MADRID, miércoles, 10 de junio de 2009 (ZENIT.org).- No podía ver, hablar, moverse ni respirar sin asistencia. Necesitaba ayuda para todo, y así pudo escribir, con mucha paciencia, cuatro libros, haciendo unos leves garabatos con su mano derecha que los interpretaba su enfermera. Olga Bejano, la pentapléjica más famosa de España, murió el pasado mes de diciembre dejando listo su cuarto volumen: «Alas rotas» (LibrosLibres), su testamento vital, que este miércoles se presentó en Madrid.
«Al menos cuatro personas no se suicidaron tras leer los libros de Olga Bejano». Quien lo afirma es Mari Carmen Domínguez, su madre y su ángel de la guarda en esos 23 años que estuvo de «arresto domiciliario»como le gustaba recordar con cierta sorna a Olga.
Olga Bejano Domínguez, nació en 1963. Debido a una parálisis progresiva, iniciada a los doce años, al parecer por un componente de la anestesia en una simple operación de apendicitis, perdió la movilidad.
«Tras escribir ‘Voz de Papel’ y ‘Alma de color salmón’ –cuenta Mari Carmen–, empezaron a llegar decenas de cartas al principio, cientos pasados unos meses, y miles con los años. No importaba que la dirección postal estuviera incorrecta. Correos nos traía esas cartas aunque sólo figurase el nombre de Olga».
«Y entre esas cartas habían por lo menos cuatro que contenían una experiencia vital estremecedora: habían pensado en quitarse la vida y tras leer los libros de Olga manifestaban que habían cogido gusto por la existencia».
«Sólo por esas personas valió la pena que Olga escribiera los libros», dice emocionada la madre de la autora de «Alas rotas».
«Nunca nos sentimos abandonadas»
«Aunque las administraciones nos abandonaron –dice con un punto de rabia Mari Carmen– Dios nunca nos dejó solas. Olga le pedía constantemente: ‘Envíame a tal persona que necesito hacer este proyecto…’, y Dios nos llevaba a nuestra casa la persona necesaria para cada cometido. Él nos acompañaba".
«En cierta ocasión, estando en un hospital –rememora con emoción esta riojana de tanta personalidad– sentí con tal fuerza la presencia de Dios que bajé por las escaleras 16 plantas para llegar a la capilla y decirle a Dios: ‘Ya lo sé, sé que estás conmigo'».
«La misión de Olga: acercar a la gente a Dios»
«¿Cuál ha sido la misión de Olga en esta vida?», se pregunta Mari Carmen Domínguez: «Acercar a la gente a Dios».
«No tengo dudas de que Dios la eligió para esa misión y los frutos que dio son innumerables».
«En cierta ocasión le escribió una persona que tenía muchas dudas de fe. La correspondencia duró varios meses y Olga no paraba de sostenerla, de darle ánimos, de mostrarle el camino para que encontrara la paz en el Señor».
También cuenta la historia de un joven cuyos padres estaban completamente desesperados con él. Ya no sabían que hacer. Fumaba porros, sus notas se habían desplomado y no obedecía a nada que tuviera que ver con la familia.
«Un día se presentó en casa junto con su madre. El chico se quedó tan impactado de ver a Olga con los tubos, en esa UVI doméstica, que le dijo: ‘Ostras, Olga, te prometo que un día llegaré a ser médico e intentaré curarte».
Hoy, ese joven está a punto de terminar Medicina con las mejores notas de su promoción.
Más información en http://www.libroslibres.com