CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 3 de junio de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI aclaró este miércoles uno de los malentendidos más difundidos actualmente en occidente, según el cual, la fe es vista como algo abstracto o incluso ideológico.
Según el pontífice aclaró en la audiencia general, se trata de una experiencia en la que participan todos los sentidos, y por este motivo necesita y produce arte en sus diferentes manifestaciones estéticas.
Así lo explicó al continuar con la serie de grandes personajes de la historia de la Iglesia que semanalmente está proponiendo a los peregrinos. En esta ocasión, presentó la figura de Rabano Mauro, nacido en torno al año 780 y fallecido en 856, conocido como «primus praeceptor Germaniae», primer maestro de Alemania.
Este monje y obispo, como explicó el Papa, no sólo fue un gran filósofo y teólogo, sino que ilustraba sus escritos en verso e incluso con dibujos.
«Este método de armonizar todas las artes, la inteligencia, el corazón y los sentidos, que procedía de Oriente, sería sumamente desarrollado en Occidente, alcanzando cumbres inalcanzables en los códices miniados de la Biblia y en otras obras de fe y de arte, que florecieron en Europa hasta la invención de la prensa e incluso después», explicó el Santo Padre.
En todo caso, aclaró, «demuestra que Rabano Mauro tenía una conciencia extraordinaria de la necesidad de involucrar, en la experiencia de fe, no sólo la mente y el corazón, sino también los sentidos a través de esos otros aspectos del gusto estético y de la sensibilidad humana que llevan al hombre a disfrutar de la verdad con todo su ser, ‘espíritu, alma y cuerpo'».
«Esto es importante», subrayó el obispo de Roma, «la fe no es sólo pensamiento, toca a todo el ser».
«Dado que Dios se hizo hombre en carne y hueso y entró en el mundo sensible, nosotros tenemos que tratar de encontrar a Dios con todas las dimensiones de nuestro ser», aclaró.
De este modo, siguió diciendo, «la realidad de Dios, a través de la fe, penetra en nuestro ser y lo transforma».
El Papa, siguiendo el legado de Rabano Mauro presentó la liturgia «como síntesis de todas las dimensiones de nuestra percepción de la realidad», expresión completa de la belleza.