Las religiosas, "ángeles" de las víctimas de la trata de personas

Reconoce la Organización Internacional para las Migraciones

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 12 junio 2009 (ZENIT.org).- La subdirectora de la misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Carmela Godeau, destacó este jueves la labor que desempeñan las comunidades religiosas en la prevención y ayuda al flagelo de la red de personas.

Señaló que las consagradas a Dios son «un pilar con el cual colaborar codo a codo para ayudar a las personas a mejorar la calidad de su vida, si este objetivo se persigue a través de un proceso de migración».

Así lo aseguró en rueda de prensa durante la presentación del congreso «Religiosas en red contra la trata de personas» que se realizará en Roma del 15 al 18 de junio próximos.

El evento es organizado por la Unión Internacional Superior General y por la OIM, organización intergubernamental fundada en 1951, cuya sede se encuentra en la ciudad de Ginebra y a la cual están afiliados 125 países.

Promueve actividades de integración cultural para los emigrantes y brinda ayuda a quienes voluntariamente quieren regresar a sus países de origen, después de haber dejado su país en condiciones poco dignas o como víctimas de redes de trata de personas.

Godeau señaló la importancia de un trabajo conjunto para «aprovechar la contribución de diversas capacidades operativas para contrastar eficazmente el fenómeno».

Señaló que dicha red podría ayudar a la formación y unión de fuerzas «entre los religiosos y todas las otras agencias laicas, internacionales y territoriales que intervienen en este fenómeno».

Por su parte, Stefano Volpicelli, funcionario de la OIM, destacó que en los últimos cinco años, 500 religiosos han sido formados por esta organización en diferentes países afectados por el fenómeno de la trata de personas.

Indicó que de este modo se han creado redes locales y regionales para que las comunidades religiosas trabajen de manera conjunta.

«La colaboración de las religiosas representa, de hecho, un valor agregado que permite multiplicar la eficacia de las acciones de prevención del fenómeno y de asistencia a las víctimas», indicó Volpicelli.

Aseguró que son muchos los religiosos que entregan su vida para que las víctimas de este flagelo «tengan el privilegio de ser escuchadas, el privilegio de la atención».

Indicó que el trabajo de las religiosas ha sido fundamental para quienes han sido víctimas de «una lesión profunda de los propios derechos al haber sufrido la privación de la libertad, al haber tenido que vender su cuerpo para ser utilizado en condiciones de trabajo extremas o por haber sido explotado en el mercado de las relaciones sexuales remuneradas».

«Religiosas y OIM representan así un feliz trabajo conjunto de capacidad y de motivaciones que uniendo la espiritualidad y la profesionalidad optimizan la eficacia de las acciones de oposición a la trata de personas», concluyó Volpicelli.

Por Carmen Elena Villa

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ZENIT Staff

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