CIUDAD EL VATICANO, domingo, 21 de junio de 2009 (ZENIT.org).- La Iglesia ha comenzado un año para redescubrir el sacerdocio un don del Señor para cada alma, explica el portavoz de la Santa Sede.
El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ha explicado en el último editorial de Octava Dies, semanario del Centro Televisivo Vaticano, del que también es director, que «el servicio del sacerdote es de fundamental importancia en la vida de la Iglesia. Pero es un misterio que hoy atraviesa no pocas dificultades».
Este año, aclara el portavoz, responde así a las dificultades que hoy experimenta el sacerdote debidas a diferentes factores: «El clima general de secularización en vastas regiones del mundo, un aprecio menor del papel del sacerdote en la sociedad, las profundas heridas sufridas por la imagen pública de los sacerdotes a causa de comportamientos indignos de algunos de ellos, e incluso la misma justa valoración de las vocaciones laicales en la Iglesia».
Según el padre Lombardi, ante estas dificultades, «el Papa no responde con consideraciones sociorreligiosas, sino que promueve el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy más intenso e incisivo».
En la carta que ha dirigido a todos sus hermanos en el sacerdocio al inaugurar el Año Sacerdotal, «no parte de lo exterior, sino del corazón de la vocación sacerdotal, del modelo concreto de santidad sacerdotal que nos ofrece el santo Cura de Ars, san Juan María Vianney.
«Puede parecer casi una provocación presentar como referencia espiritual a los sacerdotes de todo el mundo un párroco que vivió en una pequeña localidad francesa de 200 personas, fallecido hace 150 años», reconoce el padre Lombardi.
«Pero si el sacerdote vive verdaderamente de la Eucaristía y del servicio de la reconciliación entre Dios y los hombres –añade–, es decir de la manifestación de la misericordia de Dios, el tiempo y el lugar se vuelven secundarios».
Por eso, asegura el portavoz, en esa carta que ha enviado el Papa a los presbíteros «hay un toque profundo de espiritualidad, una gran ternura de amor por Jesús y por las personas, en particular por las que están espiritualmente lejos de Dios o en dificultad».
«¿Acaso no existe una urgente y tremenda necesidad de este amor que trata de hacerse presente en el corazón de cada uno?», se pregunta el padre Lombardi. «Por esta razón, el Papa habla del sacerdote como de un don a la Iglesia y a la misma humanidad. Naturalmente, si vive su vocación».