento, una reflexión, una breve oración, y sobre todo no tenemos que olvidar el domingo como el día del Señor, el día de la liturgia, para percibir en la belleza de nuestras iglesias, de la música sacra y de la Palabra de Dios, la belleza misma de Dios, dejándole entrar en nuestro ser».
«Sólo así nuestra vida se hace grande, se hace vida de verdad», recalcó.
En su saludo en español a los peregrinos, el Santo Padre exhortó a que «las preocupaciones de este mundo nunca los aparten del amor de Dios».