BUENOS AIRES, martes, 23 junio 2009 (ZENIT.org).- El arzobispo argentino de Mendoza, monseñor José María Arancibia, ha expresado su deseo de que el cura Brochero sea beatificado en el transcurso del Año Sacerdotal, que se inició el pasado viernes 19 de junio.
Por este motivo, el prelado ha invitado a sus fieles a rezar por esta intención con una oración que ha compuesto la Conferencia Episcopal Argentina.
«¡Recemos a la Purísima por esto! Sería una gracia muy grande para los curas argentinos y para la entera Iglesia que peregrina por esta tierra», subraya en un mensaje por el Año Sacerdotal, convocado por el papa Benedicto XVI, en ocasión de los 150 años de la muerte de san Juan María Vianney, el cura de Ars.
Recuerda además que «con esta iniciativa, la Iglesia quiere decirle a cada uno de los sacerdotes que está orgullosa de ellos, que los ama y que reconoce su entrega y testimonio de vida».
José Gabriel del Rosario Brochero (1840-1914) fue ordenado sacerdote a los 26 años. Al inicio de su ministerio, el cura Brochero, como le llamaban sus fieles, se destacó en 1867 por su entrega para socorrer a los enfermos y moribundos de la epidemia de cólera que azotaba a la ciudad de Córdoba.
El 24 de diciembre de 1869 parte de la ciudad de Córdoba para hacerse cargo del curato de San Alberto, actualmente conocido como el valle de Traslasierra, instalado en la localidad de Villa del Tránsito.
Se lo recuerda como el cura gaucho que asumió como propias las necesidades de la gente: con sus propias manos y animando a los pobladores construyó iglesias y capillas, levantó escuelas y abrió caminos entre las montañas, con la certeza de que el progreso y la educación contribuirían a acercar a la gente a Dios.
En su vejez el padre Brochero enfermó de lepra, al haber compartido el mate y la vida de enfermos de esta enfermedad, que lo dejó sordo y ciego.