CELAYA, lunes 15 de junio de 2009 (ZENIT.org-El Observador).- A pesar de la vigilancia estrecha que sobre las opiniones de los obispos mexicanos en materia política han impuesto las autoridades electorales, diversos prelados del país han emitido su punto de vista sobre el proceso electoral que enfrenta México el próximo 5 de julio, en el cual se renueva la Cámara de Diputados, presidencias municipales y algunos gobernadores de diversos estados mexicanos.
Toca el turno a monseñor Lázaro Pérez Jiménez, obispo de Celaya, en el Estado de Guanajuato, quien sin ambages señala que «en la historia del México democrático, no se había visto, como ahora, tal desencanto y desilusión en lo que se refiere a los partidos y candidatos, al grado que hay un movimiento ciudadano invitando a la población que se abstengan de votar o en su caso, anular el voto».
En efecto, una fuerte corriente de opinión pública ha emprendido campañas para que la ciudadanía exprese su descontento ante la situación de crisis de seguridad, salud y empleo que vive México, dejando su voto en blanco dentro de la urna o bien, anulando su voto mediante la elección simultánea de todos los candidatos que participan en la boleta por un solo puesto de representación popular.
«La que hoy tenemos ante nuestros ojos –constata el obispo de Celaya– es una situación parecida a la que atinadamente describieron hace algunos años (en el 2000) los obispos mexicanos en el documento Del Encuentro con Jesucristo a la Solidaridad con todos en cuyo número 260 apuntaron: ‘Así mismo, los cambios sociales y políticos tantas veces anunciados pero no cumplidos colaboran a generar cansancio, desconfianza, abstencionismo y hastío en los ciudadanos. Aquellas propuestas políticas hechas en los medios de comunicación, que sólo se basan en imágenes y frases con predominio del impacto visual y auditivo, pero carecen de contenidos que inviten a la reflexión crítica y al análisis, crean un vacío informativo cercano al engaño y a la falsedad'», dijeron entonces los prelados mexicanos.
Contrario a la corriente que pretende anular el voto ciudadano, tras reconocer que «muchos aspirantes a los puestos públicos no representan plenamente los intereses de los ciudadanos», monseñor Pérez Jiménez recalca que «emitir el voto es un derecho y a la vez un deber de toda persona mayor de edad, pues con base en el mismo documento puede decirse que ‘para los fieles laicos es una omisión grave abstenerse de ser presencia cristiana efectiva en el ambiente en el que se desenvuelven… más aún, los fieles laicos han de ver en la participación política un camino arduo pero privilegiado para su propia santificación» (Ibídem números. 271 y 273).
En un contexto de anemia electoral y de hartazgo ante las campañas de publicidad y de violencia que han emprendido los partidos políticos, por el control de la Cámara de Diputados, el obispo de Celaya exhorta a los medios y a los propios aspirantes «a que motiven a los fieles para que superen la indiferencia ante las propuestas de los candidatos, que las analicen y así se dispongan a emitir su voto a quien de verdad muestre signos de un verdadero interés por el bien común».
Finalmente, monseñor Pérez Jiménez subraya que hay que ser conscientes de que no es con el abstencionismo como puede mejorar el estado de cosas; «es más bien con una decidida participación como la realidad puede ser transformada, para lograr el anhelado Estado de derecho, conseguir la paz social basada en la justicia, erradicando todo aquello que denigra al ser humano y viviendo de acuerdo a la dignidad de hijos de Dios».
Por Jaime Septién